Información sobre el texto

Título del texto editado:
“Dirigida a Pedro de Herrera”
Autor del texto editado:
Vega, Lope de (1562-1635)
Título de la obra:
Decimaquinta parte de las Comedias de Lope de Vega Carpio, procurador fiscal de la Cámara Apostólica y familiar del Santo Oficio de la Inquisición
Autor de la obra:
Vega, Lope de (1562-1635)
Edición:
Madrid: Fernando Correa de Montenegro/Alonso Pérez, 1621


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Dirigida a Pedro de Herrera


Comencé esta Decimaquinta parte de mis comedias con el nombre del insigne jurisconsulto don Francisco de la Cueva y Silva, y doile fin con el de vuestra merced por engastarla en dos tan preciosas piedras y porque entre los dos, como en tan alta esfera, sirva a mi voluntad de línea equinocial, círculo verdadero y no imaginario, como el celeste, que pasa por medio del mundo de Levante a Poniente en igual distancia de los dos polos, para que el sol de tales ingenios iguales en mi amor el suyo, como el del cielo en ella los días y las noches.

He deseado a vuestra merced sumamente el premio de sus estudios y de ese raro entendimiento, pero confieso que le he dudado, porque ya para él son rodeos los méritos, no por defeto de los príncipes, de quien dijo quien pudo «in quibus non est salus», sino de la Fortuna, que por opinión del Filósofo los desampara. Preguntó a un hombre Júpiter, en las antiguas fábulas, por un agradable sacrificio que le había hecho, cuál quería más, riqueza o ingenio. El hombre, más codicioso de honra que de tesoros, pues él alcanza a ser inmortal, y ellos no pasan con el dueño del límite de la vida, respondió que más quería el ingenio. Diósele Júpiter: fue gran filósofo, astrólogo y arismético; mas viendo que pocos entendían sus estudios y que ninguno se los premiaba, alzando los ojos al cielo, dijo:

Oh, Júpiter, si dieras
a todos un ingenio como el mío,
premiaran mis estudios,
mas, ay, que es desvarío,
pues, si lo mismo que yo sé supieran, [5]
ningún premio me dieran.
Dame riqueza, Júpiter divino,
pues el que ignora, sea bajo o grave,
está contento con saber que sabe.


Y aquí me parece que los dos versos de Virgilio en la Geórgica (allá verá vuestra merced la ocasión por que los dijo), si quiere aplicarla a los poderosos, tomando la alegoría de aquellas aves, vienen muy a propósito:

Haud equidem credo, quia sit divinitus illis,
Ingenium, aut verum fato prudentia maior.


Los escritos de vuestra merced ya tienen premio, o impresos o manuscritos, entre los hombres doctos y que con desapasionados juicios advierten la doctrina, la elegancia, la locución, el ornamento, la copia de tanta variedad de letras humanas y inteligencia de negocios, así extranjeros como nuestros, así del estado como de la guerra, políticos y eclesiásticos; pero tal vez la Naturaleza en su divina música no tiene por menos arte dar una consonancia en vacío, vuestra merced me entiende.

Qui sit Moecenas, ut nemo quam sibi sortem
Seu ratio dederit, seu sors obiecerit, illa
Contentus vivat.


Y lo demás de aquel elegante discurso del poeta Horacio, en esta parte moral filósofo, pero realmente es bueno para la especulación y el desengaño. Mas no me conformo con que, habiéndose de vivir a la puerta del premio y de la honra, veáis que se da a quien no le merece y que falta a la virtud y estudios, pues también toca a la opinión que os estimen si la multitud más juzga por los lugares que por los méritos.

Povera e nuda vai Philosophia,


dijo el Petrarca. Mas, porque no me obligue a reprehensión de mí mismo lo que Garcilaso dijo a Boscán:

Que a sátira me voy mi paso a paso,
y aquesta que os escribo es elegía,


reciba vuestra merced en su protección al Caballero del milagro, que no lo será pequeño tener para sus fábulas tan excelente Demóstenes por oyente, que con respeto suyo no solo se levanten los demás, pero le den aplauso. Dios guarde a vuestra merced con los bienes que le deseo.

Su capellán y aficionado servidor,


Lope de Vega Carpio






GRUPO PASO (HUM-241)

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2018M Luisa Díez, Paloma Centenera