Información sobre el texto
Título del texto editado:
Carta del doctor Duarte Núñez de Acosta a D. Fernando de la Torre Farfán
Autor del texto editado:
Núñez de Acosta, Duarte Torre Farfán, Fernando de la (1609-1677)
Título de la obra:
Torre del Templo Panegírico de D. Fernando de la Torre Farfán
Autor de la obra:
Torre Farfán, Fernando de la (1609-1677)
Edición:
Sanlúcar de Barrameda:
s. e.,
1663
Transcripción realizada sobre el Ms. 58-2-25 de la Biblioteca Capitular de Sevilla
Encoding: Ioannis Mylonás Ojeda
Transcriptor: Esther Márquez Martínez
Sevilla, 02 febrero 2023
Dúdase
ahora si quedara la detracción corregida porque es posible que no se sepa ver castigada;
es
vicio
1
tan
torpe que lo ciega el polvo de su propio trabajo, soplar las cenizas que les ponen en los ojos. No miran lo que dicen, ni saben ver lo que se les responde.
Pleiteose, además, la
inmunidad
del
Templo;
habíanlo
profanado
el
ocio impío y las huellas
torpes
de la dormida necedad.
2
Estos monstruos
aborrecía
el
gran
Jerónimo,
disputando,
atento, contra el sudor loable y las vigilias
virtuosas.
3
Son
flechas venenosas siempre, bien que tal vez no consentidas de la
solidez
del objeto contra quien dispararon la injuria, y retroceden a la indignación misma que las fomentaba.
También quedan reparados de tintas finas los borrones necios que se atrevieron al
retrato;
quedó, empero, por retocar en los muchos autores cuya máxima suposición ha hecho loable ese delito. Confieso que acabó subiendo de
embarazo
lo que empezó ofreciéndose información; no es la primera vez que las
copias
de las especies habían empobrecido los caudales de las palabras. Tropezará en la demostración que acertaré a entrar por muchas de las puertas de tantos
libros;
allí porfían a enseñar los buriles a esta vocalidad que no entiende las
letras.
4
Ambrosio
les
decoraba
la
cartilla porque los vio leyendo del revés. Oponer el ceño a lo que establece el uso o lo que promulga la razón siempre será
ignorancia,
aunque se presuma engreír de
ciencia;
5
ya lo tenía notificado la elegancia
de
Tulio:
confiesan
estos con la presunción de lo que saben la verdad de lo que ignoran.
Así, el
orador
como docto los juzgó como indignos.
Hase descubierto, además, la razón quejosa del dueño de unos dobleces que quiere que sean
jeroglíficos
y no pasan de
papelillos,
a quien ya se la tienen jurada los especieros, seguros que, desde cuando se amoldaron en doblecillos, se ensayaban para sus tiendas.
6
Sucediole
aquí a la malicia del
detrahente
lo que en sus picadas a la cólera de la canela: pica con ánimo de ofender y su propio daño no le deja tiempo para escarmentar. En el golpe con que presumió que despachaba cédulas de ajena muerte, dejó la sentencia ejecutada contra su propia vida.
Hallaranse también disculpadas, a despecho de diversos troncos, las ramas del
laurel;
si todavía queda condenado a delito, sea consuelo el incurrir en lo que tantos doctos pecaron.
7
Pierio
cuenta
de
Hesíodo
que
se
alaba
de haberles merecido a las musas la
corona
de laurel y no se ha tenido por blasfemia poética, bien que advierte la desazón del gusto de aquellas hojas y, aunque la explica del afán que los estudios incitan, debe también entenderse por el desabrimiento de estas bestias que ocasionan.
