Información sobre el texto

Título del texto editado:
Respuesta a las cartas de don Luis de Góngora y Antonio de las Infantas
Autor del texto editado:
Vega, Lope de 1562-1635 [círculo]
Título de la obra:
Contra la pestilente poesía
Autor de la obra:
Góngora y Argote, Luis de, 1561-1627
Edición:
1614


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Respuesta a las cartas de don Luis de Góngora y de don Antonio de las Infantas


Hallándose aquí en el mes de septiembre pasado un caballero soldado amigo mío, aficionado a buenas letras, a hombres estudiosos de ellas y a vuesa merced por extremo, vio las Soledades, que por ser de vuesa merced las deseaban muchos, y lastimándose de que entre tantos amigos ninguno desengañase a vuesa merced, le escribió una carta que pudiera ser principio para entender la verdad de lo que acá pasaba. Antes, la comunicó con muchos suyos que en cosas de mayor importancia dan acertados pareceres; algunos aprobaron su determinación, y yo quisiera que no la ejecutara, porque si tengo a vuesa merced por aventajado en el estudio de la igualdad estoica, por serlo en el de la erudición poética es más conocido. Y afirman tantos que esta tiene algo de furor divino y mucho del humano, que siempre temí había de arrastrar a vuesa merced a responder enojado y satírico, admitiendo mal el desengaño que merecía agradecimiento. Confieso a vuesa merced esta desconfianza mía, y que el dueño de la carta me convenció con que dejásemos el aborrecimiento de verdades para señores y validos, que traen algodones de lisonjas en las orejas. Que vuesa merced, cuando tuviera algo de uno o de otro, goza de tan superior ingenio y estudio en todas letras y buena policía, que él se prometía muchas mercedes, y aun estatua en algún soneto de vuesa merced. Y si bien el ánimo con que él escribió lo merecía, no me admiro del disgusto con que vuesa merced responde, pues como cabal en todo, habrá querido imitar a Demorato enojado con Perilo y agradecido con Orontes, porque en un caso digno de reprehensión el primero le habló con blandura y el segundo con aspereza, dando a entender el perjuicio de la adulación. Pero mi amigo escribió sin ella y con cortesía, y a esto atribuya vuesa merced su compostura. Él se fue a Nápoles, y a mí entre otros llegó la respuesta de vuesa merced, y como su servidor, y amigo del ausente, he querido algunas veces satisfacer a vuesa merced en parte de su enojo sirviendo a los dos de componerlos; mas viendo que en vuesa merced es menos la modestia de filósofo que la furia de poeta, escogí el silencio, pareciéndome que el tiempo pondría a vuesa merced en verdadero conocimiento de su obligación. Y quise más esperarlo que tentar el sufrimiento de vuesa merced con nueva ocasión de manifestar la fragilidad de su prudencia, pues escribiendo yo con mi ordinaria templanza, me ponía en peligro de parecer a vuesa merced adulador, y diciendo sin ella la verdad, pude temer que su desgracia y su acedía de vuesa merced lo convirtiesen en ponzoña. Así callaba persuadido que lo que vuesa merced escribió era primero movimiento, que tanto excusan los teólogos, y no le estaba mal a vuesa merced que así lo entendieran todos, pues no procediendo tal carta de tal principio, los mayores amigos de vuesa merced la condenan por extranjera de los términos de cortesía y prudencia, firmando también esta sentencia su hijo Mendoza, que se hallara contento de poder excusarla por el camino de primer impulso, pues todos conocen la fuerza de una cólera. Mas visto que vuesa merced prosigue en hacer versos con su acostumbrada graciosidad, ofendiendo la carta del ausente como si fuera de enemigo, y que para ello mete obreros valiéndose de la autoridad del señor don Antonio de las Infantas, aunque el ausente pudiera callar como Sócrates (cuando, no cesando el que de él murmuraba en su presencia, se apartó callando de la conversación, y preguntando el murmurador por qué se iba respondió el filósofo que, como el maldiciente tiene facultad de serlo, él la tenía de callar y de no oírlo), acordándome de que admirado Arquidamas de ver [a] Alcateo, orador famoso, que en un banquete estuvo callando, y excusándose con decir que el orador no solo ha de aprender a hablar bien, sino la ocasión en que lo ha de hacer, se rió mucho de él atribuyendo a ignorancia lo que procedía de ciencia y de cordura, no he querido excusarme de decir a vuesa merced la ausencia de mi amigo para que por su silencio ni vuesa merced lo juzgue de descortés ni falto de suficiencia para responder a tantos papeles como salen cada día en su ofensa de él y en favor de las Soledades, que en sabiendo de ellos bien cierto es que dará cuenta de sí, y a vuesa merced satisfacción. Y no lo desestime por no conocerlo, y por ser solo, que mayor señor que vuesa merced era Filipo, padre de Alejandro, y gran político y filósofo, y si se enojó con Agis, embajador espartano, porque venía solo a hacer su embajada, admitió aquella celebrada respuesta que para un hombre solo otro bastaba. Y porque yo también tengo mi ánimo de servir a vuesa merced, no he de dejar al ausente solo el cuidado de responder por entero; y cuando faltándome estos buenos respetos imprimiera yo este papel, no me hagan vuesa merced y el señor don Antonio el cargo que al soldado, pues de las cosas que salen en público, en público se puede hablar y así lo pide Mendoza. Y acuérdese vuesa merced del famoso pintor que estimó la advertencia del zapatero; no digo que esta lo puede ser, que no presumo tanto, mas pido a vuesa merced que, conocido mi celo, no sea ingrato, pecado tan aborrecido a todos ojos, y si no como merezco, agradézcamelo vuesa merced como pudiere, que negar del todo obligaciones grandes solo se permite a príncipes, por la posesión que de ello han adquirido. A vuesa merced escribo a solas y, por que no diga el señor don Antonio que le he faltado, este sea el exordio de esta carta; y antes que entre la narración perdóneme vuesa merced el no ser breve, que respondiendo a tantos papeles, y lo que más es, para satisfacer a vuesa merced, no he hallado cómo sin ser más largo de lo que quisiera.

