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De doña Marcela de Armenta
Testigo he sido de esta dulce historia,
y aunque Anfriso penó como quien era,
hoy
Belardo
la
escribe
de manera
que enriquece su pena con su gloria.
¿Quién hay que por tan célebre memoria [5]
haber penado tanto no quisiera?
Pues Anfriso, de amor vencido, espera
contra los tiempos inmortal victoria.
Bien hablaban entonces los pastores,
porque eran en extremo cortesanos, [10]
mas vos los mejoráis con grande exceso.
Muy desdichados fueron sus
amores
hasta venir Belardo a vuestras manos,
que no es pequeño bien de un mal suceso.