Información sobre el texto

Título del texto editado:
Epístola II. Al Jurado Rodrigo Suárez
Autor del texto editado:
Cueva, Juan de la 1543-1612
Título de la obra:
Obras
Autor de la obra:
Cueva, Juan de la 1543-1612
Edición:



Más información



Fuentes
Información técnica





Epístola 2. Al Jurado Rodrigo Suares. En que se trata el riesgo que corren los que comunican sus escritos con el vulgo y cuán poco premio se alcanza hoy de estos trabajos.

No dudo que os halléis, señor, contento
de ver ya vuestro libro concluido,
tan al gusto de vuestro pensamiento.

Y no será afición que os ha movido
a pareceros bien, que justamente [5]
merece del dios Febo ser leído.

Y así, de aquel que de este caso siente,
(si ha de seguir razón) seréis loado,
aunque le pese al vulgo maldiciente,

que tan divino ingenio y tal cuidado [10]
en descrebir las cosas de memoria,
de fuerza habrá de ser remunerado.

Y si la odiosa invidia a vuestra historia
el premio le negare que meresce,
el cielo mesmo le dará la gloria. [15]

Mas dexando esto ahora, que paresce
que me rige pasión, estoy notando
el ansia y el deseo que en vos cresce.

Cuán cuidoso andaréis solicitando
que se despache vuestro libro en Corte, [20]
a unos escriviendo, a otros hablando,

cómo procuraréis que el tiempo acorte
el corretor, que apruebe y dé al Consejo
su aprobación de modo que os importe.

Luego que os sea traído, qué aparejo [25]
tendréis de varias letras porque sea
impreso a lo moderno y no a lo viejo.

Entregareislo a nuestro amigo Andrea,
que en esta profeción ecede a todos
los que imprimen de Italia y Basilea. [30]

Usaréis de los términos y modos
de la nueva ortografía, viendo en ella
a Cabrera metido hasta los codos.

Señalaréis por corretores de ella
al maestro Girón, do Febo tiene [35]
todo el tesoro de su escuadra bella,

o al divino Herra, que detiene
con dota lira los airados vientos
y el monte a oírlo, cual a Orfeo, se viene.

Estos apuntarán, pondrán acentos [40]
en laimpresiónde vuestra ilustre historia,
de que están dinamente muy contentos.

Vos, lleno (y con razón) de mucha gloria,
con tal emprenta y tales corretores,
estimaréis por vuestra la vitoria. [45]

Aguardaréis el premio y los lores
que se le deve a vuestra culta obra,
aprobada de sabios escritores,

y entenderéis que, libre de sosobra,
viviréis ya de la nación honrado, [50]
que a la que más, por vos, se encumbra y sobra.

Aquí tiemblo cual hombre atarantado,
y queriendo hablar, estoy perlático,
viendo esto cuán mal es hoy premiado.

Aprobará un retórico o gramático [55]
su elocuencia, su lengua, y dará voto
cual si fuera un Sabélico, un Selvático,

y contra un parecer de un hombre doto,
querrá oponer el suyo un romancista,
y aun dar esposisiones sobre Scoto. [60]

Atreverase un bárbaro alquimista
dar a Mercurio reglas de elocuencia,
y de música a Febo un guitarrista.

Platón se puede allá guardar su ciencia,
Aristóteles toda su agudeza, [65]
si ha de pasar por la vulgar sentencia,

que ya no se le da el lugar ni alteza
que se le dio otro tiempo al que sabía,
cuando se estimó en más que oro o nobleza.

Ahora va por diferente vía, [70]
que calla el sabio y habla el inorante,
y dar luz quiere la tiniebla al día.

Tiénese en más el vidrio que el diamante,
que la plata el estaño, que oro el cobre,
que la verdad lo falso y lo inconstante. [75]

Osa ponerse contra el fuerte robre
el débil junco y la flegible caña,
y contra el rico Creso, Telo el pobre.

Esta desigualdad ofende y daña
lo justo, y hinche su maldad proterva [80]
de soberbios titanes la campaña.

Ahoga al trigo la contraria yerba,
a la vid sacra, la infecudanda grama,
el marhojo a la oliva de Minerva.

Las cosas dinas de loable fama [85]
las oculta la invidia rigurosa,
y a la virtud contrasta, ofende, infama.

De esta suerte va todo, ya no hay cosa
que sea esenta de su ley terrible,
a los ánimos justos, odïosa. [90]

Esto temo, y mirando el mal horrible
a que vais condenado y la tormenta
en que os veréis, sin verla bonancible,

dais vuestro libro a la vulgar emprenta,
seguro de la gloria que meresce, [95]
como si el vulgo tiene en eso cuenta.

Y aunque en su alto proceder paresce
que Apolo no le puede hallar falta,
vos veréis los naufragios que padesce.

El rayo con su ardiente furia asalta [100]
donde más le resisten, y el airado
viento, hiere la cumbre que es más alta.

El inorante y maldiciente osado,
ofenden lo más dino de alabanza,
porque siempre lo bueno es contrastado. [105]

De este modo reciben la venganza
de lo que les negó Naturaleza,
que su terrestre condición no alcanza.

¡Oh tristes escritores, qué torpeza
seguís, qué ceguedad, qué desvarío, [110]
qué locura tan grande y qué baxeza!

¿No veis que os sometéis al señorío
y a la jurisdición del vario vulgo,
que trata lo más justo con desvío?

De parte del dios Febo os descomulgo, [115]
si no quemardes vuestras obras luego,
y esta censura última os promulgo.

Seguiros ha de hoy más a sangre y fuego,
anatematizando al que ecediere
de esto que por bien vuestro os pido y ruego. [120]

Haced al punto lo que manda y quiere,
o cesará de daros sus favores,
pues sin su amparo todo escrito muere.

Hará que no alcancéis con mil sudores
una claúsula buena, aunque estos daños [125]
en los pobres poetas son mayores,

que de Hipocrene estancará los caños,
cesará el chorro de su dulce vena,
y no harán dos versos en seis años.

No les acudirá la copia llena [130]
de epítetos y términos galanos,
ni modos de hablar de lengua ajena.

Comeranse los míseros las manos
tras un conceto y, sin poder cuajallo,
quedarán todos sus intentos vanos. [135]

Por mejor tengo que queráis dexallo,
pues os lo manda Apolo por censuras
y es tan sin fruto cual sabéis usallo.

Si el soldado padesce desventuras,
en Libia al sol, en Citia al viento fiero, [140]
espera bien de sus congoxas duras.

Si le ofresce al peligro el marinero,
recompensa su riesgo la esperanza
que le promete el tiempo venidero.

Mas el pobre escritor, sin confianza [145]
que el galardón debido le prometa,
trabaja para dar de sí venganza.

Recójase a otra vida ya el poeta,
siga el historiador otro camino,
pues prevalece la contraria seta. [150]

Váyanse los febistas a un molino
y los mercurïales a una noria,
pues lo uno y lo otro es desatino.

Quédense los que quieren la vitoria
y el triunfo de las letras que no entienden, [155]
destierren la Poesía y Oratoria,
y Dios os libre de estos que así ofenden.






GRUPO PASO (HUM-241)

FFI2014-54367-C2-1-R FFI2014-54367-C2-2-R

2018M Luisa Díez, Paloma Centenera