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Título del texto editado:
Anotaciones y defensas a las «Soledades»
Autor del texto editado:
Díaz de Ribas, Pedro 1587-1653?
Título de la obra:
Anotaciones y defensas a las «Soledades»
Autor de la obra:
Díaz de Ribas, Pedro 1587-1653?
Edición:
Manuscrito: Díaz de Ribas, 1624


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Información técnica





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Dice que el argumento de su obra son los pasos de un Peregrino en la soledad. Éste, pues, es el firme tronco de la Fábula, en quien se apoyan las demás circunstancias de ella, a quien intituló Soledades por el lugar donde sucedieron. La primera soledad se intitula la soledad de los campos y las personas que se introducen son pastores; la segunda, la soledad de las riberas; la tercera, la soledad de las selvas; y la cuarta, la soledad del yermo.

[…]

Eruditamente comienza el Poeta su narración: porque, según dicen los críticos, el cuento poético ha de comenzar por un caso insigne […] y así nuestro Poeta comienza por una tempestad, de que un mozo escapaba en una tabla. Y si el Antídoto condena este modo de dar principio ex abrupto, sepa que con acuerdo tejió así la narración y, comenzando por una tempestad, dejó para el fin de la obra el contar el origen de los amores del peregrino y los demás discursos. Así Virgilio dividió su obra y el fin de la narración que Eneas hizo a Dido fue el principio de la obra del poeta. Y Heliodoro en la Historia Etiópica hizo lo mismo.

[…]

6. Lagrimosas de amor dulces querellas / da al mar. Reprehende el Antídoto al poeta porque usa a menudo esta voz dar con extrañeza [...]. Huélgome que haya apuntado objeción que otros han puesto, dando ocasión de investigar la raíz y fundamento de los modos de hablar de nuestro poeta. Digo, pues, que la gala de la poesía es hablar con propiedad, 1 y lo ilustre y grande que tiene el poema, deshace quien quiere que la voz dar se usurpe sólo en el vulgar significado. Así usó Virgilio de ella infinitas veces y siempre con extrañeza [...]. Otras muchas veces en peregrino significado, usa Virgilio esta voz. Y que algunas veces nuestro poeta se aprovecha de ella, traduciendo el frasi latino, es muy conforme a razón y se le deben dar muchas gracias, porque va descubriendo las ocultas minas y linderos de nuestra lengua, que, como hija de la latina, es capaz de admitir anchuras y licencias de esta. [...] Así, ejercitando nuestra lengua, ingenios cultos la ilustrarán de vocablos peregrinos, de nuevas locuciones, que después, introduciéndolas el uso común las hará vulgares. Y, porque siempre a propósito de esta objeción me acuerdo de unas palabras de un hombre judicioso en esta materia, Hernando de Herrera, las pondré aquí: y no supieron inventar nuestros predecesores todos los modos y observaciones de la habla, ni los que ahora piensan haber conseguido todos sus misterios, y presumen poseer toda su noticia, vieron todos los secretos y toda la naturaleza de ella [...]. Y, verdaderamente, parece que nuestro poeta ha abierto (a pesar de la emulación) lo dificultoso que impedía los amenos y espaciosos campos de nuestra lengua, aprovechándose de la belleza y tesoros de las frasis latinas y atribuyéndole toda su nativa fuerza, copia y elegancia, con tanta osadía que parece le ha dado toda la alteza a que podía llegar.

[...]

50. Ingeniosa hiere otra. Dice el Antídoto: también son crueles al oído casi todos los versos en que el poeta divide la sinalefa contra la costumbre de Hispania [...]. La escuela de este poeta [Fernando de Herrera] hace lo mismo. Por donde me maravillo por qué razón los críticos de Sevilla niegan que es lícito en nuestra lengua dilatar la dicción resolviendo la sinéresis. Fuera de esto, dado caso que ninguno o hubiera usado en nuestra lengua, ¿qué impide hacerlo a nuestro poeta? ¿Es digno de vituperio o de loa traducir a nuestra lengua lo que adorna y agracia en otras? Luego, Garci Lasso, porque usó en nuestra lengua primero que otro las liras, octavas, tercetos, canciones, es digno de reprehensión.

[...]

198. Oro trillado y néctar exprimido. Reprehende el Antídoto en nuestro poeta que siempre habla con exageraciones y así a cualquier trigo llama oro y a cualquier vino, néctar y a la más humilde serrana la finge hermosa. Pero esta reprehensión nace de ignorar un principio en la poesía y es que, como el poeta pretende deleitar, siempre procura adornar sus historias con objetos agradables, voces sonoras y suaves y siempre pinta las cosas con la mayor hermosura y gracia que puedan tener dentro de su especie. Y quien más se adelante en esto más ajustado anda a los principios de su arte: en lo cual es semejante nuestro poeta al excelente pintor, que procura darle mayor belleza a lo que pinta que comúnmente le da la naturaleza. De aquí nace el atribuirle los autores al ingenio poético una participación de espíritu divino y de la hermosura y belleza del universo, y la opinión de algunos, como Fracastorio por todo el diálogo De poética, que dijeron ser el fin de los poetas representar la belleza de las cosas y así en sus pinturas parece descubren lo más bello, afectuoso y excelente en su género. De aquí nacen las pinturas de los ríos, selvas, tempestades, etc. que vemos en los poetas, y de aquí también el describir nuestro poeta con tanta gala las cosas que trata, llamando al vino néctar y fingiendo que cualquiera serrana es hermosa y bella, pues lo mismo hicieron los que compusieron églogas pastoriles. La brevedad que piden las anotaciones no me deja exornar más este punto, bien que muy necesario para entender la elegancia de nuestro poeta.

[…]

215. Las duras manos impedido. Dice el Antídoto: bueno es el modo «las manos impedido», pero extravagante; una sola vez lo usó Garcilaso [...]. Es muy de reír el argumento: Garcilaso no usó muchas veces este modo, luego no se ha de usar así [...]. Digo, pues, que bien puede haber gracia, grandeza y cultura en una locución y no haber sido usada de otros valientes poetas. Porque ni Virgilio, ni Horacio, ni el Tasso, ni los mejores poetas usaron todo lo bello y excelente que pueda exornar la poesía [...]. Digo, pues, que esta locución es elegante, peregrina y bizarra. Por esto (aunque propia de los griegos), los latinos la usurparon frecuentemente, como Virgilio, Valerio Flacco, Claudiano, Silio Itálico, Lucano, etc. Virgilio usó de ella casi setenta veces. Así, bien podrá hacer lo mismo nuestro poeta a su imitación, como también a los italianos no les fue impedimento el uso frecuente de esta frasi el ser peregrina, propia de los griegos.





1. Otros mss. leen aquí «novedad» (N. del Transcriptor).

GRUPO PASO (HUM-241)

FFI2014-54367-C2-1-R FFI2014-54367-C2-2-R

2018M Luisa Díez, Paloma Centenera