Información sobre el texto

Título del texto editado:
“Dirigida a Cristóbal Ferreira de Sampayo”
Autor del texto editado:
Vega, Lope de (1562-1635)
Título de la obra:
Trecena parte de las comedias de Lope de Vega Carpio, procurador fiscal de la Cámara Apostólica en el Arzobispado de Toledo, dirigidas cada una de por sí a diferentes personas
Autor de la obra:
Vega, Lope de (1562-1635)
Edición:
Madrid: viuda de Alonso Martín de Balboa/Alonso Pérez, 1620


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Dirigida a Cristóbal Ferreira de Sampayo


Cuánto nos debamos guardar de lo que señaló la naturaleza nos muestran varios ejemplos y la experiencia. Las partes por quien se conoce el ingenio están delineadas de la naturaleza en el rostro, y así la invidia y los demás vicios; generalmente se ha de tener que los miembros que están en su proporción natural cuanto a la figura, color, cantidad, sitio y movimiento señalan buena complexión natural y buen juicio, y los que no tienen debida proporción y las demás referidas partes, que la tienen perversa y mala. Por eso decía Platón que cualquiera semejanza de animal que había en los hombres, tales eran las costumbres que imitaban 1 . Verdad es que conforme a buena teología no imponen necesidad, pero muestran la natural inclinación y, si no siempre denuncian los afectos de los hombres, es por la mayor parte. No digo que luego se juzgue por las señales exteriores, que por ventura lo son por accidente, y no por naturaleza, y se pueden vencer con la contraria costumbre y freno de la razón, cuyo ejemplo trajo Aristóteles cuando los dicípulos de Hipócrates trajeron su imagen al excelente fisiónomo Filomenes 2 . Creo que vuestra merced habrá ya juzgado mi queja, si es justo tenerla por esta parte de algunos hombres, cuya inclinación no he podido vencer, ni ellos se pueden vencer a sí mismos. Finalmente, la naturaleza, por opinión del filósofo en lo De coelo et mundo, «nihil molitur absque ratione nec casu nec frustra» 3 , si bien en las Éticas dice que «non mali aut boni natura efficimur» 4 . Pero si en los lugares mejores constituye las más nobles partes, como el corazón, síguese que la debida proporción estará más dispuesta para que el alma ejercite sus potencias. Orígenes Adamancio comparó los poetas a las ranas faraónicas con místico sentido 5 , si bien Pierio Valeriano dice que «aspera quadam severitate commotus», y más adelante «miror vero tantae eruditionis virum haec de poetis sensi[s] se» 6 , y que si se podían reprehender algunos versos eran los itifalicanos, fesceninos o titrocaicos de Baco. Pero yo quiero seguir la opinión de Adamancio y creer que hay poetas ranas en la figura y el estrépito, y sin estos otros muchos de diversas formas, que por haberlos pintado en una carta mía que anda impresa con mis Rimas no quiero reiterarlos ni referirlos 7 . Aristóteles en la Historia de los animales, en el libro nueve, dice que son las ranas de las lagunas enemigas mortales de las abejas 8 y, como los buenos poetas se entienden por ellas, en razón que de diversas flores forman aquel licor suave, viéneles bien el título. Sin esto a los gibosos pinta el mismo filósofo con mal aliento, y da por causa que intercluso se pudre, porque desacomodado el lugar del pulmón y deflexo no puede expedidamente trasmitirle; pues mal aliento claro está que ha de inficionar cuanto tocare hablando. Es cosa ordinaria en tales hombres, si hombres se han de llamar, la soberbia y el desprecio. Bien lo dijo Terencio en los Adelfos, llamando injusto al necio: «Qui nisi quod ipse facit nihil rectum putat» 9 . Grave persecución mía desde mis tiernos a los mayores años, tolerada con alguna prudencia, aunque no siempre; dichoso quien siempre fuera prudente y respondiera con Aristipo al que le injuriaba: «Así fueras tú señor de tu lengua como yo de mis oídos» 10 . Pero, aunque escribiendo a tal ingenio como el de vuestra merced, no era bien declinar a las burlas, la amistad lo sufre y el amor lo perdona. Guardaba un cristiano viejo el monumento un jueves santo y, acercándose a él un hombre que tenía fama de judío, diole un golpe con la alabarda, y, quejándose al cura y él riñéndole, respondió: «Señor licenciado, o guardamos o no guardamos». Así yo tal vez respondo: «O sentimos o no sentimos, o somos o no somos». Tengan por cierto los invidiosos que han de tener su golpe de en cuando en cuando, y más si tienen por qué no llegar al monumento, y teniendo yo el amparo y defensa de vuestra merced y de su único y raro entendimiento, porque «spes addita suscitat iras», como dijo Virgilio en el cuarto de la Geórgica 11 , aunque diga también Séneca que ninguna cosa menos «punientem decet» 12 . Dedico, pues, a vuestra merced esta comedia, intitulada Los españoles en Flandes, y justamente, pues por caballero le tocan las armas, y por tan gran estudiante —y de tanta erudición— las buenas letras, para que me honre y defienda de todo escritor malicioso y de los corretores de ajenos vicios y solapadores de los suyos propios, cuyos libros no se venden, porque ellos venden en ellos a cuantos tratan; a quien se puede añadir «necnon et carmina vino ingenium faciente canunt,», como dijo Ovidio en el 7 del Metamorfóseos 13 . Perdone la opinión de algunos, que, en fin, «natura dux optima», como dijo Catón 14 , o sea para las artes o para las costumbres, pues «multi sine doctrina multa laudabilia fecerunt», como sintió Cicerón 15 , y en los vicios, «pauci sunt qui resistant sensui», como fue opinión de santo Tomás 16 . La paciencia muchas veces ofendida fit furor. Las palabras que engendran los maldicientes, créanme que son como los partos de las víboras, matando primero al padre. Viva muchos años vuestra merced honrando y defendiendo mis escritos, y hablen los labradores, que no quisieron dar agua a Latona cuando dijo:

