De los que censuraron su Polifemo
Pisó las calles de Madrid el fiero
monóculo galán de Galatea
y, cual suele tejer
bárbara aldea
soga de gozques
contra forastero,
rígido un bachiller, otro severo,
crítica turba
al fin, si no pigmea,
su diente afila y su veneno emplea
en el disforme cíclope cabrero.
A pesar del lucero de su frente,
le hacen
obscuro,
y él, en dos razones
que en dos truenos libró de su occidente,
«Si quieren –respondió– los
pedantones
luz nueva
en hemisferio diferente,
den su memorïal a mis calzones».