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Título del texto editado:
Epístolas satisfactorias. Una, a las objeciones que opuso a los poemas de don Luis de Góngora el licenciado Francisco de Cascales, catedrático de Retórica de la santa Iglesia de Cartagena, en sus “Cartas filológicas”. Otra, a las proposiciones que, contra los mismos poemas, escribió cierto sujeto grave y docto, Epístola II, capítulos 1 [y 2].
Autor del texto editado:
Angulo y Pulgar, Martín de
Título de la obra:
Epístolas satisfactorias. Una, a las objeciones que opuso a los poemas de don Luis de Góngora el licenciado Francisco de Cascales, catedrático de Retórica de la santa Iglesia de Cartagena, en sus “Cartas filológicas”. Otra, a las proposiciones que, contra los mismos poemas, escribió cierto sujeto grave y docto.
Autor de la obra:
Angulo y Pulgar, Martín de
Edición:
Granada: Blas Martínez, 1635


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Número 1 [y 2]. * *


De las proposiciones que contiene el § y a que me parece debo responder, la primera dice: "si don Luis no hubiera dejado el zueco, el primer hombre fuera de nuestra nación en lo burlesco y satírico. Por haberse calzado el coturno ha perdido con muchos lo ganado y yo soy uno de ellos." No considero esta razón tan rigurosamente como vuestra merced, porque tengo por de invencible reconvención este argumento. Si un autor escribiese la historia pontifical con eminencia, y sin ella o con menos la de otros monarcas, ¿fuera justo que siendo los objetos tan distintos, por ser todo historia, perdiese lo que mereció en aquella por no haberse igualado con esta? La respuesta (a mi ver) ha de ser negativa, pues no perdió Platón el crédito que mereció por las obras suyas por la Apología que hizo por Sócrates, tan desigual a ellas como mal recibida. Ni don Francisco de Quevedo por las obras de sus mocedades pierde lo debido a otras de superior genio que ha sacado a luz. La aplicación del argumento a la proposición de vuestra merced es muy clara y en favor de don Luis, y así paso a examinar si mereció por el coturno lo mismo y más que por el zueco, respondiendo a las demás proposiciones.

La segunda es: "lo material de estas obras es muy trivial." Y mirando la más dilatada que compuso, que llamó Soledades, dice el licenciado Pedro Díaz de Rivas, en el magistral comento que hizo a las dos, "que habían de ser cuatro, en similitud de cuatro edades del hombre." Y aunque la autoridad de este sujeto por sí y por ser patriota de don Luis, con quien comunicó estrechamente, es grande prueba de esto, no la hace menor ver que en la Soledad primera, intitulada De los campos, pinta la juventud con amores, juegos, bodas y alegrías. La segunda (que aun no acabó), llamada De las riberas, trata de la adolescencia, con pescas, músicas y cetrería. La tercera, dice el licenciado Rivas, que había de ser De las selvas y hablar de la virilidad y prudencia con cazas y monterías. Y la cuarta, que había de tratar de la política, pintando un yermo, semejanza propia de la senectud. Según esto, cuanto al objeto material, ya están fuera de triviales estas obras. Y si miramos lo útil de ellas, no sólo hallaremos singular doctrina para ser gran poeta el que la imitare, pero en lo moral muchas virtudes y ejemplos graves. Trasladaré, entre muchos, solos tres que lo prueben.

En la Soledad primera, verso treinta, por el naufragante que salió en una tabla y la dio a una peña que lo recibió, dice:

Besa la arena, y de la rota nave
aquella parte poca
que le expuso en la playa dio a la roca,
que aun se dejan las peñas
lisonjear de agradecidas señas.


¿Qué más bien pondera la fuerza de la lisonja y cuán admitida es y cuán debido el agradecimiento al beneficio, ni qué más culta y eruditamente tocado el rito de ofrecer al templo la tabla del naufragio? Sabido es y que Horacio la canta en la oda 5 del libro 1.

En el verso 108 loa la vida del aldea y vitupera la de palacio, dice los peligros de este y la paz de aquella, de esta suerte:

No en ti la Ambición mora,
hidrópica de viento,
ni la que su alimento
el áspid es, gitano, etc.


¿Qué más galán perífrasis de la envidia? En el verso 124 condena la adulación y dice sus efectos con alusión a los que causan las sirenas. Reprueba la soberbia del favorecido, dice cuán fácilmente perece, comparándola al pavón, hecha rueda su pluma, y que la adulación dura lo que el valimiento, y el peligro de él, con la fábula de Ícaro:

Tus umbrales ignora
la Adulación, sirena
de reales palacios, cuya arena
besó ya tanto leño,
trofeos dulces de un canoro sueño.
No a la Soberbia está aquí la Mentira
dorándole los pies, en cuanto gira
la esfera de sus plumas,
ni de los rayos baja a las espumas
favor de cera alado,
oh, bienaventurado etc.


