Información sobre el texto

Título del texto editado:
“Prólogo”
Autor del texto editado:
Vega, Lope de (1562-1635)
Título de la obra:
Trecena parte de las comedias de Lope de Vega Carpio, procurador fiscal de la Cámara Apostólica en el Arzobispado de Toledo, dirigidas cada una de por sí a diferentes personas
Autor de la obra:
Vega, Lope de (1562-1635)
Edición:
Madrid: viuda de Alonso Martín de Balboa/Alonso Pérez, 1620


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Fuentes
Información técnica





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Prólogo


Esta decimatercia parte de mis comedias sale a luz a la sombra de diversas personas, por que entre tantos no falte el debido agradecimiento al honor que se hace con la dirección de los libros, de que los españoles no se precian y de que puede ser ejemplo la carta que por Ángelo Policiano escribe el papa Inocencio Octavo a Laurencio de Medicis, gran duque de Florencia, y en ella estas palabras: «Et nunc in huius animi testimonium, ducentos aureos illi mittere decrevimus». No corre en esta edad esta costumbre, y así tendrá disculpa la novedad, pues ya en otras he dicho la causa de imprimirlas, aunque algunos rígidos catones, mal afectos a oírlas, rehúsen su lección y desestimen su estudio. Pero por eso se alaba aquel cómico latino por la pluma de Marcial en el sepulcro:

Qui spectatorem potui fecisse Catonem,
volvere qui Curios. Frabitiosque graves. 1


En cuyo favor dice Scaligero, sobre Catulo: «Multas Semper lectitasse Chrysostomum proditur, at quantum virum, cui profecto eloquentia, probitate, pietate, alium nulla post aetas tulit». 2 Otros se les oponen con razones frías y válense de las que algunos padres de la Antigüedad describen de ellas, como si fueran de aquel tiempo las de España, no siendo más antiguas que Rueda, a quien oyeron muchos que hoy viven. Pero ya no es este el mayor mal que tienen, pues se le hacen de más consideración los que las escriben, y aun los que las representan, hurtando, imitando y envidiando. Los poetas que las escriben con erudición, aunque pocos, puesto que no siempre agraden al vulgo, son dignos de estimación; pero los legos ignorantes, aunque alguna vez le agraden y contenten, hablándole en su lengua, no aspiren a más fama que los médicos empíricos que curan sin arte y, por uno que sanan por dicha, matan mil por temeridad, pues muchas veces acontece estar solo el filósofo en el teatro y, saliéndose el vulgo, poder decirle: «Representa, que Cicerón te oye».

A esto se añade el hurtar las comedias estos que llama el vulgo al uno «memorilla» y al otro «gran memoria», los cuales con algunos versos que aprenden mezclan infinitos suyos bárbaros, con que ganan la vida vendiéndolas a los pueblos y autores extramuros, gente vil, sin oficio y que muchas veces han estado presos. Yo quisiera librarme de este cuidado de darlas a luz, pero no puedo, porque las imprimen con mi nombre y son de los poetas duendes que arriba digo. Reciba, pues, el lector esta parte lo mejor que ha sido posible corregirla y con ella mi voluntad, pues solo tiene por interés que lea estas comedias menos erradas y que no crea que hay en el mundo quien pueda tomar de memoria una comedia viéndola representar, y que, si le hubiera, yo le alabara y estimara por único en esta potencia, aunque le faltara el entendimiento, porque raras veces se hallan juntas, por opinión del filósofo confirmada por la experiencia.





1. Se trata de un fragmento del epigrama 28 del libro IX de Marcial. (Nota de Fernández Rodríguez en Vega, op. cit., pág. 43).
2. Se incluye en las Castigationes in Catullum, Tibullum, Propertius, 1582. (Nota de Fernández Rodríguez en Vega, op. cit., pág. 43).

GRUPO PASO (HUM-241)

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2018M Luisa Díez, Paloma Centenera