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LA
NIÑA
DE LOS EMBUSTES
Escribo la vida, inclinaciones, costumbres y maquinaciones de una traviesa
moza,
de una garduña racional, taller de embustes, almacén de embelecos y depósito de cautelas. Con sutil ingenio fue buscona de marca mayor, sanguijuela de las bolsas y polilla de las haciendas. Con lo vario de su condición fue malilla de todos estados, objeto de diversos empleos y, finalmente, desasosiego de la juventud e inquietud de la ancianidad. Parte destas cosas heredó por sangres y mamó en la leche, y parte ejecutó con travieso natural y depravada inclinación, pudiendo bien decirse por ella aquellos dos versos de un romance antiguo:
Dellos me dejó mi padre
Dellas me ganara yo
Teresa de Manzanares es el
asunto
de este pequeño volumen, nombre que se le puso en la pila con el agua del baptismo y el apellido con la del río de Madrid, en cuya ribera se engendró este bullente azogue con alma, o esta alma infundida en azogado cuerpo. Sus pueriles
travesuras
la dieron nombre de
La niña de los embustes,
título que honra este libro, prosiguiendo con ellos por todo el discurso de su vida, como ella misma hace relación al lector, a quien se la
cuenta
desde el origen de sus padres. En ella podrá
advertir
los daños que se pueden prevenir para guardarse de engaños, para abstenerse de vicios, huyendo de vida tan libre y condición tan obscura.