Información sobre el texto

Título del texto editado:
«Al magnífico y muy ilustre señor don Manuel de Contamina, ciudadano de la imperial ciudad de Zaragoza y regidor por su Majestad del Hospital Real y General de Nuestra Señora de Gracia y Compañía».
Autor del texto editado:
Manuel Román
Título de la obra:
Ramillete poético de las discretas flores del amenísimo, delicado numen del doctor don José Tafalla Negrete.
Autor de la obra:
Tafalla y Negrete, Josef
Edición:
Zaragoza: Manuel Román, 1706


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Fuentes
Información técnica





IMPERIAL CIUDAD DE ZARAGOZA Y REGIDOR POR SU MAJESTAD DEL HOSPITAL REAL Y GENERAL DE NUESTRA SEÑORA DE GRACIA Y COMPAÑÍA.

Muy ilustre señor:
Aunque parece que ahora podía satisfacer a mis obligaciones y deseos obsequiosos de sacrificar al nombre de vuestra merced alguna de las obras literarias que salen de mi oficina, me veo tan precisado con las poesías del doctor don José Tafalla Negrete a dedicarlas a vuestra merced que, con el cargo de la obligación para este sacrificio, se le defrauda la libertad al obsequio. Fue la casa de vuestra merced el mayor abrigo del autor; la finísima amistad, el más dulce patrocinio y la generosidad de vuestra merced, su más favorable amparo. No se limitaban estas honras en la persona solamente, sino que pasaban hasta los escritos, hallando estos como hijos y partos del divino ingenio de aquel favorecido alumno en el patrocinio de vuestra merced su noble refugio y asilo más seguro. Así como en las armas y en la política ha florecido el caro solar de vuestra merced en todos los tiempos en el esplendor de las letras, corriendo en igual altura en la estimación y en la fama la fortaleza del arnés con lo juicioso de la toga y los filos de la espada con los puntos de la pluma, como pueden señalarse por sus héroes, que sobresalieron en el servicio de sus reyes y príncipes, con inmortal honor de la patria entre los estruendos de Marte en las campañas, en las decisiones de la justicia en los tribunales y en el manejo político en los consistorios. Porque no es de mi estudio el inquirir archivos, investigar historias, ni coordinar genealogías, no entro a formar por las clases de los varones dignos de memoria de los nobles Cotaminas. ¡Las ferias ilustrísimas que formaría un cronista curioso!, pero nunca podrán enmudecer las voces de los aplausos que los mantienen sin que el largo transcurso de los años y los gloriosos siglos haya podido ni desmayarlas ni obscurecerlas.

En esa consideración se fue como a su centro, con todas las sales de su discreción, con los primores de su ingenio y el elegantísimo parto de delicado numen el doctor don José Tafalla a casa de vuestra merced, esfera natural y reducto favorable de las musas, por antigua cuna de tantos hombres de letras como la han ilustrado. En la generosa benignidad de vuestra merced halló cuanto más bien que yo sabría ponderar si viviese, porque a nadie sino a quien lo logra le es permitido el explicar los consuelos del espíritu, en las confianzas de un corazón noble, empeñado a favorecer con una amistad verdadera. Estos afectos de cordial amigo y la plausible inclinación a lo discreto e ingenioso, que por naturaleza debe resplandecer en vuestra merced, hizo que recogiese y guardase algunas poesías del autor, que ojalá hubieran sido todas, para que con estas que preservó del olvido el cuidado de vuestra merced hubieran salido en este libro a luz y a la admiración. Por estos respetos dije que, con el cargo de la obligación para el sacrificio, se le defraudaba la libertad del obsequio, porque no podía buscarles otro mejor mecenas que las aparase como impresas que al mismo que las había guardado manuscritas. Pero en el caso que el autor viviese y las sacase a luz, ¿qué otro patrono les podría dar ni más experimentado en las confianzas, más seguro en los favores, más largo en la munificencia, ni más calificado con los ornamentos de Grande para autorizar sus poesías y proteger sus obras? Aquí se me ofrecía el lugar más propio para expresar las veneradas dotes con que enriqueció el Cielo al generoso espíritu de vuestra merced ya en las bizarrías de caballero, ya en las puntualidades de político, ya en las justificaciones de ministro, en las piedades de regidor y ya, finalmente, en los aclamados desempeños públicos de los primeros empleos que vuestra merced ha tenido en el gobierno del reino y de la ciudad, mereciendo los justos elogios de ilustre hijo y de amante padre de la patria. Sella mis labios y suspende la pluma la gran modestia de vuestra merced para que vengue en sus espacios interminables la fama el silencio que yo debo observar en este panegírico, que no tiene ánimos para disgustar quien solamente atiende a consagrar y servir. Ni aun puedo suplicar a vuestra merced que admita benévolo esta ofrenda, pues toda ha salido de los escritorios de su casa, y no sería razón que yo la diese a otro dueño. Lo que ruego con el rendimiento más profundo es que vuestra merced me mantenga su gracia, poniéndome en el número de sus más fieles apasionados, con las honras de ejercitar mi obediencia en cuanto mi inutilidad alcanzare. Dios guarde a vuestra merced como puede y he menester. Zaragoza y compañía.


Muy ilustre señor



Beso la mano de vuestra merced



Su más rendido servidor.






GRUPO PASO (HUM-241)

FFI2014-54367-C2-1-R FFI2014-54367-C2-2-R

2018M Luisa Díez, Paloma Centenera