Información sobre el texto

Título del texto editado:
Prólogo al lector de la Fábula del sacrificio de Ifigenia
Autor del texto editado:
Verdejo Ladrón de Guevara, Luis
Título de la obra:
Fábula del sacrificio de Ifigenia ejecutado en Áulide por Agamenón su padre, rey de Micenas
Autor de la obra:
Verdejo Ladrón de Guevara, Luis
Edición:
s. I., s. a.


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AL LECTOR


LECTOR, ofrezco a tu curiosidad esta corta fatiga de mi genio; si el tuyo fuere poético , no dudo te hallaré favorable en su crisis; pero si acaso no lo fuere, asegúrate de que ningún sentimiento me causarán tus objeciones. No ignoro las muchas, que a mi S. Pablo caído puso tu escrupuloso dictamen; pero también sabes, que pues no las quisiste manifestar, no tuve obligación para procurarlas satisfacer. Allí, discurro, te pareció, que la obra acababa intempestiva; que la erudición hacía escabroso su contexto; y finalmente, que su estilo, por afectado, quería parecer alto con los resabios de culto. A la primera te podrá servir de respuesta el leve trabajo de leer su epígrafe, donde hallarás solamente propuesta la caída de el Santo; con que siendo esto evidente, como bien sabes, no hay razón que me precise a escribir más de aquello que propuse: yo por lo menos no la hallo; si tú la encontrares, te la estimaré, con tal, que no sea de aquellas, que nacidas de la pasión a persuasiones de un capricho mal teñido, se intentan prohijar al juicio. A la segunda, no sin gran repugnancia mía, me veo obligado, estimando más las instancias de la verdad, que los visos de la modestia, a decirte con la ingenuidad de la primera; ¿por qué ha de ser culpa mía, la que únicamente es ignorancia tuya? Más; si la erudición de cualquiera clase que sea, entre los hombres, que algo saben, se tiene por parte esencial de el poeta, ¿qué autoridad es la tuya para canonizar por error de una obra, un constitutivo tan principal de ella? Bien conozco, que la mayor porción de las poesías de este tiempo, sale totalmente huérfana de estas buenas letras; pero tampoco ignoras el sumo desprecio con que los eruditos tratan este género de obras; pues el que más alta graduación las ha querido atribuir, solo las ha dado el título de coplas de almohadilla, discreciones en verso, y números de estrado. Los míos, tales, cuales, jamás tendrán por fortuna la introducción en estos parajes, pues me consta, que en ellos las más veces se suelen leer los versos, más por entretenimiento de la conversación ociosa, que por afición estudiosa del genio. En cuanto a la tercera, de que el estilo afecta ser alto con granjearse los créditos de culto, no solo no te lo puedo negar, sino que me es forzoso confesarte a gritos la vanidad que hago de estos intentos (concédote desde luego el que no los consigo) empero ni tu indigesta censura me podrá defraudar de la gloria de emprender la imitación de los más elevados espíritus, así de la antigüedad, como de nuestro siglo. El solicitar la mayor cultura en el estilo, es consejo, y aún precepto de todos los padres de esta profesión, que señalando estilos a el orador, historiador, y poeta, dejan a aquellas los que les parece más convenientes a la proporción de su clase, y encargan a este con severidad magistral el sumo; con que tengo por cierto, que el error que en esto me imputas, será por no haberlo conseguido. Si esto es así, ya has oído la satisfacción en las líneas superiores; si no, culpa desde luego a los imitados, que si esto justamente logras, estaremos satisfechos los imitadores, sin que en mi encuentren repulsa, ni tus objeciones, ni tus vituperios. A los que hasta aquí te he disimulado, debajo del epíteto de culto, pronunciado con fruncimiento de labio, arrugas de entrecejo, tirantez de cejas, y demás ademanes constitutivos del magisterio popular, no se me ofrece otra cosa que decirte, más que la contraria voz al adjetivo con que me satirizas; por lo cual, pues somos los dos ex diametro opuestos, yo estoy de opinión de proseguir en mi cultura, para emplearme en obras mayores; y tu creo te continuarás eterna en tu rudeza para no entenderlas, y para obtener, mediante ella, por superflua merced del ignorante vulgo, el especiosamente vacío carácter de ingenio.

En esta Fábula verás el mismo estilo, la propia frase, la misma erudición, y todo mi propio espíritu; de que infiero, que no he hecho mal en satisfacerte antes a las objeciones, que me habías de poner después. No obstante, si en esta obrilla me tratares con alguna más benignidad, me esforzaré a poner a tu vista, cuanto antes, toda la vida de el Apóstol San Pablo, dividida en seis Romances; pues tu agradable acogida, será el único incentivo que me aliente, así a la perfección de esta obra, como a el empleo en otras, con que te solicito servir, para alivio de tus ocios, y logro de tus curiosidades. Vale.





GRUPO PASO (HUM-241)

FFI2014-54367-C2-1-R FFI2014-54367-C2-2-R

2018M Luisa Díez, Paloma Centenera