Información sobre el texto

Título del texto editado:
“Censura del reverendísimo padre maestro fray Pedro Andrés de Acorrá, religioso del real y militar orden de Nuestra Señora de la Merced, redención de cautivos, presentado del número de los de cátedra y justicia en su provincia de Aragón, comisario general que fue de los conventos de su orden en Cerdeña, regente de estudios en el real de nuestra señora de Buenaire, lector de Teología Escolástica en los de Cáller, Girona, Barcelona y Roma y Examinador sinodal del Arzobispado de Cáller”
Autor del texto editado:
Acorrá, Pedro Andrés de
Título de la obra:
Engaños y desengaños del profano amor
Autor de la obra:
Zatrilla y Vico, José, Conde de Villasalto
Edición:
Nápoles: Giuseppe Roselli, 1687


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Fuentes
Información técnica





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CENSURA DEL REVERENDÍSIMO PADRE MAESTRO FRAY PEDRO ANDRÉS DE ACORRÁ, RELIGIOSO DEL REAL Y MILITAR ORDEN DE NUESTRA SEÑORA DE LA MERCED, REDENCIÓN DE CAUTIVOS, PRESENTADO DEL NÚMERO DE LOS DE CÁTEDRA Y JUSTICIA EN SU PROVINCIA DE ARAGÓN, COMISARIO GENERAL QUE FUE DE LOS CONVENTOS DE SU ORDEN EN CERDEÑA, REGENTE DE ESTUDIOS EN EL REAL DE NUESTRA SEÑORA DE BUENAIRE, LECTOR DE TEOLOGÍA ESCOLÁSTICA EN LOS DE CÁLLER, GIRONA, BARCELONA Y ROMA, Y EXAMINADOR SINODAL DEL ARZOBISPADO DE CÁLLER

MUY ILUSTRE SEÑOR


Señor mío, remíteme Vuestra Señoría su grande obra de los Engaños y desengaños del profano amor, que saber encontrar con el desengaño en el engaño mismo, no puede dejar de ser obra grande. Es el áspid que oculta más ponzoña este halago, pero, como late el veneno de este en lo dulce, así como el de aquel en lo florido, grande habilidad es menester para el conocimiento del veneno. 1 Si el ingenio de Aminta hubiera sido tan comprehensivo como el de Vuestra Señoría ni se hubiera dejado llevar tan como ciego de este falso niño, ni se hubiera seguido la consecuencia de cæcus cæcum ducere, 2 cayendo en el precipicio de la infamia, pero como no supo penetrarle temprano en el engaño, conoció el desengaño tarde, pues, después de haber muerto su consorte a dos hijos con ponzoña para lograr más desembarazada ajenos brazos, también hubiera perecido él a no ser que una buena hija, ¡gran mujer!, le avisó que era buen hombre.

Mucho he debido a Vuestra Señoría hasta ahora, ya de ahora en adelante no puedo deberle más porque, profesando cátedra y púlpito y Vuestra Señoría capa y espada, sin dejar de la mano la espada, ni de los hombros la capa, me franquean sus discursos documentos para púlpito y doctrinas para cátedra y no le es menos deudora a Vuestra Señoría toda nuestra Cerdeña por tan relevantes y relevados conceptos, pues no puede dejar de ser gloria suya el que vea el mundo como la pluma de Vuestra Señoría sabe elevar corazones abatidos en un amor profano a los altísimos vuelos de un amor divino. En una casa de un seglar vio el mundo escribiendo a unos dedos divinos que parecían humanos: digiti quasi manus hominis, 3 y en la de Vuestra Señoría escriben unos dedos humanos que parecen divinos, y es que aquellos castigaban la profanidad de muchos vasos de metal, 4 los de Vuestra Señoría corrigen la de un corazón humano, luego más altamente parece que vuela en los de Vuestra Señoría la pluma, pues es cierto, que más gusta Dios de un corazón humano, que de muchos vasos de metal.

Siempre he aborrecido a los ladrones y, en esta ocasión, si no amara tanto a Vuestra Señoría, deseara serlo, pero como Acan, no en todo, sino en parte; porque aquel robó una lengua de oro, una capa rica y un tesoro de dinero, 5 y yo si pudiera, y no fuera por hacerle mal, no robara a Vuestra Señoría ni el dinero, ni la capa, sino esa lengua de oro.

