Contra los que dijeron mal de las Soledades
Con
poca luz
y menos disciplina,
al voto de un muy crítico y
muy lego,
salió en Madrid la Soledad, y luego
a Palacio con lento pie camina.
Las puertas le cerró de
la Latina
quien
duerme
en español y sueña en griego,
pedante gofo,
que,
de pasión ciego,
la suya reza, y calla la divina.
Del viento es el pendón pompa ligera,
no hay paso concedido a mayor gloria,
ni voz que no la
acusen
de extranjera.
Gastando, pues, en tanto la memoria,
ajena invidia, más que propria cera,
por el Carmen la lleva
a la Victoria.