Información sobre el texto

Título del texto editado:
“El teatro a los letores”
Autor del texto editado:
[Vega, Lope de (1562-1635)]
Título de la obra:
Decimaquinta parte de las Comedias de Lope de Vega Carpio, procurador fiscal de la Cámara Apostólica y familiar del Santo Oficio de la Inquisición
Autor de la obra:
Vega, Lope de (1562-1635)
Edición:
Madrid: Fernando Correa de Montenegro/Alonso Pérez, 1621


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Fuentes
Información técnica





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El teatro a los letores


Cumpliendo va el autor de estas comedias la palabra por mí —mejor diré por sí mismo— en dar a luz las que le vienen a las manos, o a los pies, pidiéndole remedio. Él hace lo que puede por ellas, mas puede poco, que las ocupaciones de otras cosas no le dan lugar a corregirlas como quisiera, que reducirlas a su primera forma es imposible. Pero tiene por menos mal que salgan de su casa que no de las ajenas, por no las ver como las primeras en tal desdicha, ya con loas y entremeses que él no imaginó en su vida, ya escritas con otros versos y por autores no conocidos no solo de las musas, pero ni de las tierras en que nacen. Estas son suyas, en la lengua que los poetas de este año llaman antigua: caso notable que tengan muchos por bueno aquello solo que no entienden; creo que tienen razón porque, desconfiando de sus juicios, les parece cosa de poco ingenio la que con facilidad alcanza el suyo. Ya saben, señores los que leen, aquella máxima de Aristóteles en los Tópicos: «Omne inconsuetum est obscurum»; pues ¡qué bien hablarían las musas cómicas escuramente! La imitación es su nombre, su materia y su forma, luego esta es su lengua; que aunque confieso las figuras retóricas a los que hablan, aunque sea en las calles, plazas y tiendas, no a lo menos las trasposiciones, las locuciones inauditas y las metáforas de metáforas; y si alguna vez se levanta el poeta algo más de la imitación en alguna narración o soliloquio, o ya es éxtasis de la fértil vena, o, por mayor parte, deleite del que escucha docto y bien intencionado agradece.

Y porque, como dice el mismo filósofo, es superfluo en la definición «quo ablato, illud quod remanet, manifestat diffinitum», pasemos de lo que las comedias piden para su perfección al estado en que se hallan. No quiere el poeta de las presentes singularizar las suyas ni quitar a los que agora las escriben lo que merecen, ya sea por solo su natural, ya con algún arte, que de haberlas puesto en el presente hábito no les pide agradecimiento ni jamás tuvo arrogancia, porque, teniendo ingenio y letras para los libros que corren suyos por Italia y Francia, tiene las comedias por flores del campo de su vega, que sin cultura nacen. Solo pide a los noveleros o novatos que no levanten a Roma testimonios tan fríos, diciendo que mandaban enterrar sus senadores a los sacerdotes de los dioses que las escribían para satirizar sin habilidad los que agora las escriben, pues bastan los testimonios en contrario del honor que dieron a Terencio tantos autores clásicos, san Isidoro, san Víctor, Paulo Orosio y san Jerónimo, y haberle comentado Elio Donato, maestro suyo, pues, entre otras alabanzas dice, escribiendo a Paulino: «Poetae aemulentur Homerum, Virgilium, Menandrum, Terentium», poniendo dos griegos y dos latinos, y tras el heroico el cómico; si bien Servio sobre Virgilio solamente en la propiedad concede honor a Terencio.

Lea pues el desapasionado el libro —el que no quiere con una comedia sola escurecer novecientas y veinte y siete que este autor ha escrito, contando las que se llaman autos— perdonando los yerros, que, por haber corrido por tantas manos, serán forzosos; y el que ha tan poco que las escribe no sea ingrato a lo que en su vida acertara sin esta carta de navegar; y no le parezca que este prólogo no lleva fundamento, pues es una de las tres partes en que Eugrafio sobre el Andria le divide: «Poetam populo commendare».





GRUPO PASO (HUM-241)

FFI2014-54367-C2-1-R FFI2014-54367-C2-2-R

2018M Luisa Díez, Paloma Centenera