Si vuesa merced como lo dice fuera observante de los preceptos de Horacio, dejara reposar sus obras, si no el tiempo que él aconseja, el necesario por lo menos para que salieran libres de descuidos, que aunque es general el que en esta han introducido algunos poetas nuestros, deseosos más de gozar las flores y agudeza de ingenio que la madurez y fruta de juicio, viciándose por no practicar lo más precioso de su arte, vuesa merced no puede excusarse con los muchos siendo tan único en publicarse tal en la observancia de él. Mas en la desgracia de las Soledades tiene gran culpa esta omisión, y mayor en su carta de vuesa merced, pues viniendo sembrada de contradicciones y opuesta a tantos principios de Retórica, no se puede creer que proceda de malicia, si ya no predica vuesa merced para que se salven otros. Y no es pequeño fundamento de estas oposiciones ver que vuesa merced dé principio a una carta suya escribiendo de sí que es vengativo, no pudiendo ignorar ser esto contra prudencia, contra la ley de cristiano y contra la caballeresca (de que se precia tanto vuesa merced), pues el pundonor que esta tiene en las venganzas se funda en la del duelo, la cual todas las satisfacciones de injurias remite a obras, prescindiendo de palabras. Y si vuesa merced mirara en ello, reconociendo en la suya que la carta del ausente es aviso de amigo, no le dijera injurias tan desmedidas que no pueden vestirse sino con sayo de colores. Admitir vuesa merced la carta del soldado en cuanto hace en su favor, y, condenando el lenguaje de ella, confesar vuesa merced que es el de sus Soledades, es condenarlas vuesa merced mismo, hablando la boca de la abundancia del corazón, efecto cierto de las acciones repentinas, con que quedara excusado vuesa merced de los descuidos de hasta aquí, que la diferencia del lenguaje cualquiera la conoce. Tratar al ausente de ignorante, y que no ha de entender lo que vuesa merced escribe ni tiene capacidad para ello, si es grosería vuesa merced lo juzgue, y también si para decirlo por estos mismos vocablos es necesaria mucha habilidad. Y bien pudiera vuesa merced no meter animales de cerda ni otras voces inmundas en papeles tan graves, pues en ellos vuelve por sí vuesa merced sobre el caso de su mayor reputación en la facultad que profesa, y las veces que ha tomado semejantes inmundicias en la boca no ha salido tan limpio que no pudiera acordarse de que hay Esgueva, y hubo en él Musa que cantó las armas y el varón, y no saca Guadalquivir todas las manchas de Vecinguerra. Ni era fuera de propósito este memento homo para no levantar testimonio a la fiesta de Pentecostés haciéndola del Testamento viejo, que me ha pesado porque no falta quien diga que por ser del nuevo se le ha olvidado a vuesa merced, con que pudiera excusar la confesión voluntaria de ignorar el primero, pues con este yerro de cuenta muestra bastantemente la igualdad con que ha estudiado en los dos vuesa merced, de cuya carta remití un traslado al ausente quitándole esta agudeza de que vuesa merced ha quedado pagado tantas veces, porque si bien el soldado estudia para escribir comentarios imitando a César, temo que, aunque la carta de vuesa merced es harto civil, se haga el negocio criminal; y quiero asegurar a vuesa merced y hacerle este servicio, que si me le pagare tan mal como a él el suyo, yo hago como quien soy.

