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ANARDA AL AUTOR EN ALABANZA DE HABER ELEGIDO A DON CRISTÓBAL PORTOCARRERO, CONDE DEL MONTIJO, POR PROTECTOR DE SU OBRA
Surca náutico viandante
en la esperanza fiado,
a la inconstancia entregado
del término vacilante,
muda el ocaso el semblante [5]
del trémulo fundamento.
Aprieta el riesgo el tormento,
puerto no ingrato le abriga
y la pasada fatiga
hace mayor el contento. [10]
Ayala, pues, animoso
naufragastes en la Europa.
Pues ya tenéis viento en popa,
seguid el rumbo dichoso,
que ese puerto generoso, [15]
que
eligistes
cortesano,
se ofrece con franca mano
a quien su valor aclama,
que sólo busca la fama
el caudillo soberano. [20]