Información sobre el texto

Título del texto editado:
Poesía didascálica [Lope de Vega, Rebolledo, Céspedes e Iriarte]
Autor del texto editado:
Andrés, Juan 1740-1817
Título de la obra:
Origen, progresos y estado actual de toda la literatura. Tomo III
Autor de la obra:
Juan Andrés
Edición:
Madrid: Antonio de Sancha, 1785


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Capítulo III. Poesía didascálica

[…]

Lope de Vega


Algo después de Alamanni y de Rucellai florecieron los buenos poetas didascálicos de España. Lampillas descubre poemas españoles antiquísimos en el Tesoro del Rey Alfonso X, en el Arte Poética del catalán Ramón Vidal de Besalú, en la Gaya ciencia de D. Enrique de Villena y en otras antiguas composiciones españolas, y hace ver cuánto ha florecido en esta docta nación la Poesía didascálica. Nosotros, siguiendo el plan de nuestra obra, sólo haremos mención de aquéllos que, por ser más perfectos, han podido contribuir más a los progresos de su arte. Entre estos debe tener lugar el famoso Lope de Vega, el cual en todo género de Poesía ha puesto animosamente su fácil y diestra mano. El Arte nuevo es una nueva arte poética de Lope, en la que, si alguna vez no tienen los preceptos la exactitud y verdad que los de Horacio y Boileau, el estilo, a lo menos, es siempre fluido y elegante. A esta clase puede igualmente referirse el Siglo de Oro del mismo Lope, poema descriptivo que podrá tener el mérito de haber precedido por más de un siglo a todos los poemas de esta clase que después se han publicado. De otra especie es su Laurel de Apolo, pero, sin embargo, puede pertenecer a la Didascálica, puesto que, haciendo el autor una crítica de los poetas españoles, une los preceptos con los ejemplos y forma un poema más útil y más instructivo que su mismo Arte nuevo. Contemporáneo de Lope fue Juan de la Cueva, autor de un arte poética muy juiciosa y sutil, pero falta de poesía. Más poético y más instructivo fue Cascales en sus Tablas poéticas, las cuales tal vez eran en aquellos tiempos la mejor arte poética que tenían las lenguas vulgares. Pero, sin embargo, es preciso confesar que son muy imperfectas todas estas artes poéticas para que ahora puedan merecer nuestra atención.

Conde de Rebolledo.


A más ardua empresa se dedicó el Conde de Rebolledo en su Selva militar y política, queriendo poner en verso toda la Ciencia militar y política. No está falto Rebolledo de espíritu poético, como se deja ver de cuando en cuando en su largo poema, pero, arrebatado de la gravedad del asunto, parece haberse descuidado de buscar aquellos adornos que requiere la Poesía, prometiéndose, como él mismo dice, que pueda servir de disculpa al estilo la grave austeridad de la materia, además de que trata su argumento con demasiada individualidad y exactitud para poderlo adornar con las gracias poéticas. Que la línea de defensa no esté más allá de un tiro de mosquete, que los ángulos sean mayores de noventa grados ni menores de sesenta, que el muro hasta el cordón sea de ladrillos y otras reglas semejantes; los nombres y los oficios de los sargentos, de los proveedores, de los médicos, de los cirujanos, de los barberos, de los capellanes y tantas pequeñas particularidades no son compatibles con la rapidez y ligereza ni con la noble dignidad de la Poesía. «Non ego cuncta meis amplecti versibus opto», decía aquel gran maestro Virgilio. Si Rebolledo hubiese podido alargar su vida hasta estos tiempos, hubiera aprendido del gran Federico, no menos filósofo que poeta, la parsimonia y moderación con que deben manejarse estas materias en un poema. Sin embargo, la elegancia y claridad con que Rebolledo ha tratado aquel difícil asunto, la amenidad que con los ejemplos antiguos y modernos ha procurado dar a los preceptos, y la fluidez y gravedad de la versificación de algunos pasajes del poema le dan derecho a ocupar un lugar distinguido entre los muchos españoles que se dedicaron a cultivar la Poesía didascálica.

Céspedes.


Pero ni Rebolledo, ni Vega, ni otro poeta alguno de su nación ha llegado en esta parte a la excelencia que Céspedes en el poema De la Pintura. Un estilo colorido y hermoseado con epítetos significativos e imágenes vivas, una versificación pura y armoniosa, las oportunas alusiones a la fábula y a la historia, los preceptos breves y expuestos con expresión poética, las pinturas parlantes, las digresiones naturales y llenas de interés, y mil gracias poéticas constituyen el poema De la Pintura de Céspedes, una de las composiciones más dignas de alabanza de la Poesía didascálica. Habla de las tintas de la Pintura, y con vuelo poético, se eleva a la eternidad; recorre las ciudades y los reinos destruidos: Troya, Cartago, Roma, Sagunto, y Aquiles, Eneas y otros grandes y nobles sujetos, para volver después a la inmortalidad que dan las tintas de la Pintura. Las reglas del diseño excitan su numen poético para que prorrumpa en alabanzas de Miguel Ángel y de su grandiosa obra del Vaticano. La pintura del caballo enteramente virgiliana le recuerda el Cílaro, los caballos de Marte y otros caballos antiguos, y el Cisne volante de su Señor, el Marqués de Priego, a quien teje un breve y nervioso elogio. En suma, Céspedes ha enriquecido el Parnaso español con un poema De la Pintura que no cede a la Cultivación de Alamanni, y que puede colocarse entre las composiciones clásicas de la Poesía didascálica. Omito muchos poemas cortos de Andrés Rey de Artieda, de Francisco de Guzmán y de algunos otros, anteriores y posteriores a Céspedes, que trataron argumentos didascálicos pero que, después de él, pueden quedar olvidados sin mucho detrimento de la Poesía; y paso a insinuar únicamente el poema De la Música de Iriarte, que se ha adquirido los aplausos de toda la culta Europa.

Iriarte.


La facilidad y claridad con que trata una materia tan difícil, el uso moderado de la Mitología, las comparaciones claras, los episodios, las ficciones ingeniosas, la pureza y la elegancia de la lengua justifican las alabanzas que se dan a aquel poema. Si Iriarte a tantas prendas hubiese unido la de hacer menos uso de voces técnicas y de ciertas palabras que, aunque puras y legítimas, parecen poco correspondientes al lenguaje poético; si en la exposición de la doctrina hubiese sido más moderado, sin descender a pequeñas y recónditas noticias, más propias de un tratado matemático que de una composición poética; si el estilo fuese más adornado e igual y estuviese más lejos de la facilidad prosaica, el poema De la Música ocuparía un honroso y distinguido lugar entre los poemas más celebrados de nuestros días; pero, de cualquier modo, deberá ser tenido por una de las mejores producciones de la Poesía moderna de su nación.

Aunque Italia y España llevan a las otras naciones la ventaja de haber cultivado primero la Poesía didascálica, sin embargo, es preciso que cedan a la Francia en el complemento y perfección de la misma: ni Alamanni, ni Ruccellai, ni Céspedes, ni Iriarte, ni cuantos italianos y españoles florecieron en esta parte pueden contrapesar el mérito de Boileau.





GRUPO PASO (HUM-241)

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2018M Luisa Díez, Paloma Centenera