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Dirigida a don Guillén de Castro,
caballero
valenciano
Al ingenio de vuestra merced se debían grandes
elogios,
y de los mejores de Castilla, pues con tanta felicidad ha honrado nuestra lengua con sus
escritos,
con que ha obligado a cuantos nacimos en ella, y en cuyo nombre sirve de oración este
humilde
reconocimiento. Entre las tragedias que vuestra merced tan ingeniosamente ha escrito, para lo que tiene
genio
particular como estilo
superior
y digno de mayores sentencias y pensamientos, es la
Dido
celebradísima,
a quien el día que yo la oí en esa ilustrísima ciudad hice este
epigrama:
Fenisa Dido, que en el mar Sidonio
las rocas excediste conquistada,
y en limpia castidad, jamás violada,
conservaste la fe del
matrimonio;
perdona el atrevido testimonio, [5]
no por ser de
Virgilio
celebrada,
mas porque, ya de don
Guillén
honrada,
rompe
su enojo y su epigrama Ausonio.
La diosa que en la mar nació de espuma
adore por sus versos tu belleza, [10]
pues te levantan a grandeza suma.
Rinde a su dulce ingenio tu aspereza,
que más gana tu fama con su pluma
que pierde en ser burlada tu firmeza.
La
comedia
imita las humildes acciones de los hombres, como siente Aristóteles, y Robertelio Utinense comentándole: «At vero tragedia praestantiores imitatur»; de donde se sigue clara la grandeza y superioridad del estilo, aunque por su antigüedad, tan reñida de los de Atenas con los megarenses, aspire al lugar primero, que no le concede Donato sobre Terencio, y honrando de este título a Epicarmo; género, en fin, jocoso, que admitía las fábulas, como Aristófanes en la comedia antigua, de quien se reía Sócrates y corrigió Menandro, y sus sátiras
prohibidas
por ley de Roma, de que hace memoria Horacio en una carta a Augusto, sin las obscenidades de los mimos, que Tulio
reprehende,
cuyos efectos halla tan indignos de los oradores doctos.
Gran lugar se debe al
trágico,
grande le tiene vuestra merced con los que saben que a la tragedia no se puede atrever toda pluma, y al
humilde
estilo de la comedia se da licencia (donde el bárbaro vulgo la tiene para mayor aplauso) a cualquiera de los que juntan consonantes en cuentos imposibles. Obligado estaba yo a dirigir a vuestra merced tragedia, habiendo de imitarle, y abonar esta verdad con el ejemplo; pero como en esta historia del rey don Sancho entra su persona, y las demás que son dignas de la tragedia, por la costumbre de España, que tiene ya mezcladas, contra el
arte,
las personas y los estilos, no está lejos el que tiene por algunas partes de la grandeza referida, de cuya variedad tomó principio la
tragicomedia.
¡Oh, gran fuerza de la
novedad!
Pues ya en Italia a esta mezcla de estilos se añadió otro, si bien en la comedia estuvo siempre incluso, pues en su lengua anda impresa con este título:
Tragisatiricomedia,
que fuera, como se ve, notable a no estar la sátira desde el tiempo de griegos y romanos en la comedia.
Finalmente, he querido que salga a luz con el nombre de vuestra merced, pues la sabrá
defender
y honrar, y en reconocimiento de mi
amor
y obligación, y de que deseo (así las musas me tengan en su gracia) que estos rudos versos míos pasen, a la sombra de los suyos, siglos,
envidias,
pasiones de los que saben y atrevimientos de los que
ignoran.
Dios guarde a vuestra merced.
Su
capellán,
Lope de Vega Carpio