Información sobre el texto

Título del texto editado:
Gusto del siglo presente, injustamente creído exclusivo de las Buenas Letras
Autor del texto editado:
Andrés, Juan 1740-1817
Título de la obra:
Origen, progresos y estado actual de toda la literatura. Tomo III
Autor de la obra:
Andrés, Juan 1740-1817
Edición:
Madrid: Antonio de Sancha, 1785


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Gusto del siglo presente, injustamente creído exclusivo de las Buenas Letras


Así que no puedo aprobar las declamaciones que contra este siglo hace el Abate Resnel por el favor exclusivo que él cree que se da a las Matemáticas y a la Física, con perjuicio de las Buenas Letras; no pienso que sobre sus ruinas se quiera erigir un trono a las Ciencias, ni puedo imputar a la Física y a las Matemáticas la soberbia tiranía de querer mandar solas en la república literaria y, al modo de los emperadores otomanos, condenar a muerte a los que pueden tener algún derecho para entrar a reinar con ellas. ¿No ha visto el mismo Resnel honrarse la Academia Francesa con los individuos más respetables de la de las Ciencias, y el mismo dignísimo Secretario de ésta, Fontenelle, querer más bien ser contado en la clase de los ingenios amenos y de los cultos escritores que en la de los profundos matemáticos? Al mismo tiempo que la Francia contemplaba con lisonjera complacencia a Cassini, Mairan, Bouguer, Clairaut, La Caille y tantos otros matemáticos célebres, viéndolos engolfarse en los más profundos cálculos y en las más recónditas especulaciones, ¿no aplaudía igualmente a Montfaucon, a Caylus, a Barthélemy y a tantos otros célebres anticuarios que corrían animosamente los inmensos espacios de la más vasta erudición? ¿No oía con gusto a Crébillon, a Voltaire, a Gresset y a otros poetas? ¿Y no leía con gusto a Massillon, a Rollin, y a otros historiadores elocuentes y escritores de todas especies que acarreaban más y más lustre a las Buenas Letras? ¿Han sido más honrados por la Inglaterra Allejo y Maclaurin que Addison y Pope? Y, para acercarnos más a nuestros días, ¿ha concedido la Inglaterra mayor favor a Simpson y a Maskelyne que a Hume y a Robertson? Italia y Alemania, ¿han venerado más a Riccati y a Lambert que a Metastasio y a Gessner? Y el mundo todo, ¿respeta más a Euler, Lagrange, Boscovich y Laplace que a Rousseau, Voltaire, Raynal y Linguet? ¿Tienen acaso más fama Buffon y Bailly por la profundidad de su sabiduría que la gallardía de su estilo ? ¿Y D'Alembert no ha querido en cierto modo abandonar las Matemáticas en obsequio de las Buenas Letras? Tal vez tendrán más motivo las Ciencias Exactas para lamentarse de este siglo si se cotejan los alegres y ruidosos aplausos que se conceden a las gracias del estilo con las sordas aprobaciones que se dan a sus especulaciones profundas, y viendo que algunos de sus más esforzados campeones casi desiertan de sus banderas para alistarse en las de las Buenas Letras. Y así, no creo que los lamentos de Resnel sean bastante fundados ni que justamente se le pueda poner a este siglo la tacha de despreciador de las Buenas Letras por su demasiado afecto a las Ciencias. El espíritu filosófico, que, no sin razón, se quiere llamar espíritu de este siglo, hace a la verdad mirar con indiferencia, y aun con enfado, un insípido versista, un vano charlatán y un pedante erudito; pero, por otra parte, es el primero que coge el laurel para coronar a los verdaderos poetas y a los escritores elocuentes, y se emplea gustoso en erigir inmortales estatuas a los anticuarios laboriosos y útiles que saben enriquecer con sus luces la Historia y todas las Ciencias. Las nueve Musas, como fingía la docta Antigüedad, son todas hermanas que, cultivando juntas las amenas cimas del Parnaso, viven entre sí con la más perfecta armonía y, con amigable igualdad, gozan todas del favor público, que es lo que constituye la parte más preciosa de sus dotes. Así que, en mi concepto, mejor piensa De La Nauze, haciendo ver en la Academia de Las Inscripciones y Buenas Letras que ni en Grecia ni en Roma ni en otra nación alguna se ha introducido jamás el cisma entre las Ciencias y las Buenas Letras, y que será indisoluble el vínculo que las tendrá perpetuamente unidas. Más justamente podría lamentarse alguno de la demasiada intimidad y del excesivo comercio que hay en el día entre estas dos partes de la literatura. Tal vez el querer pasar con exceso a las materias científicas los adornos de las Buenas Letras podrá, con el tiempo, ocasionar perjuicio a la exactitud y justa severidad de las Ciencias; y ciertamente acarrea ya gran daño a las gracias de las letras humanas el cargarlas, como hoy en día lo hacen muchos, de expresiones geométricas y de voces científicas, y el transferir a los elogios, a las oraciones académicas y a la misma Poesía muchas palabras que son propias de las Matemáticas, de la Física, de la Química y de las otras Ciencias. Pero dejemos ya las observaciones generales y, descendiendo a considerar con más particularidad todas las clases de las Buenas Letras, examinándolas cada una de por sí y siguiendo los progresos que han hecho y las vicisitudes que han sufrido, veamos el origen, los progresos y el estado actual de todas las Buenas Letras.





GRUPO PASO (HUM-241)

FFI2014-54367-C2-1-R FFI2014-54367-C2-2-R

2018M Luisa Díez, Paloma Centenera