Título del texto editado:
“Introducción de don Juan de Silva, conde de Portalegre, gobernador y capitán general del reino de Portugal a la Historia de Granada de don Diego de Mendoza
Título de la obra:
Guerra de Granada, hecha por el rey de España don Felipe II, nuestro señor, contra los moriscos de aquel reino, sus rebeldes. Historia escrita en cuatro libros
Introducción de don Juan de Silva, conde de Portalegre, gobernador y capitán general del reino de Portugal a la Historia de Granada de don Diego de Mendoza
Mostró
don
Diego de Mendoza en la
Historia
de la guerra de Granada tanto
ingenio
y
elocuencia,
que al parecer de muchos adelantó un gran trecho los límites de la lengua castellana. Es el estilo tan
grave,
y tan cubierto el
artificio,
que hizo competir una materia estrecha y
humilde
con las muy finas de
estado
y con cuantos
misterios
quiere Macchiavelli colegir de T. Livio. Fue muy diestro en la
imitación
de los antiguos, tanto que, sin perjuicio de nuestra lengua, con
propriedad
y sin
afectación
se sirve de los conceptos, de las sentencias y muchas veces de las palabras de los autores latinos
traducidos
a la letra, y se verán en esta obra cláusulas enteras y mayores pedazos de Salustio y de Cornelio Tácito. Guardó con gran
destreza
el rigor o la apariencia de la neutralidad, loando enemigos y culpando amigos; en lo primero se
igualó
a los mejores, porque no alaba más ni de peor gana Salustio a Marco Tulio que don Diego al duque de Alba; en lo segundo pienso que
excedió
a todos, porque, hablando de su padre y de su hermano como de estraños y de su sobrino casi como enemigo, allá no sé por dónde los torna a enderezar de manera que vienen a quedar como les cumple, amenazados a la cabeza, heridos en la ropa y al fin alabados. Hasta de las
imperfecciones
(que no le habían de faltar, puede ser loado, porque tiene
gracia
en ellas, no sabiendo refrenar cierta travesura suya que le inclina a burlar con las veras, a veces demasiado. Tuvo todavía una gran desgracia esta historia, que por ser escrita en estilo tan
diverso
del ordinario se corrompieron miserablemente las
copias
que de ella se sacaron, y fueron muchas, porque los que no la entienden o, a lo menos, no la penetran, por la
fama
del autor la buscan y la estiman, obligándose a mostrar que gustan de ella. Y don Diego también no
castigaba
muchos sus obras en prosa o verso, como suelen los grandes ingenios, que no
liman
con paciencia lo que labran. De aquí resulta notarle algunos (con causa o sin causa) que
rompió
los
fueros
de la historia y que merece más loor por partes que por junto. Resultaron, asimismo, tantos yerros en la ortografía y en la puntuación, que pasó el daño adelante a trocar, quitar y añadir palabras, sacando de su sitio las conjunciones y ligaduras de la oración. Costó trabajo emendar de dos o tres copias esta, religiosamente como era justo, porque no se mudaron sino puntos, pasando pocas veces a otra parte las mismas palabras, si la cláusula no se puede entender bien de otra manera, o quitando algunas, muy pocas, cuando son notoriamente superfluas. Finalmente, entre esta copia y cualquiera de los originales de donde se sacó hay menos diferencia de la que ellas entre sí tenían.