Vuesa merced leyó de priesa, o con pasión, la carta del ausente, pues siendo una de las proposiciones de ella la desdicha de Babel, vuesa merced la llama humilde símil, y cuando lo fuera, siendo de torre de gigantes y de uno de los mayores pecados y más castigados en el mundo, y de los más ponderados en historias humanas y divinas, no sé cómo le parece humilde símil, aun cuando no procediera de soberbia, que es su opuesto. La advertencia que vuesa merced hace al ausente del secreto que no entendió al escribir este misterio sé yo que la ha de estimar, porque es muy amigo de saber, aunque mirada bien y el propósito a que él la escribe parece todo uno y que así lo afirma vuesa merced, pues al pie de tan docta explicación dice luego que las Soledades no van confusas, sino que la malicia las confunde en su mismo lenguaje, con lo cual las excusa vuesa merced de esta confusión. Luego bien entendió que de ella le acusaban con solo apuntar la desdicha de Babel, y lo que vuesa merced entendió eso se dijo. Demás que tan castigado fue de los que hablaban como de los que oían que entendiendo los unos que decían una cosa los segundos formasen concepto de otra, y esto mismo ha sucedido entre vuesa merced y sus oyentes, y así parece que la advertencia de vuesa merced es de menos importancia que debiera, respeto de la satisfacción con que la da. Mas pase este descuido con los otros, y háganos vuesa merced merced de sacar a luz la miscelánea cuatrilingüe que ofrece, que es muy deseada y he visto a muchos alborozados esperándola, porque de tal caudal nos prometemos un monstruo de erudición y agudeza, si bien algunos, podría ser que con envidia, esperan el que pinta Horacio, o el parto ridículo de los montes. Y hablando verdad con vuesa merced, no sé si es acertado divertirse a tantas lenguas, porque el río derramado en brazos enflaquece su corriente principal, y eso mismo dice, el filósofo, del entendimiento atento a muchas cosas diferentes. Bien lo entendió Aristipo cuando, alabándole un hombre que sabía muchas cosas y diversidad de lenguas, dijo que no envidiaba él a los tales, sino al que sabía mucho; que como un estómago se corrompe con variedad de manjares, dejando de digerir unos por otros, decía él se ofuscaba un entendimiento con diferencia de ciencias. Pero letrado ha habido que jugaba cañas sin que las letras se lo embarazasen, de las cuales decía que no embotaban las armas. Y si un malicioso no glosara que esto se entendía cuando las letras eran pocas, no era mal texto para probar la composibilidad de estudios que vuesa merced ha hecho a tantas lenguas diversas, que no deja de hacerse dificultoso, porque como cada una tiene tanto que saber, el que más estudia en la extraña, si llega a leerla con buena pronunciación y acentos, hace harto; si a entender algo de ella, mucho; y si a escribirla, muchísimo, y todo esto no es más que leer y escribir, y de este término al de alcanzar la fuerza de las frases, propriedades y galanterías de la tal lengua, y lo demás necesario para componer en ella, bien sabe vuesa merced la distancia que hay, como sabe también que pocos o ninguno han escrito en lengua ajena conceptos proprios que merezcan nombre de poema o trabajo de importancia, que fragmentos sueltos o traducciones muchos los han acometido y pocos lo consiguieron con perfección. Mas esta miscelánea de vuesa merced ha de ser el plus ultra no conocido hasta aquí, y cuanto a la lengua griega, buen principio le han dado vuesa merced y sus comentadores declarándonos lo que quiere decir aforismo, y el poeses tan repetido en sus escritos; que quien esto alcanza no lo ignora todo.

