Información sobre el texto

Título del texto editado:
“Dirigida a Baltasar Elisio de Medinilla”
Autor del texto editado:
Vega, Lope de (1562-1635)
Título de la obra:
Trecena parte de las comedias de Lope de Vega Carpio, procurador fiscal de la Cámara Apostólica en el Arzobispado de Toledo, dirigidas cada una de por sí a diferentes personas
Autor de la obra:
Vega, Lope de (1562-1635)
Edición:
Madrid: viuda de Alonso Martín de Balboa/Alonso Pérez, 1620


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Fuentes
Información técnica





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Dirigida a Baltasar Elisio de Medinilla


Ganó tanta fama Persio, no habiendo escrito más que aquel pequeño libro de sus sátiras, por opinión de Marcial y Quintiliano, que a muchos les ha parecido que la hallarían mejor por aquel camino que por el de otras empresas, diciendo bien, difíciles. Mas no es pequeño engaño creer que igualan la Antigüedad, que apenas imitan, con libertades bárbaras y siendo más lo que hablan que lo que escriben. Eurípides decía que si el hablar continuamente era prudencia, que mayor la tenían las golondrinas que los hombres, juicio cruel de algunos, y con estremo en los versificadores de estos años, cuyas plumas parecen a las de los virotes, que ellas no hieren, pero acompañan a las malas intenciones y dan velocidad al hierro. Y no lo es pequeño discurrir en esta materia quien desea huir del odio, pero como ni por bien ni por mal se adquiere más ventura con este género de impertinentes que Liñán llamaba «los impecables», tal vez se deja llevar la queja de la ocasión, y a puros ruegos de la templanza se defiende la ofensa de la ira, pensión grande de los doctos, como vuestra merced, que tan bien ha empleado su virtuosa vida desde sus tiernos años. Pero aunque lo sea, le deben consolar aquellas palabras de Aristóteles en el Libro de buena fortuna, que «Nihil est melius intellectu et scientia praeter Deum» 1 . Toda diferencia de facultades abrió puerta a la invidia. El teólogo, el jurista, el filósofo y los demás padecen sus contrarios, pero no con la destemplanza que los poetas. Debe de ser la causa que se les opone con antojos de mayor ignorancia la calunia, porque de esta facultad hay pocos que tengan las partes que se requieren, y en juntando consonantes no sufren igualdad con el sol ni tienen por soberbio ser ícaros de sus rayos. Los que tienen natural, no tienen arte; los que tienen arte, no tienen natural; y si alguno entrambas cosas, o no las ejercita o le parece que es mejor gastar el tiempo en alabarse a sí mismo que en escribir para que sepan lo que sabe.

Había en Alemania un catedrático maldiciente de todo que se llamaba Lázaro y, como jamás imprimía y siempre murmuraba, pusiéronle a la puerta de su escuela, de letras grandes «Lazare, veni foras», porque hasta dar a luz lo que se sabe no es justo desestimar lo que saben los otros. Que el poeta tenga infusión celestial necesariamente no lo enseñó poco Cicerón, trayendo por testigos a Platón y a Demócrito: «Saepe audiui Poetam bonum neminen sine infflamatione animorum existere posse et sine quodam afflatu quasi furoris» 2 . Hacer violencia a la naturaleza es tiranía del apetito, codicia de la fama y vanagloria del gusto. Baja comparación se ofrece, pero altamente significativa. Aquel árbol ensebado que se pone en las fiestas es único ejemplo: trepan por él al tafetán algunos que desde la punta les enseña el aire, y con unos como grillos en los pies suben, sudan, resbalan, caen, cual al principio, cual a la mitad y cual cerca del fin. De estos, los primeros causan risa, los segundos, esperanza, y los terceros, admiración. Estados evidentes de la poesía, y que ya vuestra merced en su entendimiento habrá repartido entre los que conoce. Este premio, este palio, alcanzó vuestra merced soberanamente escribiendo aquel libro, vere aureus, diserte et grafice, de la Limpia Concepción de la Virgen Baltasar Elisio de Medinilla, Limpia Concepción de la Virgen, Señora Nuestra, Alonso Pérez (ed.), Madrid, Viuda de Alonso Martín, 1617. , no resbalando por la materia deleznable que cubre a los importunos el pirámide de la fama, sino volando como águila caudalosa y haciendo círculos generosos en su estremo. En tanto amor, en tanta amistad, no hay sospecha de lisonjas, ni lo que todos saben necesita de crédito.

Mis comedias andaban tan perdidas que me ha sido forzoso recebirlas como padre y vestirlas de nuevo, si bien fuera mejor volverlas a escribir que remediarlas. De las que lleva esta decimatercia parte cabe a vuestra merced la que se llama Santiago el Verde, imitando la estación que hace Madrid el primero día de mayo al Soto, donde el padre Manzanares, adornado de tantos coches, no envidia las altas ruedas del Tajo, las naves de Guadalquivir ni los naranjos de Guadalaviar. Vuestra merced la reciba y lea, si no la vio representar, y se acuerde siempre que tiene en mí un verdadero amigo y padre que, como el cazador al pájaro, está mirando la destreza con que hace presa en el laurel que merecen tan pocos y pretenden tantos.

Capellán de vuestra merced,


Lope de Vega Carpio






1. El Libro de buena fortuna es una compilación formada por un capítulo de la Magna Moralia (1206b.30-1207b.19) y otro de la Ética eudemia (1246b.37-1248b.11). La cita pertenece a este último (1248a.29): «¿Qué podría haber de superior a la ciencia y al entendimiento salvo Dios?» (Aristóteles, Ética nicomáquea. Ética eudémica, Julio Pallí Bonet (trad.), Madrid, Gredos, 1985, pág. 541).
2.  Orat. (2.194). «Pues más de una vez he oído —y dicen que Demócrito y Platón lo dejaron en sus obras— que no puede darse ningún buen poeta sin que haya fuego en su interior y sin un cierto soplo de locura» (Marco Tulio Cicerón, Sobre el orador, José Javier Iso (trad.), Madrid, Gredos, 2002, pág. 289).
3. Baltasar Elisio de Medinilla, Limpia Concepción de la Virgen, Señora Nuestra, Alonso Pérez (ed.), Madrid, Viuda de Alonso Martín, 1617.

GRUPO PASO (HUM-241)

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2018M Luisa Díez, Paloma Centenera