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Título del texto editado:
Epístolas satisfactorias. Una, a las objeciones que opuso a los poemas de don Luis de Góngora el licenciado Francisco de Cascales, catedrático de Retórica de la santa Iglesia de Cartagena, en sus “Cartas filológicas”. Otra, a las proposiciones que, contra los mismos poemas, escribió cierto sujeto grave y docto, Epístola I, capítulo 3.
Autor del texto editado:
Angulo y Pulgar, Martín de
Título de la obra:
Epístolas satisfactorias. Una, a las objeciones que opuso a los poemas de don Luis de Góngora el licenciado Francisco de Cascales, catedrático de Retórica de la santa Iglesia de Cartagena, en sus “Cartas filológicas”. Otra, a las proposiciones que, contra los mismos poemas, escribió cierto sujeto grave y docto.
Autor de la obra:
Angulo y Pulgar, Martín de
Edición:
Granada: Blas Martínez, 1635


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Número 3. * *


La segunda objeción es "que por las continuas metáforas y atrevidas se hace oscura esta poesía. " Y válese vuestra merced para prueba con ejemplo del verso último de la rima primera de la dedicatoria de esta Fábula, que dice:

Peinar el viento, fatigar la selva.


Esta primera metáfora usó otra vez don Luis (otro no antes, a mi ver) en el verso 969 de la segunda Soledad por un baharí que seguía a un doral:

Rápido al español alado mira
peinar el aire.


Pues diré a quién y cómo hacen alusión estas metáforas, porque si han parecido atrevidas o por de no fácil inteligencia o por nuevas, entendidas, las alabe el que antes no penetró su mucha gala y similitud, y no repruebe su novedad, conformándose al parecer de Quintiliano, pues dice vuestra merced "que ningún hombre cuerdo se atreverá a perderle el respeto." Y aconseja este autor que se inventen novedades: "audendum tamen:" (dice) "nam, ut Cicero ait, etiam quae primo dura uisa sunt, usu molliuntur."

La alusión, pues, que hacen es a los cabellos, esto es claro, y hácenla de este modo: así como el peine, entremetiéndose por los cabellos cuando con sus dientes los peina, los divide y abre y hace lugar para su paso, así se le hacen las aves con sus alas por el aire, dividiéndole y abriéndole con ellas. Esto es tan evidente que aun lo juzga el sentido corpóreo, y cuando no lo juzgue, no por eso fuera atrevida la metáfora, pues dice por ella Quintiliano: "translatio quoque, in qua uel maximus est orationis ornatus, uerba non suis rebus accommodat. Quare proprietas non ad nomen, sed ad uim significandi refertur, nec auditu, sed intellectu perpendenda est." Luego ¡basta para ser buena la translación que la juzgue el entendimiento!

Probemos la conclusión con texto de don Luis, que, pues la frase es suya, bien es que la prueben sus versos, mayormente cuando por nueva no se halla en autor clásico. El verso tercero de la rima quinta de esta Fábula dice, hablando del cabello de Polifemo:

Al viento que lo peina, proceloso.


Esto es (y no puede ser de otro modo) al viento, que, entremetiéndose por el cabello, lo esparce y se hace lugar para pasar. En la rima 18 dijo: "y los arados / peinan las tierras." Y en el romance "Según vuelan por el mar," copla 8, finge garza un bajel y ave de rapiña otro que le sigue, y dice:

Peinándole va las plumas.


Lo cual no se puede entender bien de otra suerte, sino que, entremetiéndose los arados por la tierra, las uñas del tagarote por entre las plumas de la garza, se hacían paso para tomar nuevo lugar y dejar el que tenían.

También le hallo similitud en el movimiento y en la material forma del ala de esta suerte: así como el movimiento del peine, cuando hace su oficio, es de arriba abajo y al contrario, así es el más continuo de las alas de las aves. Esto es cuanto al movimiento. Cuanto a la forma, porque por lo delgado de las puntas de las plumas y grueso de los encuentros de las alas, parecen algo a los peines y dientes suyos, las plumas abiertas. Luego no es atrevida la metáfora con tantas similitudes en el movimiento, en la forma y en el efecto. Y dice Quintiliano, alegado arriba: "etiam quae bene translata sunt propria dici solent." Y para suponer don Luis que el conde de Niebla (ya hoy duque de Medina), a quien dedicó su Fábula, estaría entretenido en la cetrería, no pudo darlo a entender con más galante y nueva frase ni metáfora más ajustada y propia.

Para más prueba de su conclusión y suficiente, condena por atrevida la metáfora del último verso de la rima 1 de esta Fábula:

Mordaza es a una gruta, de su boca.