Tampoco se olvida de su satisfacción aquella costumbre festiva de los
vejámenes,
por la parte de los
pasados
ya se ve de cuánto siglo se previno para el
presente;
pudiera, a no interponerse el
decoro,
añadírsele superior
ascendencia,
¿quién duda que suena como vejamen
opuesto
a la vanidad propensionada de lo humano, aquella voz del fuego que primero escuchan los ojos y después llegan a ver los oídos, cuando suben triunfantes al sagrado, militante carro las plantas triunfantes mortales elevadas a lo divino? ¿Quién ignora las palabras elegantes de aquellas estopas que suelen hablarle tan cerca de la razón a la mayor deidad humana? A todo ocurrían las
prevenciones
del
Templo Panegírico
si los dientes caninos dispuestos para solo morder se acompañaran de muelas cordales para la
digestión.
8
Casiodoro
halló
esta
etimología:
Allá se avino con la rapiña de los colmillos, por lo que defraudan a los manjares, careado al latrocinio de cuanto los maldicientes quitan a las opiniones.
Quien acertó a leer aquel libro supo decorarle la intención a las
chanzas:
muchos
dijeron esto callando; también hubo quien no se contentó con las palabras y lo encomendó a sus muchas y buenas letras: persuadido, como quien dejando de la mano el uso de los estudios, no se le va de la memoria la costumbre de las escuelas, fue, pues, el
doctor
Duarte Núñez de
Acosta.
Si su nombre no viniera tenaz en la gloria de todos estudios, se arraigará por el mérito de esta acción. Debiole aquel certamen muchas poesías, así le cupieron muchos
vejámenes.
Desde entonces parece que se ostentaba para enseñar ignorantes. Diosele a cualquiera toda la libertad jocosa, prevenida la acción en su
madurez,
aún menos que en lo que ofrecía que vejar. No salió falsa la conjetura que se había guiado por buena noticia, pues no solo quiso parecer que toleraba en algunos la licencia, empero procuró persuadir que agradecía en todos la ceremonia. Nada lo dirá mejor que sus letras, añadidas de una epigrama latina y acróstica. Suspenderase la ponderación a su
elegancia,
cuando está para hablar su
erudición.
No debe, empero, dejarse de decir que de semejantes
ingenios
pudieran haberse temido las oposiciones si a lo
docto,
no ayudase lo discreto, no de estos otros
danzantes,
que, para las mudanzas de lo idiota, se valen de los cascabeles de la imprudencia.
Carta
del Doctor Duarte Núñez de Acosta a D. Fernando de la Torre Farfán
Señor mío:
Mucho estimase que goce vmd. muy apacibles las pascuas que, con saberlo, yo me las prometo muy buenas y continuar el gusto que, en sus vísperas, he tenido con la
agradable
lección de su elegante libro. Prestómelo don
Cristóbal
de la Oliva,
compadre
y señor mío, por menos días de lo que quisiera recrearme en él. Admiré la variedad tan grande en la
erudición,
lo relevante del
estilo,
lo
conciso
de las sentencias, lo engarzado de tan lucidos discursos y la
jocosidad,
tan primorosa, que hace vistoso consorcio de la chanza y el donaire con la celebridad y la
alabanza;
Templo,
al fin, de majestuosa pompa y
enseñanza
política, en cuya hermosa fábrica tiene la devoción los estímulos a par de los documentos. Y aun para el hablar y discutir tenemos todos escuela, y no menos para entretener sin desdoro y corregir sin agravio, no han dado poca materia mis
descuidos,
pero se reparan con tan graciosa
energía
que, porque de esta se haya logrado el
empleo,
se me hace sabroso el haberlas tenido bien que, para los notados, a ser menester
defensa,
no se me hiciera difícil con razón y ejemplos y menos en esta Andalucía, donde tales delitos se tienen por tan veniales que apenas se escrupulizan. Desde su
bajeza,
me determiné a subir a los
encomios
de esta obra y de su autor haciendo asunto de uno y otro para el
epigrama,
incluso que a haber
sabido
se imprimía el libro
Templo,
le hubiera firmado a tiempo que sirviera en el atrio.