Muy conocido es el gran trabajo que costaron a vuesa merced las Soledades, como se lo costó a los embajadores samios la oración afectada y prolija que hicieron a Lavoto, sabio capitán lacedemonio, y por no ser de importancia ella, ni el caso en que la hacían, los reprendió mucho del tiempo que con hacerla habían gastado, como lo dice Heródoto, y refiere Tácito; y bien cierto es que trabajó mucho en aprenderlo el que metía garbanzos por la boca estrecha de un cántaro tirándolos de lejos uno a uno; y admirado su rey de esta habilidad le mandó dar una fanega de ellos para que la ejercitase, que ciencia tan importante no merecía menor premio; mas no se sabe que otro le imitase en aprenderla hurtándole la invención. La de estas Soledades ya dice Mendoza que de hoy en diez años parecerá menos mal, mas en ambos fueros es tan peligroso creer vaticinios, que habiendo muchas personas deseosas de que este sea cierto, no se lo persuaden. Y no le dé cuidado a vuesa merced, que como las cosas que mucho se desean se temen mucho, de aquí procede la incredulidad; y bien sé yo que debe a otros vuesa merced más que a Mendoza, pues aunque en esto les falta fe, tienen tanta esperanza en su profecía, que, puesto que el término de ella les parece breve, dicen que esta Soledad de vuesa merced ha de ser como pasta de porcelana, que enterrada cien años, del ciento y uno en adelante suele ser de provecho.

Lástima es que vuesa merced esté engañado dándose a entender que a costa de su trabajo ha llegado nuestra lengua a la alteza de la latina, y que en tenerse por inventor de esta maravilla se halle consolado de los muchos en que le han puesto las Soledades; y si yo no quisiera bien a vuesa merced, dejárale estar en este pensamiento, que no se me ha olvidado el chiste del que hallando loco a un hermano después de una larga ausencia, y que era su tema decir que el puerto de Lisboa y los navíos que en él entraban eran suyos, hizo tanta diligencia en curarle que sanó el enfermo, de que mostró mucho sentimiento, porque sano perdía el señorío de que en su imaginación gozaba estando loco, y agradeció a su hermano la voluntad y no la obra; mas yo espero que vuesa merced lo agradecerá todo pues todo es tan bueno.

Y más vale que a solas haga yo a vuesa merced este servicio que esperar el suceso de Menócrates, médico que, habiendo acertado algunas curas, el vulgo dio en llamarle Júpiter por la salud que daba; él, llevado de la vanidad deste aplauso, escribiendo al rey Agesilao dijo: Menocrates Jupiter Agesilao Regi salutem; el cual, sin ver más que el sobreescrito de la carta, respondió a ella: Agesilaus Rex Menocrati sanitatem. Y en verdad que con lo que vuesa merced tiene aprehendido en la imaginación podría verse más peligroso que este médico; y tanto como el poeta que dando un libro al príncipe Antálcidas, preguntándole qué contenía, habiéndole respondido que alabanzas de Hércules, replicó el príncipe que quién le vituperaba. Eso mismo podemos preguntar a vuesa merced, pues nadie ignora que nuestra lengua llega a la alteza de la latina. Y si vuesa merced es autor de esta grandeza ha de ser o por haberla extendido tanto como ella, o por haberle dado igual perfección. La extensión parece que tiene mayores fundamentos; porque como la que tuvo la latina procedió de la extensión de su imperio, en el cual era ella vulgar, extendiéndose gobernadores y ministros de él, se extendió la necesidad de negociar en ella, a que ayudaron con mucha industria y acuerdo los romanos, porque haciéndose semejantes en trajes, costumbres y lengua, sus vasallos les irían connaturalizando el dominio, que tanto se aborrece de extranjeros, procurando hacerle con arte tolerable, ya que era por naturaleza aborrecible, y de esta misma extensión del imperio español procedió la de su lengua, sin debérselo a vuesa merced, de que no puede dudarse; y así viene a estar el engaño en atribuirse vuesa merced la perfección que le debemos.