Lengua digo con la de san Basilio, porque el texto no dice sino regla: regulam auream, y no podía decir más a mi intento porque lengua o pluma que como la de Vuestra Señoría haya sabido expresar tan buenas reglas en esta su obra para convertir en puro oro el más conocido hierro ni la he oído, ni la he visto.

No se han de desear males para que se sigan bienes, yo lo confieso; pero supuesto ya el caso del asunto, yo lo perdono al duque Federico la travesura por lo que le debo al conde de Villasalto la enseñanza. Si yo me hubiera hallado en aquellos tiempos antiguos, ni hubiera deseado que sus hermanos echasen a Joseph a una cisterna, 6 ni que su madre echase a Moisés a un río; 7 pero, en la suposición de estos arrojos, me hubiera alegrado ver como del uno salía un Moisés para enseñanzas de Israel y del otro un Joseph para documentos de Egipto.

No digo yo que sea Vuestra Señoría Moisés, pero nadie podrá negar que es Vuestra Señoría Joseph, 8 conque, por no faltar a la buena ley que ha podido Vuestra Señoría conocer de mi amistad, le prevengo que todo el incentivo de tan largas emulaciones que aquel padeció fueron aquellos dos sueños de astros del cielo y de espigas de la tierra el otro, pareciéndoles a muchos evidente improporción el querer juntar superioridades de cielo con flaquezas de la tierra.

Es cierto que fuera improporcionada esta junta, pero es falso el parecer, y así si algunos la formaren para azotar con aristas de envidia el limpio grano que Vuestra Señoría nos ofrece en tan copiosa cosecha de toda erudición, no se le dé nada, porque lo cierto es que Joseph como Vuestra Señoría o Vuestra Señoría como Joseph no mezcla flaquezas de tierra con estrellas del cielo, sino que prueba cristianamente la mano por si puede lograr la buena estrella, de que se encaminen a ser astros del cielo las flaquezas de la tierra.

Tanta escritura y Santo Padre podrá ser que digan que desdice de la espada y en tal caso digo yo que desdice lo que dicen, porque la primera obligación de una espada católica es cortar el vicio y defender la virtud; luego, siendo evidente que con lo divino de la escritura se defiende la virtud y que con lo Santo de los Padres se corta el vicio, nunca empuñó Vuestra Señoría con mayor valor la espada que cuando, con Padres Santos y con escrituras divinas, desafía vicios y patrocina virtudes. No fuera el Querubín plenitud de ciencia, si careciera de doctrinas sanctas y sagradas, que son las ciencias más altas; 9 y Dios, que no puede errar, le puso en la mano a este compendio de ciencias soberanas una espada, que no tenemos noticia de otra más valiente, luego, a vista de esto, ¿quién habrá que se atreva a imaginar que, para defensas del Paraíso de la virtud, se oponen espadas valientes con ciencias soberanas?

Creo que nadie, pero si hubiere alguno le lastimo, porque le considero caído en aquella fatal desgracia que previno David: obscurentur oculi eorum ne videant, 10 y de ojos que no ven, no siente el sol obscuridades, porque como se quedan en los ojos, no pueden llegar al sol.

Conserve Dios muchos años al de nuestra patria, digo a Vuestra Señoría con los premios que los repetidos servicios de su Ilustre casa a su Majestad –que Dios guarde– tienen merecido y las caballerosas prendas de su persona granjeado. Deste Real Convento de Nuestra Señora de Buenaire de Cáller a los 5 de setiembre de 1686.

Muy Ilustre Señor, besa la mano de Vuestra Señoría su más obligado servidor y capellán, fray Pedro Andrés Acorrá






1. Nota al ladillo: [17]. Andres Eboren. tom. post.
2. Nota al ladillo: [18]. Luca 6. 39.
3. Nota al ladillo: [19]. Dan. 5. 5.
4. Nota al ladillo: [20]. Ibid. 3.
5. Nota al ladillo: [21]. Iosue 7. 21. D. Basil. in interrog. 47. tom. 2.
6. Nota al ladillo: [22]. Gen 37. 24.
7. Nota al ladillo: [23]. Exod. 2. 3.
8. Nota al ladillo: [24]. Gen. 37. 9. Ibid. 7.
9. Nota al ladillo: [25]. Gen. 3. 24.
10. Nota al ladillo: [26]. Psal. 68. 24.

GRUPO PASO (HUM-241)

FFI2014-54367-C2-1-R FFI2014-54367-C2-2-R

2018M Luisa Díez, Paloma Centenera