Latino
le dicté, por no dar lugar a que los asonantes lo malograsen también, bien creo que de más tomo se le notarán los hierros que, como vmd. los corrija con la gracia que los demás, no tendré de las culpas pena alguna; mucha sí de que no me conozca vmd. por muy afecto
servidor
suyo y que en ninguna ocasión fue mi intento darle el menor átomo de
desabrimiento.
Créalo así de mi ánimo y mándeme muchas órdenes de su obediencia, a que siempre asistiré con el afecto y voluntad que se debe a la persona por tantas razones benemérita de vmd., a quien Dios guarde como puede los muchos años que deseo. Vale.
Sanlúcar,
23 de diciembre de 1663.
Servidor de vmd. que s. m. b.
El
doctor
Duarte Núñez de Acosta
In
laudem
D. D. Fernandi de la Torre Farfan
Pro suo constructissimo et elegantissimo Templo in Purissimae conceptionis elogium Panegirico, et pro suavissimo olorum Hispalensis Certatim modulantium Archimussaeo.
Acrosticum Epigramma
Dum Matrem celebrans puram, dum carmina lustrans,
Festa refers doctus festus adire doces
Errantes sic arte regis, sic scommate mulces,
Rideat ut normis gratior, error iners
Non licet impure fedari tegmina Iabe
Ascensura armum, qui sine labe fuit
Non datur incomptae conscendere templa cohorti
Diuina inmeritos non feret ara uiros
O! Reparas, Fernande, uagos in carmine casus
Dulci adeo cantu, quod cecidisse iuuet
En carpis commissa pie, pia dogmata mente
Laeta exples, uotum constat utrimque pium
Ad Templum geniale Dei genuflexa profana
Templa adeunt, templo cedere nata tuo
Obstupeant tot foeta uafris erroribus illa
Reddita in obsequium phana uetusta noui
Regia solis erat, dedit hic fundamen, ut atra
Effugeret tanti luminis umbra domum
Fax aeterna chaos non fert, fugat illa tenebras;
A face dulce tuum dissona cuncta melos
Restet in aeternum lira tanta, coronet ouantis
Fautorem Matris natus, et acta beet.
Artis herum celebrent musae, maneatque per aeuum
Norma mihi, Mariae gloria, fama tibi.
Así procedía desde Sanlúcar de Barrameda quien con su
capacidad,
aún vive en
Salamanca:
el docto donde lleva el caudal de su ingenio muda el tesoro de su librería. Además, tiene en el entendimiento las medidas de su tolerancia: sabe hasta dónde ha de alcanzar el sufrimiento, la
ciencia
9
bien
distribuida,
dice
Boecio,
que
hace los oyentes apacibles. Hubiéranlo sido los que se han experimentado furiosos, si alumbrasen antes el juicio con esta virtud.
10
El
sabio,
según
Séneca,
corrompe
aquel uso que ya tiene hecho buen asiento en la costumbre pública.
Además, queda persuadida, bien que no se sabe si quedará satisfecha, la golosina torpe que mordió por hurtos las
autoridades.
11
Erasmo
tomó
de
Plinio
la
intención
de estos avechuchos, igual con la malicia de los zánganos, hallanse desaprovechados para fabricar las tareas útiles de la miel y trabajan solo en infamar aquellas labores dulces. Fuerza es, empero, defendernos con lo propio que se culpa de
latrocinio.
Un pobre se amparaba de las dentelladas de un gozque apedreándolo con los pedazos de pan que había pedido de limosna. ¡O insanos, esto no es hurto, empero, será evitar vuestros
ladridos
varios con tales fragmentos útiles!
Ya este ocio tocó su extremo, dudo llamarle fin.