Esta se ha de verificar con hombres doctos españoles (aquí hay más que en otras partes), que aunque Mendoza los reduce a catorce, pudiera acordarse de los PP. Pedrosa, Cerda, de Pedro de Valencia y de otros hombres graves y doctos, que no sólo los que han hecho versos públicos son capaces de materia tan importante; y si entre todos juntare vuesa merced tres pareceres aprobando el suyo, por el ausente doy palabra a vuesa merced que no le escribirá más, sino que irá a gozar de la amistad que vuesa merced le ofrece de partido; que sin duda deben de ser muy para gozarse el patinejo, la ama y mula, y las demás sabandijas en quien libra vuesa merced el consuelo del aprieto en que le puso la carta del soldado. Y porque juntar tres votos y en ese lugar dirá vuesa merced que no es muy fácil, y se quiere usar de benignidad, en enviando vuesa merced aprobación del señor doctor Alderete, canónigo de esa santa Iglesia, quedará libre de esta enfermedad que tantas veces le sale a la boca. Y si, por desgracia, no pudiere vuesa merced acaudalar esta negociación, ya que el señor don Antonio en defecto de España acude a Italia por que los doctos de aquella provincia aprueben las Soledades, junte vuesa merced de cuantos hay en ella otros tres pareceres, que no me he de volver atrás. Y por que sepa vuesa merced con cuánta seguridad me animo a esto quiero decir a vuesa merced que habiendo comunicado muchos hombres de los que en nuestros tiempos más han florecido en academias italianas, siempre les he oído alabar y aun envidiar mucho nuestra lengua; no porque en ella están escritos poemas de más perfección que en la suya, que en esto ventaja nos hacen y lo conocen, como nosotros lo debemos confesar, ni por tener dificultosa la construcción, y de períodos largos e intricados, sino por la excelencia de haber hallado cómo decir en una redondilla un concepto y a veces más sin necesidad de otra para acabar de explicarle; y por haber adelantado tanto la perfección de los versos endecasílabos después que se usan en España, que casi cada uno construyéndole sin dependencia de otro hace sentido, y explica enteramente un concepto, que en poesías italianas antiguas, y apenas en modernas, los hallará vuesa merced, y cuando por la variedad se permitiese alguna partición del verso, buen ejemplo tiene vuesa merced en Virgilio, que usa de ellas las menos veces siendo todos los suyos tan enteros y rodados. Esta excelencia, siendo de las mayores de nuestra lengua, la destruye vuesa merced con su nueva gramática. Mire qué lejos está de perficionarse con ella. Bastantemente queda probado el engaño que vuesa merced padece; mas las presunciones proprias echan tales raíces, y yo deseo tanto persuadir a vuesa merced este desengaño, que le he de hacer otra demostración, valiéndome de lo que vuesa merced dice; quizá por ser suya con esta razón se convencerá. Dice vuesa merced que ha sido el inventor de que nuestra lengua llegue a la alteza de la latina a costa de su trabajo, y habiendo de ser esto cierto, obligación tiene vuesa merced de imitar y igualar a los príncipes de ella, Cicerón y Virgilio, por su camino cada cual; de ninguno de ellos se ha dicho jamás que es intricado y confuso, y de las Soledades lo dicen todos en general. Luego, ya que imiten a la latina, ha de confesar vuesa merced que no llegan a su alteza, pues son opuestas a los que tuvieron la mayor, y si hay otros autores latinos de obscuro y desabrido estilo que han sido bien admitidos, escribieron tan misteriosos sus conceptos que se les puede perdonar la obscuridad y confusión, como quien toma una purga por el provecho que de ella espera.

