Información sobre el texto

Título del texto editado:
“Señor”
Autor del texto editado:
Zatrilla y Vico, José, Conde de Villasalto
Título de la obra:
Engaños y desengaños del profano amor
Autor de la obra:
Zatrilla y Vico, José, Conde de Villasalto
Edición:
Nápoles: Giuseppe Roselli, 1687


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Información técnica





[1]

DEDICATORIA


Señor, quien nace con la obligación de ser agradecido es preciso que falte a su nacimiento para ser ingrato, porque, como se halla constituido deudor y la razón le obliga a reconocer la deuda, es fuerza que degenere y falte a su propio ser para negarse a la gratitud. Nació el rey Nabuco con la obligación de confesar la deuda de haber recibido de la mano más suprema toda la ostentación de su grandeza y la soberanía de su poder, pero, apenas intentó la vanidad de su soberbia olvidar tan grande beneficio y negarse a tan debido reconocimiento, cuando consideró que le faltaba el ser hombre juzgándose en su imaginación fiera del campo, 1 porque, para ejercitar su ingratitud, era fuerza que olvidando su nacimiento se juzgase fiera y, obrando como tal en lo desconocido, se persuadiese que lo era en la realidad, creyendo que su corazón ingrato era de bruto más que de hombre racional. 2 Gran soberbia y grave culpa llega a ser –pondera divinamente san Bernardo– 3 el usurparle al bienhechor la merecida gloria del beneficio, mostrándose desconocido el que le hereda o lo recibe, porque, como el lucimiento de la generosidad estriba en verse apreciada de la gratitud, queda frustrado el fin a que se endereza cuando el que debe reconocer su obligación la olvida, la desconoce o la desprecia.

Este motivo, señor, es el que me obliga a ofrecer y dirigir con humilde reconocimiento a las reales plantas de Vuestra Soberana Majestad los primeros sudores de mi estudiosa aplicación, pues reconociéndome desde mi nacimiento fiel vasallo de Vuestra Majestad y al mismo paso deudor de los honores que mis pasados y yo abemos recibido de la real grandeza de Vuestra Majestad y de sus Serenísimos Progenitores no pudiera, sin incurrir en muy culpable nota de ingratitud, negarme a tan debido obsequio y heredada obligación. Mas no solo logra mi atención –con haber consagrado a Vuestra Majestad este volumen– el mayor acierto y la dicha de merecer tan soberano protector, sino que también llego a conseguir por este medio mi mayor desempeño en los documentos que propongo en lo que escribo, porque, como se hallan en Vuestra Majestad tan igualmente ejercitadas las virtudes todas, queda más facilitada su ejecución sirviendo a todos de vivo ejemplar el católico celo con que Vuestra Majestad está obrando siempre lo más perfecto, a cuya imitación alienta y fervoriza con tan cristiano ejemplo la tibieza de nuestro ánimo dejando superada la dificultad de saber vencer y sujetar la pasión propria y más practicable el valor y fortaleza con que debe rendirse este enemigo. Conque, siendo notoriamente más útil y provechoso el buen ejemplo que la misma doctrina y enseñanza, porque –como nota san León Papa– 4 más fácilmente suele convencer y reducir el buen obrar que el mejor consejo, con muy justa razón he dedicado a Vuestra Majestad los mismos documentos que su gran virtud y heroico ejemplo nos está enseñando con mayor viveza de lo que mi tosca pluma lo ha sabido ponderar.

Logre pues felizmente Vuestra Majestad los gloriosos timbres que por su católica bondad adquiere tan dignamente y reciba con piadosa aceptación el humilde rendimiento con que mi afectuosa veneración le consagra esta pequeña ofrenda, pues si el reconocido Abel pudo merecer la gracia del más supremo Rey por el reverente culto del humilde sacrificio que ofreció a sus aras en primicias de su primer sudor, 5 no dudo que en el magnánimo y real corazón de Vuestra Majestad ha de hallar algún cabimiento el obsequioso afecto con que le rindo este primer fruto de mis fatigas para que, amparado de tan soberana protección, quede acobardada la mordaz envidia, respetando el inviolable sagrado que le defiende. Nuestro Señor guarde la católica y real persona de Vuestra Majestad para asombro y terror de los infieles y gloriosa exaltación de nuestra Santa Fe, como la Cristiandad ha menester.

El conde de Villasalto






1. Nota al ladillo: 1. S. Thom. Opus. 20. de regim. prin. lib. 2. cap. ultim.
2. Nota al ladillo: 2. Cor eius ab humano commutetur, et cor feræ detur ei. Daniel. cap. 4.
3. Nota al ladillo: 3. Est superbia, et delictum maximum uti datis, tanquam innatis, et in acceptis beneficiis gloriam usurpare beneficii. Bern. de diligen. Deo.
4. Nota al ladillo: 4. Validiora sunt exempla quam verba, et plenius opere docetur, quam voce. Leo. Pap. in ser. de ieiun. [León I el Magno, Sermones, Sermo LXXXV.
5. Nota al ladillo: 5. Abel quoque obtulit de primogenitis gregis sui, et de adipibus corum, et respexit Dominus ad Abel, et ad munera eius. Genes. cap. 4. nu. 4.

GRUPO PASO (HUM-241)

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2018M Luisa Díez, Paloma Centenera