Hi quoque vos moveant, qui nostro brachio [bracchia] tendunt
Parva sinu et casu tendebant brachia nati Ov. Met. 6.358-359. «“Dejaos conmover también por estos, que extienden sus bracitos desde mi seno”; (y, oportunamente, los niños extendían los brazos)» (Ovidio Nasón, op. cit., pág. 12). .


Que desde entonces los tiene por enemigos Apolo, que iba en sus brazos, y por quien añadió Ovidio, cuando se transformaron:

Quanvis sint sub aqua, sub aqua maledicere tentant Ov. Met. 6.376. «Aunque estén bajo el agua, bajo el agua intentan proseguir con sus insultos» (Ovidio Nasón, op. cit., pág. 12). .


Capellán de vuestra merced,


Lope de Vega Carpio






1. Indica Antonio Cortijo Ocaña (en Vega, op. cit., pág. 925) que se refiere de manera algo imprecisa al Timaeus.
2. La anécdota figura con profusión en las versiones del Secretum secretorum pseudoaristotélico (con base en la Historia de los animales de Aristóteles) y en ella solía recordarse al lector que tuviera en cuenta que el poder de la voluntad humana estaba por encima de la naturaleza individual, es decir, que los signos exteriores (físicos) debían leerse como meros indicativos de la ‘naturaleza’ real de cada persona, sus disposiciones e inclinaciones (Nota de Cortijo Ocaña en Vega, op. cit., págs. 925-926).
3. Arist. Cael. 291b.14-15. «La naturaleza no hace nada irracionalmente ni en vano» (Aristóteles, Acerca del cielo. Metereológicos, Miguel Candel (trad.), Madrid, Gredos, 1996, pág. 138).
4. Arist. EN 2.5. «No somos buenos o malos por naturaleza» (Aristóteles, Ética nicomáquea. Ética eudemia, Julio Pallí Bonet (trad.), Madrid, Gredos, 1985, pág. 166).
5. Indica Cortijo Ocaña (en Vega, op. cit., pág. 926) que hace referencia a las Homilías sobre el Éxodo, VI, de Orígenes de Alejandría.
6. Pierio Valeriano, Hieroglyphica sive de sacris Egyptorum literis comentarii, Basilea, Thomas Guarin, 1575, f. 211r.
7. Se trata del poema «Apolo» («¿Qué me llaman a mí dios de poetas?», en la Segunda parte de las Rimas), diálogo entre Apolo y Caronte en que Lope se imagina un dios poético, encargado de velar por la buena poesía, y en que Apolo, tras quejarse amargamente por el estado de la poesía y en especial por el carácter doble y mentiroso de los poetas pide a Caronte que se nombre un tribunal poético en que se juzgue a los poetas, eligiendo como iudices a «Laso en España y en Italia el Tasso» (Nota de Cortijo Ocaña en Vega, op. cit., pág. 927).
8. Arist. HA 626a. «También las ranas de charca cazan a las abejas cuando las encuentran al borde del agua. Esta es la causa por la cual los mieleros capturan a las ranas de los charcos en donde beben las abejas» (Aristóteles, Investigación sobre los animales, Julio Pallí Bonet (trad.), Madrid, Gredos, 1992, pág. 542).
