Cierta nota de cierto advertente a este “Examen”.
No
dejaré de advertir lo que tan advertido habrán los buenos y modestos ingenios, y aun los no tanto, en esta respuesta del señor don
Francisco,
y es que habiendo el
autor
del
Antídoto
procedido en el decir con palabras
matantes
(de montante y estoque, no de antídoto, que dice remedio, aplicación suave para medicinar y sanar), tan sangrientas de puro desolladas, contra el
autor
de las
Soledades,
y pudiendo por el agudeza de
ingenio
y aun debiendo responderle, hiriéndole y descalabrándole, no solo no se ha hecho, pero, como diestro y superior esgrimidor con la espada negra de la modestia, le han señalado no más, dejando muchas tretas que se le podían ejecutar, para lastimarle muy mal por los mismos filos, conocida la
flaqueza
de su espada (otro dijera de su casco), de donde se ha echado de ver que cada uno esgrime y habla (no digo como quien es) como su casco. Y de esto ha resultado en los que han mirado el juego, grande
loa
y alabanza para el señor don Francisco, que se persuaden cuantos y cuantos conceptos, que le vinieren derechos a la pala, los rebatió y calló (para que no saltasen a la cara, dando en cara y mucho menos en el cerebro). Este se ha escapado de buena, aunque ha ocasionado en los buenos ingenios que
digan
del
Antídoto
y su
autor
lo que la zorra dijo habiendo visto y considerado una cabeza, al parecer hermosa, que halló en la tienda de cierto estatuario:
"Optimum caput, sed cerebrum non habet;"
y esto se ha granjeado quien,
no
sabiendo medicina y sin llamarle, se ha metido a curar y aplicar antídoto adonde no había necesidad. Síguese ahora en el texto.