Si le buscamos alguna utilidad para lo histórico, hallaremos tratado, aunque como episodio (en relación del labrador al forastero), la navegación de Colón y descubrimiento del occidente con tres navíos, pues en el verso 422 dice:

Abetos suyos tres aquel tridente
violaron a Neptuno,
conculcadohasta allí de otro ninguno,
besando las que al Sol el occidente
le corre, en lecho azul de aguas marinas,
turquesadas cortinas.


Del descubrimiento del mar del sur por Vasco Núñez trata en el verso 439 y dice:

Segundos leños dio a segundo polo
en nuevo mar etc.


En el verso 475 da noticia del descubrimiento del estrecho de Magallanes en la nao Victoria, que después se guardó en las atarazanas de Sevilla:

Zodíaco después fue cristalino
a glorïoso pino, etc.


Y allí:

Esta, pues, nave ahora
en el húmido templo de Neptuno
varada pende a la inmortal memoria
con nombre de Victoria.


En la segunda Soledad se hallarán no menos virtudes que en la primera: sea ejemplo lo que Micón dice a su dama, verso 710, encareciéndole su amor, donde toca la costumbre de escribir los amantes sus afectos en las piedras para más perpetuidad que en los árboles sus nombres. Toca la ceremonia de quemar teas en los desposorios, y para persuadirla a que se goce, dice que todo lo consume el tiempo, con más gala y menos palabras que Ovidio, 15, Metamorfosis, fábula 3:

Si fe tanta no en vano
desafía las rocas donde impresa
con labio alterno mucho mar la besa,
nupcial la califique tea luciente.
Mira que la edad miente,
mira que del almendro más lozano
parca es interïor breve gusano.


En el verso 905 y 912 pondera el precio de la libertad y el peso del cautiverio con el ejemplo de un perro de aguas atado, y dice:

Can de lanas prolijo, etc.
número y confusión gimiendo hacía
en la vistosa laja, para él grave,
que aun de seda no hay vínculo süave.


Pues la admirable pintura del duque de Béjar y su caballo, y del estruendo y aparato de su cetrería, es muy singular: no la traslado, porque es larga para una carta, pero lea vuestra merced, si gusta, desde el verso 914:

En sangre claro y en persona augusto,
si en miembros no robusto,


hasta donde la dejó don Luis, que yo espero ha de confirmar mi parecer de que lo material de esta obra no es trivial; y el dejarla informe fue porque le faltó la fortuna y la vida.

La segunda mayor obra que don Luis compuso, y también no acabó, porque le faltó el favor, fue el Panegírico al señor marqués de Denia, primer duque de Lerma. En él trata su vida, su ascendencia y sucesión, su privanza y las cosas graves que en su tiempo se vieron. Para prueba de esto me remito al mismo poema, y en particular para ver su vida, a la estancia 7 y las siguientes, para su ascendencia, la 4 y 5, para la sucesión, la 15 y las siguientes, para su privanza, la 32 y otras, para los sucesos, la 39 y las siguientes, y otras. Todo esto por material heroico le tengo y espero que lo califique vuestra merced con su voto y piedra blanca, de que trató Ovidio, y don Luis mejor en la estancia 28 del Panegírico, y dice:

Servía y agradaba; esta le cuente
felicidad, y en urna sea, dorada,
piedra, si breve, la que más luciente
la antigüedad tenía destinada.


No, pues, sin fundamento afirmo que don Luis mereció lo mismo que por el zueco de lo burlesco y satírico, por el coturno en lo lírico y heroico, y algo más, pues tanto se levantó de la tierra en lo material.

Pero si a sus poemas grandes faltasen materias graves o no hiciese alguno de grande objeto que lo fuese, no por lo mismo se les niega la estimación a Horacio, Tibulo, Catulo ni Propercio entre los latinos, ni a Garcilaso entre los castellanos. Ni el ser la materia menos noble disminuye la grandeza de los grandes poetas, antes descubre más el ingenio, como de Claudiano lo juzgó Escalígero: "maximus" (dice) "poeta Claudianus, solo argumento ignobiliori oppressus, addit de ingenio quantum deest materiae." Ni es justo que con vuestra merced pierda sus méritos lo florido, nuevo, culto y erudito de 54 sonetos líricos y heroicos, 8 sacros, 25 fúnebres, varios 10, amorosos 50. Dejo los burlescos y satíricos (que serán otros 100), porque en esto ya le aventajavuestra merced. Ni que le niegue es justo la debida alabanza a las fábulas de Polifemo, Angélica, Leandro y Píramo y otros singularísimos romances, ni al de la esclarecida virgen santa Teresa ni a las décimas morales de los relojes ni a las letrillas morales de las flores y del arroyoy otras, ni a las graves canciones y dulces liras ni a las octavas heroicas y sacrasni a los ocho villancicos del Santísimo Sacramento y ocho de la Natividad, sin otros poemas que no refiero por ya sabidos y no ser molesto.





GRUPO PASO (HUM-241)

FFI2014-54367-C2-1-R FFI2014-54367-C2-2-R

2018M Luisa Díez, Paloma Centenera