Y como no dice el porqué, me obliga a preguntar si la metáfora o translación no es ya la que hasta ahora ha sido y define Cicerón y Quintiliano, y divide en cuatro especies. La definición traducida es así: "la metáfora es la salida que hacen las voces de su propio significado por similitud de la cosa que se saca a la que se aplica." Sea ejemplo esta: los prados se ríen, porque la risa es señal de alegría y esta se halla imitada en el verdor de los prados. De la división elijo la especie de mi propósito, que es el respeto que hay de las cosas inanimadas a otras inanimadas; como decir el concento de las virtudes, porque parece que su unión hace armonía como la música. De esta especie son sin duda la mordaza y la peña, que lo era de la boca de la cueva. Aplícole, pues, la definición: la mordaza se pone en la boca y en la de la cueva era puerta la roca; la mordaza impide el uso a la boca, la peña, el de la cueva. Luego si no sólo son semejantes en lo inanimado, sino en el lugar y en los efectos, bien le conviene la definición y, por consiguiente, no es atrevida, teniendo tanta similitud.

No se hallará tan igual en haber dado nombre de fieras a los caballos, siendo domables o domésticos, Virgilio: "spumantiaque addit / fraena feris." Y no tengo noticia que haya vuestra merced notado de atrevida esta metáfora; quizá lo deja de hacer porque sabe que Julio Higino reprehendió al poeta porque dijo: "praepetibus pennis." Porque las plumas no son las ligeras, sino las aves. Y que le responde Aulio Gelio: "sed Higinus nimis hercle ineptus est" etc. "Veniam prorsus poetis daret similitudine ac translatione uerborum, non significatione utentibus, si uim potius naturamque uerbi considerasset."

El ser una metáfora atrevida no es lo mismo que ser mala, y si el poeta ha de inventar, ¿cómo ha de ser, si no es atreviéndose a decir lo que otro no alcanzó? Para que el uso ablande los tropos y nuevas frases, principio se ha de dar, porque sin él no se puede conseguir el fin. Y si alguno pudo, para que llegue este, dar aquel, fue don Luis, sin desdén ni agravio de tanto célebre poeta que ilustran nuestra nación. Y si, porque no pueden ser atrevidas estas metáforas por falta de similitud de la cosa que se saca a la que se aplica, dice vuestra merced que lo son por nuevas o porque otro no las ha usado, respondo a lo segundo que esto tienen de bueno y de novedad (entre otras excelencias) estos poemas de don Luis: decir lo que otro no ha dicho, que por eso es nuevo y no imitado. A lo primero digo que, así como es más poderosa la acción de criar que la de engendrar, porque esta supone sujeto y aquella no, la acción de inventar es mayor que la de imitar, porque para esto hubo principio y para aquello no, sino sólo el del propio discurso del que inventa. "Adde " (dice Quintiliano) "quod quid alteri simile est necesse est ut minus sit eo quod imitatur, ut umbra corpore imago facie."

Luego ¡más es inventar que imitar y de mayor gloria para el poeta! No dudó vuestra merced de la que don Luis merece, cuando dio por nuevas y particulares sus frases, ni cuando dijo: "pero ¿cuáles lugares" (de don Luis) "no son en sus obras cultos, elegantes y agudos?" Atrévase, pues, por merecer tales elogios, que con eso se alcanza la gloria de grande poeta, y diga con Propercio:

Magnum iter ascendo, sed dat mihi gloria uires:
non iuuat ex facili lecta corona iugo.


No obsta que fuese Enio reprehendido (como alega vuestra merced) porque dijo: "Iuppiter hybernas cana niue conspuit Alpes" (‘que escupió en los montes nieve’), pues no es consecuencia la reprehensión de uno justa o injusta, para que a otro se deba la misma. Y el haber alegado Quintiliano este verso para ejemplo de las metáforas, demás de que habla de las duras y de larga similitud, dícelo por los oradores, no por los poetas, y menos por don Luis, en quien no se hallan estos defectos. Refiero las palabras porque mejor se vea ser todo así: "in illa uero" (dice Quintiliano) "plurimum erroris, quod ea quae poetis" (note vuestra merced el paréntesis) "–qui et omnia ad uoluptatem referunt et plurima uertere etiam ipsa metri necessitate coguntur– permissa sunt conuenire quidam etiam prorsae putant." Y adelante: "omnia libentiora poetis quam oratoribus." Y por todo el capítulo habla con esta distinción, de la cual infiero que no prueba vuestra merced con el verso de Enio que son atrevidas las metáforas de don Luis peinar el viento y mordaza de su boca. Antes las aprueba Quintiliano, pues no son de larga similitud, como probé, ni duras, pues que vuestra merced no les nota este defecto ni se halla en ellas, antes sí grande suavidad. Si estas fueran como la que Demetrio culpó a Homero porque dijo "alrededor trompeteó el gran cielo," tomando la metáfora de lo mayor a lo menor, y dijera mejor tronó la trompeta, probara algo vuestra merced que se le pudiera conceder, mas no se puede lo injusto y no probado.

