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Título del texto editado:
Epístola I. A.D. Álvaro de Portugal, conde de Gelves
Autor del texto editado:
Cueva, Juan de la 1543-1612
Título de la obra:
Obras
Autor de la obra:
Cueva, Juan de la 1543-1612
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Epístola I, a don Álvaro de Portugal, conde de Gelves, etc. En que se reprehende a los poetas que usan en sus poesías de traduciones y de imitaciones y a los que ocupan sus escritos en celebrar damas queriendo por ellos valer con ellas

Creo, según me dixo un su criado,
que vuestra señoría no se acuerda
de mí, que de su libro estoy borrado.

Y aunque digo que creo, no concuerda
con lo que creo en esto, ni he creído [5]
que de mi nombre la memoria pierda.

Y así no seré en contra persuadido,
aunque le aquexe y trabe letargía,
coma lotos y beba en el olvido.

Que la esperiencia tengo que desvía [10]
cualquier vana opinión que toque en esto,
hecho en su aprobación y en causa mía,

por donde entendí luego el presupuesto
del que me dio el recaudo viscaíno,
tan lexos de verdad cuan libre y presto. [15]

Dexome su respuesta tan mohíno,
que a poder le quitara el ordinario
de pan, de carne y la ración de vino.

Y por vengame de él y su salario,
lo hiciera por fuerza ser poeta, [20]
que basta por castigo al más contrario.

Y en siendo intruso en esta febea seta,
le sacara licencia de un amigo
que en el Parnaso sirve de estafeta;

que pudiera sin miedo de castigo [25]
hacer de coplas una grande copia,
tales y tan sin fruto cual quien digo.

Diera ripio ayudándole a su inopia
con términos, vocablos y epítetos
que servirán de lengua en Etiopía. [30]

Hiciera que supliera sus defetos
con arte, aunque sin ella declarados,
reservando aun así de los concetos,

que hiciera unos versos levantados,
con una hinchazón de hidropesía [35]
con hebras de oro, y perlas matizados.

Qué gusto diera a vuestra señoría
ver su lacayo hecho un mantuano,
y a los brazos revuelto con Talía

verle acotar el paso del toscano, [40]
parlar en bergamasco a guitarristas,
no suelta aun la almohaza de la mano.

Entrar entre los cultos petrarquistas,
con sus manos tocar el Anguilara,
en los Tassos, y esotros argibristas. [45]

Cuál entremés o cuál sarao igualara,
al verlo andar revuelto en traduciones,
su musa huyendo a la invención la caza.

Y será cuerdo andarse a imitaciones,
que en ellas está todo aderezado [50]
cual el que come a pasto en bodegones.

No tiene que aguardar que sea guisado,
mas (cual dicen) sentarse a mesa puesta,
donde es igual a su deseo el recado.

Así, estos que siguen la floresta [55]
de Italia, y a su ingenio no se atreven,
hallan en ella en qué colmar su sesta.

Y dicen que son necios los que beben
en Betis, en Pisuerga, en Tajo, en Tormes,
perdiendo esta merced que al cielo deben. [60]

De esta opinión algunos son conformes,
que serán antes que movidos de esto
de su unión las musas desconformes.

Veréis un gran poemista heroico, apuesto
que si miráis qué es suyo o traducido, [65]
queda cual la corneja descompuesto.

Esto no es vicio, esto es admitido
entre buenos ingenios que se liguen
sin dar más que la lengua o el sonido.

¿No es dado a los poetas que investiguen [70]
con la memoria y busquen la estrañeza
de las cosas más raras que consiguen?

¿Qué debo agradecer a la terneza
del español que al vulgo da un soneto
traduciendo del Bembo su fineza? [75]

¿Qué alabanza le dan al que un sujeto
sigue, sin jamás de él mover el paso,
y en él se ve por horas en aprieto?

¿Qué me hace Boscán? ¿Qué Garcilaso?
¿Que sus comentos y comentadores? [80]
Si no trabajo yo, ¿qué da el Parnaso?

No se adquiere la gloria y los loores
con el sudor ajeno, aunque de mano
tenga quien me levante con clamores.

Cuán fuera de razón, cuán torpe y vano [85]
es aquel que así piensa eternizarse
con flores producidas del solano.

Esto hace a mi musa retirarse
de seguir esta vía italiana
y a partes nunca oídas derrotarse. [90]

No porque yo no leo de buena gana
sus escritos, mas huigo y no les toco
como a deidad sagrada mano humana.

Muchos dirán que es este humor de loco,
porque los que más saben exercitan [95]
lo que repruebo yo y estimo en poco,

que si ellos traducen o si imitan,
que Virgilio imitó y traduxo a Homero
y que por eso no lo inhabilitan.

Que bien pudo Gil Sánchez, el hornero [100]
traducir del ajena en nuestra lengua
a Lucano, ponerlo por terrero,

y que su nombre no recibe mengua
por ello, aunque lo esparza en nombre suyo,
ni se aniquila, ni su gloria amengua. [105]

Al fin, señor, en este fin concluyo,
que lo que usan siempre este exercicio
de traducir, (que yo repruebo y huyo),

que después de seguir tan ciego vicio
se hacen siervos a servir forzados [110]
sin poder más de sí que aquel servicio.

