[3]
DE UNA DAMA AL PROTECTOR DE ESTE LIBRO
DÉCIMAS
Alabarte es ofenderte
cuando ignoro más que digo,
tú solo, de ti testigo,
puedes sin riesgo atreverte,
pues te remontas de suerte [5]
–cuando el discurso te llama–
que del sol la ardiente llama
parece que te apadrina
y a ayudarte se avecina
por dar más gloria a tu
fama. [10]
Y aunque tu discurso ha hallado
el primor de los extremos,
mayor le reconocemos
en el
mecenas
buscado:
joven su nombre ha ilustrado [15]
con estimable valor;
y así, ni elegir mejor
ni con tu atención cumplieras,
si a tal obra no le dieras
valedor tan superior. [20]