Y como naturaleza en pocos sujetos junta todas las perfecciones, a unos dota de facilidad de lenguaje; a otros de alteza de misterios, y a otros de diferentes gracias, así son pocos los que tienen no sólo todas, pero ni algunas acompañadas. Mas vuesa merced muchas ha juntado en estas sus Soledades, pues siendo ellas tan intricadas y escabrosas, como vuesa merced y sus comentadores lo conocen, son tan superficiales sus misterios que entendiendo todos lo que quieren decir, ninguno entiende lo que dicen. Y no es vuesa merced el primero a quien sucede, pues llegando un amigo de Camões a leerle un soneto, y preguntado qué le parecía, dijo que no le había entendido, y habiéndoselo explicado muy despacio respondió Camões que aquello entendió él que quería decir, mas que no lo decía el soneto. Y es dicha hallarse vuesa merced casos de tan gran poeta para autorizarse en los suyos; y no he querido dejar de decir a vuesa merced que he oído a muchos que no es perfección de nuestra lengua hacerla tan semejante a la latina, que obligue para entenderla a preceptos de construcción dificultosa, pues esto no es necesario, y solo es tomar lo peor de la latina; y si de ella se ha originado, ya está tan adelantada que por sí sola es capaz de escribirse, y se escribe por diferentes modos de la latina y proprios suyos que ya los ha adquirido, y se los han hallado sus escritores, como los tiene la latina, y usa de ellos sin guardar los preceptos de la griega ni asimilarse a ella, aunque le dio principio, de la manera que muchos discípulos han excedido a sus maestros, y muchos ramos de casas nobles crecido más o tanto como sus troncos.

No juzgue vuesa merced que digo sin fundamento que sus comentadores y vuesa merced conocen de las Soledades lo que todos, pues en su papel lo afirma cada cual. Vuesa merced, imputando al ausente que entre los defectos que en su carta opone a las Soledades es uno decir que vuesa merced no articula ni construye bien el romance, y pues en ella no hay palabras tales ni otras de que se pueda colegir, claro es que vuesa merced se lo conocía y le acusaba su conciencia para responder a esta objeción, que a veces huye el malo sin que le persigan. Cierto es que Mendoza y el oráculo de sus corolarios conocieron lo mismo y la urgente necesidad de prevenir respuesta, pues antes que saliesen en público las Soledades se apercibieron de comento, no enseñando ni repartiendo un papel sin otro; y en esto le debe mucho vuesa merced porque, ya que se anticipó a manifestar las faltas, no se retiró de explicar los lugares más dificultosos, como el instrumento de Arión, de Júpiter el ave, y los demás.

El segundo valedor de vuesa merced da mayores muestras del conocimiento que tuvo de esta flaqueza, pues habiendo recibido vuesa merced la carta del ausente y respondido a ella tantos días ha, ahora lo hace su merced de nuevo tan cuidadosa y tan menudamente, que manifiesta bien la necesidad que de ello conocía, tanto más por la confesión y desprecio que vuesa merced y él hacen de lo poco que importa la carta del soldado, la cual por esto no podía dar cuidado a dos varones tales; y así se ve que le tienen y le muestran, porque conocen de la obra que le ha menester: prevención y satisfacciones de conciencia poco asegurada. Vuesa merced me dará licencia para creer que el señor don Antonio no se movió a escribir en virtud solamente suya, que amigos tales no se encubrieran acto que tanta trabazón tiene entre los dos, y, cuando con poco primor no se alcanzara, el Mendoza no es de los más callados secretarios. Y así en algunas partes, bien que encargando el secreto a los oyentes, ha dicho que, como vuesa merced no quedó con satisfacción de su primera respuesta, ha hecho la segunda en testa de ferro del señor don Antonio; mas no lo creo, porque la carta más parece suya que de vuesa merced, y habiendo dicho que su edad y estudios no están ya para estas burlas no había de tornar a ellas, si ya no es que no se puede contener de decir gracias como el otro poeta de hacer versos, cuando por ello más le castigaban. Pero si un hombre agudo solamente puede consigo lo que un agudo y cuerdo, entiendo cierto que las décimas y sonetos que andan por ahí, en razón de estas materias, publicadas después de su primera respuesta de vuesa merced, son de otro, o por lo menos, ya que no lo sean, lo parecen.