Son de su libertad enajenados,
no les es permitido desviarse,
que al sentido y sentencia han de ir atados.

Por lo que dixo el otro han de guiarse, [115]
no pueden de su parte decir cosa
que al testo dexe en todo de arrimarse.

¡O vana sujeción y trabajosa
que han de ir donde los llevan obedientes,
sujetos a una ley tan rigurosa! [120]

¿Qué diremos, señor, de esotras gentes
que con imitaciones hacen plato
y tiranizan las sagradas fuentes?

Tocan alarma, fingen un rebato
con un horror que hace estremecerse [125]
y levantar el pelo con recato.

Y cuando viene claro a conocerse
aquel horrible son, es todo viento
llegados junto a donde pueda verse.

Con esto quieren el primer asiento [130]
en el Parnaso y escluir a Apolo,
y de musas hacer por sí un convento.

Cada uno por sí quiere ser solo,
no sufre igual, y aquesto como puede,
supliendo el natural con sutil dolo. [135]

Quieren que falte quien de Febo herede
la dulce lira y el laurel sagrado,
que cada cual a sí se lo concede.

Yo viendo así este bando levantado,
este furor poético encendido, [140]
y el parnaso diviso y alterado,

temiendo su violencia, oigo el ruido
desde fuera, cansado de cansarme
en cosas que evanecen el sentido.

No quiero ya en sus trípodas sentarme, [145]
ni ver sus academias, ni concilios,
ni por sus alabanzas ensalsarme.

Yo vivo a mi placer sin sus augilios,
haciendo un mal soneto por mi gusto,
pues no podemos todos ser Virgilios. [150]

Con esto me entretengo y de esto gusto,
celebro a don Jamón y al padre Baco,
y con Bontemp la buena vida ajusto.

Ríome cuando veo al otro flaco,
amarillo, los ojos muy sumidos, [155]
y que por fuerza la razón le saco.

Preguntado qué casos sucedidos
lo traen así, dirá que el hacer versos
a una dama que roba sus sentidos.

¡Oh inorantes poetas que en diversos [160]
escritos celebráis vuestras queridas!
No esperéis de ellas aunque sean mastersos.

Mirad que en balde consumís las vidas,
que con Amor no valen ya sonetos
ni las damas con ellos son movidas. [165]

Ya ocupé en este yerro mis concetos,
la bandera del fiero Amor siguiendo
a todo al yugo con los más sujetos.

Ya me vi que holgaba padeciendo,
ya me vi que mi gloria era mi fuego, [170]
el descanso y placer aborreciendo.

Y ahora he reducido a riza y juego
los que es Amor, riendo los amores,
libre de aquello que me truxo ciego.

No quiero ya privanzas ni favores, [175]
ni andar sujeto ajenas voluntades,
ni contender con nuevos amadores.

No quiero creer mentiras por verdades,
ni andar al paladar de una criada
que os viene con trecientas novedades. [180]

No quiero ver que pago una embaxada
con mi hacienda y vida y al fin queda
menos contenta cuando más pagada.

No quiero ver que cuando más me enreda
en su favor la dama y más le haga agrado [185]
en un momento contra mí se aceda.

Ándese quien quisiere desvelado
si entiende que así el gusto se mejora,
que el premio sacará que yo he sacado.

Ande cantando solo y a deshora [190]
mientras duerme la dama muy segura,
paredes tristes que es de mi señora.

Y si quieres, poeta, en tu locura
premanecer, no tengo que avisarte,
que bien sabes de Amor la desventura. [195]

Ponga el Amor su fuerza, estudio y arte,
en el lacayo de su señoría,
que del parnaso siga el estandarte.

Hágalo enamorarse de Talía,
que la requiebre y diga mil amores [200]
encendido en su fuego de poesía.

Pagárame el recaudo con sudores,
haciendo versos, viéndose en el coro
de Febo, con febistas tradutores.

Reiré verle cantar con hebras de oro [205]
al son de su almohaza a su querida,
con luces bellas de inmortal tesoro.

Y en cuanto vivo en esta libre vida
sin que el amor me ofenda con su arte,
pues así fue del cielo guarecida, [210]

¡Oh claro conde igual a Febo y Marte!
Cantaré vuestra gloria no imitada,
que se celebre y cante en toda parte.

Mas, ¿dónde puede haber tan apartada
gente de quien dexéis de ser cantado [215]
y vuestra ecelsa gloria celebrada?

En el Hemo de Orfeo cultivado
os cantan, y os ensalsa el belicoso
sármata, que es de sangre apacentado.

El que bebe del Nilo generoso [220]
la primer onda, en Letis la postrera,
el Félix árabe y el Sabeo oloroso.

Es cílice mojado en pluvia fiera
el sicambro y etíope de cabellos
vueltos, de allá os envían la voz ligera. [225]

Y conformando con las voces de ellos
diversas voces de diversas gentes,
y en una sola la de todos ellos,

y celebrando vuestras ecelentes
partes, no os dan igual en cuanto mira [230]
el claro Apolo en climas diferentes,
alto, sujeto a su divina lira.






GRUPO PASO (HUM-241)

FFI2014-54367-C2-1-R FFI2014-54367-C2-2-R

2018M Luisa Díez, Paloma Centenera