El ser continuas las metáforas no es defecto siendo buenas, antes agradan una y muchas veces oídas. Deme la prueba Cicerón: "quae sunt" (dice) "ampla et pulchradiu placere possunt." Y en el tercero de Orator dice: "ex omni genere frequentissimae translationes erunt." Que sean virtud es claro, porque son las metáforas el ornato de la oración. Dícelo Quintiliano así: "rectissime traditum est ornatum translatis uerbis magis egere." Y da la razón que para usarlas tienen los poetas, diciendo: "quod alligati ad certam pedum necessitatem non semper propriis uti possunt, sed depulsi a recta uia necessario ad eloquendi quaedam diuertiuncula confugiunt, nec mutare quodam modo uerba, sed extendere, corripere, conuertere, diuidere cogantur."

Y si de las metáforas resulta en la oración la virtud del ornato, será mayor este cuanto más continuas fueren aquellas. "Nam illud" (dijo Cicerón a mi intento) "quod ex hoc genere profluit non est in uno uerbo translato, sed ex pluribus continuatis conectitur, ut aliud dicatur aliudque intelligendum sit." Véase el Número siguiente.

Y si reprueba vuestra merced la poesía de don Luis porque tiene las metáforas continuas, debiera reprobar las dos que tiene el verso primero del soneto citado por de un amigo:

Si igualas en el vuelo al tiempo cano.


Porque volar es propio en las aves y lo atribuye al hombre y al tiempo; y decirle cano al tiempo es translación del cabello, de quien es propio epíteto, cuando de negro se vuelve blanco. Y si este soneto (como entiende mi malicia) fuese de vuestra merced, ajustada le está la fábula de Esopo, que dicen imitó Catulo, Ad Varum, al fin:

Suus cuique attributus est error,
sed non uidemus manticae quid in tergo est.


Y para que mejor se vea la gala y doctrina de este soneto y que casi todo está ilustrado de figuras poéticas, y porque ha sido y es y ha de ser ejemplo de otras conclusiones, le trasladaré para prueba de todas:

Si igualasen el vuelo al tiempo cano,
en ligereza al ciervo fugitivo,
no pongas duda, cogerate vivo
la que a Dios alcanzó en disfraz humano.

Escudo que forjó mágica mano,
templado en aguas de Jalón lascivo,
no es bastante defensa: irás cautivo
en la sarta común, tarde o temprano.

Áureo cetro de rey, sacra tïara,
egis de Palas, maza hercúlea fuerte,
quebranta y desmenuza como alheña.

Hombre, ten por verdad más que el Sol clara,
que si llegó la hora de la muerte,
en la mitad de Tíbur es Cerdeña.


Y aunque este ejemplo es suficiente para disculpar a don Luis, si fuese culpa usar las metáforas, referiré para mitigarla algunos versos sin ellas para que vuestra merced se persuada que no son tan continuas como piensa. En la Dedicatoria de esta Fábula:

Templado, pula en la maestra mano.

Gima el lebrel en el cordón de seda.


En la Fábula:

Donde espumoso el mar Sicilïano.

La serba, a quien le da rugas el heno.

Tal la música es, de Polifemo.

En tablas dividida, rica nave.


Y en todas las rimas hallará medios versos y enteros sin metáfora ni otra figura, y en las Soledades lo mismo. Lea vuestra merced el verso primero de la Dedicatoria:

Pasos de un peregrino son errante.


Y los versos:

Y, en cuanto da el solícito montero
al duro roble, al pino levantado.


En la primera Soledad, del que salió del mar, dice:

Besa la arena, y de la rota nave
aquella parte poca
que lo expuso en la playa dio a la roca.


En la segunda Soledad:

Yace en el mar, si no continüada,
isla mal de la tierra dividida.


Y sería trasladar mucha parte de ellas entresacar versos sin metáfora, pero si hacerlo en versos que la tienen fuera prueba de atrevimiento o continuación, ningún poeta se librara de esta culpa y sentenciara vuestra merced contra los que aclama para condenar a don Luis; mas diré por él lo que Marcial:

Laudat, amat, cantat nostros mea Roma libellos,
meque sinus omnis, me manus omnis habet.
Ecce rubet quidam, pallet, stupet, oscitat, odit.
Hoc uolo: nunc nobis carmina nostra placent.


Y cuán ajustada sea esta respuesta por don Luis, vuestra merced lo dice explicándola.





GRUPO PASO (HUM-241)

FFI2014-54367-C2-1-R FFI2014-54367-C2-2-R

2018M Luisa Díez, Paloma Centenera