Entre ahora el epílogo, que no querría cansar más con tan larga carta; por lo cual conocerá vuesa merced que pudiera o, por hablar más propriamente, que debiera tener más cuidado con lo que vuesa merced escribió, temiendo el suceso del ruiseñor, que habiendo cantado con voz de gran sonido le cazó un filósofo; y como pelándole le hallase tan sin carne dijo: tú no eres más que voz, y fuera de eso, nada. Ya que vuesa merced es colérico y amigo de gozar en verso de su ingenio, pudiera contentarse con tener buen nombre en las obras y cosas de facecias, o pensando tratar materias graves no haber gastado tanto tiempo en lo primero. Y a este propósito aconseja Catón Senior que no se ponga gran cuidado ni gaste mucho tiempo en las de risa; porque el hombre que esto hiciere, queriendo tratar después de cosas importantes, también será ridículo y burlado, y quien en una vida llega a perfeccionarse o tener buen nombre en una ciencia, mucho hace, pues la más breve es larga, y la vida más larga es corta, y el que en una facultad alcanza opinión en gran peligro se pone queriendo publicarse eminente en otra, pues no siéndolo, o pareciendo igual, en todo, pierde.

Homero y Virgilio fueron poetas heroicos; Horacio y Píndaro, líricos; Juvenal y Marcial, satíricos; Terencio y Plauto, cómicos; vuesa merced y Merlín Cocayo, ridículos, y aunque algunos de ellos escribieron juntamente otras cosas en diferentes estilos, hicieron su principal profesión en el que cada uno va nombrado. Y el autor de la Macarronea sintió de esto tanto que, habiendo hecho un poema heroico, y calificado en su academia por el segundo de Virgilio, lo quemó, no queriendo sufrir otro primero. Y así escribió en el estilo macarrónico, haciéndose en esto singular. Vuesa merced lo pudiera ser honrando a nuestra España, ya que en ella no hay Solón que diga mal de Eritreo ni Platón que de Homero murmure y de Tucídides, ni Licurgo que prohíba poetas, aunque fuera a propósito un pretor que los reformara. Nuestro siglo alcanza a vuesa merced, que puede autorizarle adelantándose siempre en el estilo que ha empezado, o si, ya que pone los ojos en otro, junta el ingenio que Dios le dio con el estudio y juicio en que tiene bastantes años para estar muy aprovechado; en nombre de esta república se lo suplico a vuesa merced por lo que a todos toca. Y si yo consiguiere merced tan general, quedaré contento pareciéndome que a mi patria y a vuesa merced les he hecho un gran servicio. Este ha sido mi intento principal, y si no me he dado a entender, reciba vuesa merced la voluntad, pues dado con ella hubo rey que recibió y agradeció un jarro de agua.

Al señor don Antonio beso las manos, y le suplico tenga ésta por propria, y si por hallarse vuesa merced embarazado su merced hubiere de responder a ella, o la quisiere comentar, vuesa merced le pida que sea fielmente, porque sería pesada reincidencia adulterar esta carta como la del soldado, pues esto más parece efecto de voluntad que de entendimiento, y para quedar conocido no es necesario ponerse en nuevos cuidados. Muy grande le tengo esperando la respuesta más aguda y menos cuerda que vuesa merced promete al ausente, y así le suplico me favorezca con ella, que sería lástima se malograse. Madrid, 16 de enero de 1614 años.





GRUPO PASO (HUM-241)

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2018M Luisa Díez, Paloma Centenera