La web Laboratorio de Espacios Integeneracionales difunde el Proyecto del Campus Intergeneracional en la UCO

La web Laboratorio de Espacios Integeneracionales, un equipo interdisciplinar a caballo entre en el mundo académico y el mundo profesional, difunde el Proyecto del Campus Intergeneracional en la UCO.

 

Extraemos el texto del artículo"Sobre campus intergeneracionales: de Córdoba a Jedburgh" que se puede consultar en http://www.espaciosintergeneracionales.com/sobre-campus-intergeneracionales-de-cordoba-a-jedburgh/ 

Sobre campus intergeneracionales: de Córdoba a Jedburgh

27 horas. Es el tiempo que se tarda en desplazarse en automóvil desde Córdoba, en Andalucía, hasta Jedburgh, en Escocia. Dos mil seiscientos kilómetros de distancia entre dos localidades que, sin embargo, tienen algo en común —aunque seguro que muchos de sus habitantes no lo saben—: ambas están pensando en dotarse de un campus intergeneracional.

¿Un campus intergeneracional? Sí, un campus intergeneracional: un espacio en el que se combinan las relaciones intergeneracionales con la cultura, la investigación y la formación. La idea no es nueva pero sí novedosa. Y no estamos hablando de un espacio en el que simplemente coincidan distintas generaciones sino de uno en donde el cruce intencionado de esas generaciones constituya un motor central para impulsar las tareas y los objetivos de un campus, pero también el bienestar y el desarrollo en toda la zona.

Comencemos por el caso español. En Córdoba, en el Campus Universitario de Rabanales, llevan detrás del proyecto desde 2007. La asociación Campus Intergeneracional abandera la idea, cuya razón de ser se basa en tres motivos fundamentales: (i) mejorar la conciliación entre la vida familiar y la académica-laboral, (ii) aprovechar los beneficios del trasvase de afecto y conocimientos entre generaciones, y (iii) proporcionar servicios a menor coste, dadas las sinergias propias de los espacios capaces de atender simultáneamente a personas menores y mayores. Además, que una Universidad cuente con un campus intergeneracional ofrece muchas oportunidades de formación e investigación para su comunidad educativa: ¿no sería lógico, por ejemplo, que los estudiantes de Educación Infantil o de Psicología, y los investigadores dedicados a analizar el desarrollo de las personas a lo largo del ciclo vital o el bienestar físico en la vejez, participasen en el día a día de la vida y las prácticas de un campus como ese?

En concreto, el proyecto cordobés propone construir, en tres fases, un centro de Educación Infantil (0-3 años) y una escuela lúdica y educativa que ofrezca talleres de juegos en fines de semana y vacaciones; espacios interiores y exteriores destinados a realizar proyectos intergeneracionales, con participación de familiares y no familiares; y, por último, una residencia y una unidad de estancia diurna para personas mayores.

La siguiente imagen muestra una propuesta de distribución del centro de educación infantil, la escuela lúdica y educativa, y los espacios dedicados a proyectos intergeneracionales:

El equipo que está al frente del proyecto tiene claro que la construcción de un campus no solo tendría un efecto hacia adentro, en la propia Universidad, sino hacia afuera: los padres y madres que trabajan en los polígonos industriales cercanos podrían llevar a sus hijos a la escuela infantil del campus, la difusión de los resultados de la investigación realizada en el campus sería inspiradora para otra universidades, la residencia de personas mayores del campus ayudaría a paliar la creciente demanda en la zona de este tipo de servicio. Y así podríamos seguir.

Retengamos esta última idea y viajemos ahora a Escocia.

¿Qué es lo que está sucediendo en la localidad de Jedburgh, muy cerca de la frontera oriental con Inglaterra? Pues que esta primavera han comenzado las obras para la construcción de lo que han llamado Campus de Aprendizaje Intergeneracional (CAI), un espacio que incluirá aulas de Educación Infantil, Primaria y Secundaria —destinadas a alumnado de 2 a 18 años— y que también ofrecerá a los miembros adultos de su entorno oportunidades de formación continua y de aprendizaje a lo largo de toda la vida. Este proyecto nace de la necesidad de reemplazar dos escuelas de Primaria y un centro de Secundaria ya existentes.

Jedburgh es una localidad pequeña, de unos 4.000 habitantes. El nuevo Campus supone un hito revolucionario para este municipio, que aspira a convertirse en un lugar conocido por hacer posible que personas de todas las edades puedan crecer y aprender juntas, y donde las oportunidades educativas estén presentes por doquier. No obstante, los responsables del ayuntamiento de Jedburgh creen que el Campus tendrá incidencia no solo en el plano educativo sino también en la salud y el bienestar, el empleo, el aprendizaje durante toda la vida, la cultura, el turismo y la colaboración entre empresas locales.

El Campus de Jedburgh ha sido fruto de un amplio trabajo de consulta, que ha durado más de un año, dirigido a todo tipo de agentes locales (familias, alumnado, profesorado, vecinos, empresas, asociaciones, etc.) que se verán afectados por la construcción de un espacio tan singular. Ahora que las obras han comenzado —con una financiación que ronda los 36 millones de Euros— se puede decir que este Campus se ha convertido en un proyecto no solo educativo sino de desarrollo comunitario. La apertura del CAI está prevista en el mes de marzo de 2020.

Además de los espacios propios de las escuelas Infantil, Primaria y Secundaria, el CAI de Jedburgh contará con una área de juegos multiuso, un campo de hockey, un campo de deportes, una pista de atletismo, un edificio de vestuarios y taquillas, y una zona dedicada a adquirir competencias para el trabajo rural.

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Fuente: SBC. Esquema del nuevo Campus en Jedburgh.

La visión de las autoridades escocesas que han apoyado el proyecto es clara: el Campus debe convertirse en un reactivo para el crecimiento en su entorno, tanto a nivel de las personas como de los grupos y de las entidades públicas y privadas; una especie de corazón cuyo latido bombee entusiasmo y energía. La idea del impacto externo aparece aquí de nuevo.

Córdoba y Jedburgh tienen mucho en común. No solo la visión de querer aplicar la perspectiva intergeneracional para dar una respuesta combinada a necesidades diversas de una comunidad sino, sobre todo, el deseo de que la intergeneracionalidad convierte la idea de campus en un catalizador de sinergias y mejoras hacia dentro y hacia afuera.

Es como si un campus intergeneracional fuese esa piedra que todos hemos lanzado alguna vez sobre una lámina de agua y que, de inmediato, produce ondas expansivas que ponen en movimiento toda la superficie. Lo mejor de la idea de un campus intergeneracional es su carácter de laboratorio de pruebas de una necesaria nueva forma de vivir en sociedades longevas: colaborando unas generaciones con otras, desde las más jóvenes hasta las más envejecidas, para dar lugar a comunidades para todas las edades y abiertas a sus entornos y comprometidas a tope con ellos.

¿No sería bonito ver algún día el hermanamiento de Córdoba y Jedburgh?