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Del dotor Agustín de Tejada Páez
Si cuando Roma templos, chapiteles,
triunfantes de las nubes, vio carga[do]s
de divinas memorias, y adornados
de palmas, de trofeos, de laureles;
y si cuando el pincel daba de Apeles [5]
vida a las tablas contra el tiempo y hados,
y en estatuas de mármoles dorados
admiraban Lisipo y Praxíteles;
si cuando Atenas vio sus aulas llenas
de ingenios, fuera el vuestro, oh Peregrino, [10]
no os hiciera la patria aqueste agravio.
Por natural a
ingenio
tan divino
quisieran Roma invicta y docta Atenas,
pues todo el mundo es patria al
hombre
sabio.