Título del texto editado:
“Al excelentísimo señor don Jaime Fernández de Híjar, Silva, Pinós, Fenollet y Cabrera, duque y señor de Híjar, conde de Belchite, marqués de Alenquer, conde de Valfagona, vizconde de Canet y Ylla, señor de las Baronías de la Portella, Peramola, Grions, Álcaliz y Estacho, y gentilhombre de la cámara de Su Majestad etcétera”
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AL EXCELENTÍSIMO SEÑOR DON JAIME FERNÁNDEZ DE HÍJAR, SILVA, PINÓS, FENOLLET Y CABRERA,
DUQUE
Y SEÑOR DE HÍJAR, CONDE DE BELCHITE, MARQUÉS DE ALENQUER, CONDE DE VALFAGONA, VIZCONDE DE CANET Y YLLA, SEÑOR DE LAS BARONÍAS DE LA PORTELLA, PERAMOLA, GRIONS, ÁLCALIZ Y ESTACHO, Y GENTILHOMBRE DE LA CÁMARA DE SU MAJESTAD ETCÉTERA
Determineme a un mismo tiempo de dar por mi cuenta a la luz este
libro,
resolviéndome de ofrecerle a la de Vuestra Excelencia para asegurarle de las sombras de envidiosos maldicientes que a fuer de fantasmas nocturnas, hacen espantos de que nuestro
sexo
haya merecido tan generales aplausos, ceñídole tan debidos laureles y eternizádose con tan subido punto de honores de tan lucido e inmortal ingenio. Como si estuvieran vinculados a solos
varones
sus ventajosos lucimientos y se opusiera algún estoque de fuego e impidiera o imposibilitara al discurso
femenino
la entrada del paraíso de las letras, o algún dragón, solo para los hombres reservara la fruta de oro de las ciencias. Que aunque en todos siglos han desmentido doctísimas mujeres este común engaño y dado a muchos
Teseos
sutiles trazas y ardides para salir de intrincados laberintos, y tenido a raya muchos Edipos con dificultosos enigmas, y aún deshecho las altivas ruedas de presunciones vanas de filósofos soberbios niñas con más ciencias que años, en los nuestros, la
autora
de esta segunda parte (sola a sí misma igual, si no superior a la primera) con la viveza sutil de su
ingenio,
elegante dulzura de su
estilo
sazonado, y opimo fruto de sus sentencias, y verdadero, mas nunca bien conocido espejo de desengaños, acredita la fama de mujeres sabias que celebran las edades
pasadas.
Es la presente dichoso asunto de elogios, copiosa mies de siempre limitados panegíricos y a las venideras ejemplo raro que imiten, gloria inmortal a que aspiren y renombre superior que veneren. Y a todas, constar ha de mi acertada elección para que, como a la autora deberán siempre las edades
aplausos
de entendida, ella deba a mis aciertos los agradecimientos de tal mecenas, pues ni su buen gusto pudo aspirar a más para su amparo que a la
nobleza,
ingenio
y valor de tan gran príncipe, ni de Vuestra Excelencia se puede esperar menos que es amparar a una
dama
que fía su nombre y crédito de tan gloriosa
protección.
Esta me deberá siempre mi señora
doña
María de Zayas y yo a Vuestra Excelencia la que todo el mundo y en particular eternamente le han de agradecer todas las damas como tan interesadas en la que yo recibo de Vuestra Excelencia, cuya mano, humilde, beso, etcétera. De Zaragoza, mayo a 10 de 1647.
Servidora de Vuestra Excelencia, Inés de Casamayor.