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Prólogo al Lector;

Amigo lector, pongo en tus manos la caída del glorioso Apóstol S. Pablo escrita más con la reverente humildad de mi devoción que con la osada insuficiencia de mi pluma. Aquella, sumamente amartelada de las glorias del Santo, me impelió al empeño de sus veneraciones; esta, no menos lisonjeada de mi inclinación, ha solicitado su desempeño en mis numerosos (supongo que no lo consigo), pero espero deberle a tu benignidad me tolere la infelicidad del no conseguir, a vista de los nobles deseos del emprender han me obligado a darlo a la prensa. Dos motivos que, vigentes ambos, prestando alientos a mi desconfianza, han hecho preciso atrevimiento la que hasta ellos había sido voluntaria irresolución. El primero, el superior precepto de una persona cuya amistad tiene tanto dominio en mi atención que, no pudiendo negarme al repetido imperio de sus instancias, he elegido antes parecerla obediente, aún a costa de mis errores, que no rebelde por granjearme la aparente estimación de cuerdo en mis desconfianzas; el segundo, el cariñoso afecto con que atiendo estas cortas primicias de mi estéril vena (tanto por el gloriosísimo asunto en que las he empleado, cuanto por los estudiosos sudores con que los he producido), pues, habiendo dado a algunos amigos este romance manuscrito, le he visto tan desfigurado en sus traslados que casi le desconocí mío, aún a pesar de haberlo engendrado a mis fatigas.

Ahora corregido en muchas coplas, si aumentado en algunas, te lo ofrezco pidiéndote lo atiendas agradable, sin parar crítico a ensangrentar en ellas serias jurisdicciones de tu austeridad. Si así lo ejecutare, me servirán tus agrados de alientos para emprender obras más dilatadas en que tus ocios se recreen con mis tareas. Vale.

GRUPO PASO (HUM-241)

FFI2014-54367-C2-1-R FFI2014-54367-C2-2-R

2018M Luisa Díez, Paloma Centenera

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