Título de la obra:
Compendio del Manual de confesores y penitentes, del doctor don Martín de Azpilcueta Navarro, de la Sacra Penitenciaría de Roma, que contiene en suma casi todas las dudas que en las confesiones suelen ocurrir. Nuevamente recopilado por el mesmo autor, y añadió muchas cosas que no están en el Manual.
S.C.R.M.
Muy
humildemente,
pecho por tierra, suplico a vuestra sacra católica real Majestad tenga por bien de saber que el año de 1567, antes que me partiese por su
mandado
real de España para esta Roma, me fue
dicho
por algunos de su muy alto y soberano Consejo que sería
servicio
de la divina y humana Majestad y
bien
de su república que mi
Manual de confesores
compuesto en lengua castellana se
tradujese
y anduviese en la latina, por algunos justos respetos. Y que por esto, venido a Roma, procuré de hacerlo traducir por hombres muy religiosos y doctos, los cuales (parte por mostrar su saber y elegante
facundia,
y parte por no alcanzar tanto cuanto convenía de las tres
facultades,
que para ello se requerían, s
[cilicet]
la
teología
moral y sacramental y la de los sacros cánones y sacras leyes) no acertaron a
juntar
la verdad de la doctrina con la claridad y
brevedad
que el
Manual
requería, antes la oscurecieron tanto, que yo mismo a gran pena podía entender lo contenido en sus traducciones. Por lo cual y por
servir
la Majestad divina e infinita y a la vuestra, soberana y humana, y su república catolicísima, me determiné a ocuparme en ello cerca de dos años,
enmendando,
argumentando y mejorándolo tanto, que no solamente a los españoles, pero aun a todas las gentes latinas ha
parecido
bien y ha desechado las otras traducciones que se hicieron por otros en lengua latina e italiana, faltos y contrarios en muchas cosas al original y aun a la verdadera doctrina cristiana. Y después de esto, pareciendo a muchos que el dicho
Manual
hacía muy mayor
provecho
en sus amplísimos reinos de España siendo español que latino, han tentado de hacer
compendios
de dicho
Manual
español sin añadir ni enmendar lo que se añadió, enmendó y amejoró en el latino, con gran daño de la república misma cristiana española y de mi honra y
autoridad
por se decir en algunos de ellos lo contrario de lo que se decía en el
Manual,
atribuyéndose a mi nombre lo contenido en él y en ellos. Por lo cual yo mesmo por mi persona, no obstante la
vejez
y las muy grandes y continuas ocupaciones que tengo, lo he reducido, con la ayuda de Dios, en este
Compendio
lo mejor que yo he
podido,
de tal manera que ha parecido a algunos que lo debía ofrecer y dedicar a vuestra sacra católica real Majestad, no cierto por no ver que su bajeza es indigna de ser dedicada a esa su incomparable sublimidad, que cuanto al imperio temporal es la primera, después de la divina; sino parte por haber sido su original siempre
dedicado
a persona real de Castilla y Portugal, siendo español, y al Papa, siendo latino, y se haría injuria que, siendo el hechura del mismo autor más
anciano
y
estimado
que cuando hizo los originales, y siendo el mismo más apurado y amejorado y más apto y
útil
para todos sus súbditos, se dedicase a persona de menor calidad, y parte por pensar que, abrigado con la sombra real de tan altísimo rey y monarca, será la más útil y más común de todas las obras que este su orador muy indigno y siervo
inútil
deja
escritas
a sus naturales; y, sobre todo, por ser vuestra majestad humana muy ejemplar imitadora de la divina en cuanto
in altissimo habitans, humilis repsit in coelo & in terra,
huelga de favorescer a los bajos y pobres que verdaderamente se conoce ser tales, recibiendo de ellos benigna y serenamente los flacos servicios que con devota voluntad le ofrecen, cual es el que esta nada le dedica, después de haber ofrecido al Eterno Padre su unigénito Hijo desde su felicísimo nascimiento en todas sus
misas
hasta hoy, en el cual y en toda su vida a entrambos y al Espíritu Santo, su del todo igual, muy humilmente, aunque indigno, les suplica y suplicaré que como lo ha hecho en la tierra mayor que a todos sus antepasados, así después de muchos y muy felices años con gloria seráfica le den asiento en el Cielo entre los mejores de ellos y de todos los otros monarcas bienaventurados. Amén.
Las reales manos de vuestra sacra católica real Majestad besa su
orador
indigno.
D.M. de Azpilcueta.
D[octor].
Navarrus