Al lector
Culto lector, en lengua castellana
este
libro
a tus ojos se presenta
sin presunciones de arrogancia
vana.
La madre a cuyos pechos se alimenta
le enseñó sus
castizas
locuciones,
sin que otras forasteras le consienta.
Andar por exquisitas estaciones
es hacer sospechoso al peregrino,
que se va a mendigar de otras naciones.
Quien de Santiago sabe ya el camino,
donde se dan bordones y veneras,
con que se adorna el fieltro basto o fino,
no examine provincias extranjeras,
con barba armenia, o pérsico turbante,
para volver de España a sus riberas.
No es bien que el cisne como el cuervo
cante,
ni el ruiseñor imite a la lechuza,
si en sonora armonía es elegante.
Quien puso castellana caperuza,
¿por qué ha de usar turcos dulimanes,
y siendo Antonio ha de llamarse Muza?
Adonde hay Pimenteles y Guzmanes
¿pareceráte bien, lector curioso,
dar más honor a Zaides y sultanes?
Lo
claro
es más amable y
deleitoso,
que al sol, entre las aves, solamente
le aborrece el murciélago asqueroso.
Unido a lo
jocoso
lo
decente,
mi libro te dará
divertimientos,
cuando le busques del trabajo ausente,
hallando entre diversos pensamientos
donairosos, tal vez
moralidades,
y tal aprovechados documentos.
Si escarmientos previenen sus verdades,
para
excusar
lo fácil del empeño,
tenga en tu
aprobación
sus calidades
este trabajo, y tu favor su dueño.