9. Ter. Ad. 97-98. «Nunca hay nada más injusto que el hombre ignorante, que piensa que, salvo lo que él hace, no hay nada recto» (Publio Terencio Africano, Comedias II, Gonzalo Fontana Elboj (trad.), Madrid, Gredos, 2009, pág. 250).
10. La anécdota, como refiere Diógenes Laercio en Vida de los filósofos ilustres («Vida de Aristipo»), es que según Aristipo huía de alguien que le injuriaba, este le persiguió preguntándole por qué huía, a lo que el filósofo respondió: «Tú tienes derecho a hablar todo el mal que quieras, yo a escucharlo» (Nota de Cortijo Ocaña en Vega, op. cit., pág. 928).
11. En realidad, en la Eneida (10.263): «Su esperanza recobrada reaviva su coraje» (Publio Virgilio Marón, Eneida, Javier de Echave-Sustaeta (trad.), Madrid, Gredos, 1997, pág. 453).
12. Procede de De ira (ad Novatum), I, 15: «Nil minus quam irasci punientem decet, cum eo magis ad emendationem poena proficiat, si iudicio lata est» [Nada conviene menos al que castiga que enfadarse, pues el castigo produce más enmienda cuanto se ofrece con juicio] (Nota de Cortijo Ocaña en Vega, op. cit., pág. 928).
13. Ov. Met. 7.432-433. «Además cantan poemas, estimulado el ingenio por el vino» (Publio Ovidio Nasón, Metamorfosis. Libros VI-X, José Carlos Fernández Corte y Josefa Cantó Llorca (trads.), Madrid, Gredos, 2012, pág. 36).
14. En el diálogo ciceroniano Cato Maior (De senectute) XIX: «Natura optima bene vivendi dux» (Nota de Cortijo Ocaña en Vega, op. cit., pág. 928). «La naturaleza es la mejor guía para vivir».
15. Cic. Fin. 3.11. «Sin la enseñanza de ningún maestro, siguiendo a la naturaleza misma, llevaron a cabo muchas empresas laudables» (Marco Tulio Cicerón, Del supremo bien y del supremo mal, Madrid, Gredos, 1987, pág. 183).
16. La cita aparece tal cual en Francesco Giuntini, Speculum Astrologiae, Lyon, Pierre Roussin, 1575, f. 1v., donde se remite a la Suma teológica, 1.115.4: «pauci autem sunt sapientes, qui huiusmodi passionibus resistant». «Pero hay pocos sabios que resistan estas pasiones».
17. Ov. Met. 6.358-359. «“Dejaos conmover también por estos, que extienden sus bracitos desde mi seno”; (y, oportunamente, los niños extendían los brazos)» (Ovidio Nasón, op. cit., pág. 12).
18. Ov. Met. 6.376. «Aunque estén bajo el agua, bajo el agua intentan proseguir con sus insultos» (Ovidio Nasón, op. cit., pág. 12).

GRUPO PASO (HUM-241)

FFI2014-54367-C2-1-R FFI2014-54367-C2-2-R

2018M Luisa Díez, Paloma Centenera