12
El
filósofo
me
llevó
al cuidado desde que definió la dificultad de este término: no fio de ser excelencia en todo, aún la receló en alguna de sus partes; todas, empero, se dedicaron a extender en el campo de la evidencia adonde alcanzar los términos de crasedad. Bien sé la dificultad de persuadir la turba de los
ignorantes,
mas bastara satisfacer algún discreto. Si aquellos obstinados cocearon contra el aguijón, replicáreles paciente lo que Carvajal en el Perú a su comadre proterva. Usaba esta infeliz las armas mujeriles contra uno que no quiso parecer Pizarro. Persuadiola varias veces aquel redomado, empero, ni la vencieron las razones, ni la mejoraron las amenazas; obró entonces el castigo cuanto desesperó de negociar la reprehensión. Diole al nudo del cordel la comisión que no habían sabido ejecutar las palabras. Viola después perneando los arrepentimientos que, hasta entonces, no habían sacado pies atrás y díjole ponderativo: “Comadre, pardiez, si de esta no escarmienta, yo no sé qué le haga”. Lo que yo añadiré, no en respuesta, sino en consideración, a la
necedad
de estos, que tendré por hierro el gastar más tinta en despreciarlos bien que vuelvan a armar su audacia desatenta de romancillos
malmirados,
pues cuantas veces se les opusiere la réplica, tantas los tratará el uso como racionales.
Resta solo que suene para alcanzar al término de esta ociosidad, la
trompa
insigne del
prestantísimo
Nasón.
Ofrezca
pues, bien permitidos, no mal hurtados de la narración de los meses, algunos versos a sazón de la necesidad:
Ovidio
tto. 1 Fast.
Lite vacent aures, insanaque protinus absintIurgia; differ opus, livida lingua, tuum.
Deje el pleito los oídos,
locas se ahuyenten, luego,
las riñas, turba
invidiosa,
depón tu trabajo necio.
Flamma nitore suo templorum verberat aurum,
Et tremulum summa spargit in aede jubar.
Ya el
Sol,
con los rayos suyos,
pulsa las puertas del templo
y en el alto solio esparce
la luz dudosa, el lucero.
Colla rudes operum praebent ferienda iuvenci,
Quos aluit campis herba Falisca suis.
1. [N. de la Tr.: La tinta se está borrando]. Gregorio.
2. [N. de la Tr.: La tinta se está borrando]
de aliorum labore et vigilo stipulare.
Hier. In Oseam.
3.
Sicut sagitta, si mittatur contra duram materiam non numquam in mittentem revertitur est vulnerantem ita detractor.
Idem,
Epist. Ad. Rust.
4.
Ordinis ignorantia conturbat negotiorum naturam; formamque meritorum. Statutis facere contraria non est intelligere sed ignorare.
S. Ambr. in Psalm. 118
5.
Optimus acgravissimus quisque confitetur se multa ignorare et multa sibi etiam atque etiam esse discenda.
Cic.tb. 3 Tusc.
6.
Quem ad modum apes et sunt cum dolore insigere aciem sed tandem relicto velipse pre cunt ita est detractione.
7.
Quod vero datum sibi laurum sceptum a Musas carit Hesiodus laborem? Diligentiam suzibentis… explereat quod velutis sent amium lavri folia ita virtus sudor vel ipsum este se laborirsus.
Pier. Valer. Tb. 50.
8.
Dentes dicti sunt a demendo, ideo pulchre linguae detrahentium dentes vocantur, quia sicut illi ciborum partes demunt ita et isti opiniones hominum corrodunt.
Cass.in Psalm.
9. Scientia dividendis eddi dociles auditores. Boet. Tb. Divis.
10. Non conturbabit sapiens publicos mores, nec populum in se vitae novitate convertet Senec. Epist. Ad Lucil. 120.
11. Ut fuci cum ipsi non mellificent, tamen illarum insidiantur laboribus: ita sunt qui nihil ipsi excudant, sed aliorum vigiliis elaborata furto vendicant. Eras. Ex Plin. Lb. 11 cap. 15.
12. Non omne quod extremum est finis dicitur, sed id denique quod est omnium praestantiseimum Arist. 2 de Nat. Cap. 2 Fil. 23
GRUPO PASO (HUM-241)
FFI2014-54367-C2-1-R
FFI2014-54367-C2-2-R
2018M Luisa Díez, Paloma Centenera