Un estudio de la Universidad de Córdoba prueba la falta de compromiso ambiental de la publicidad de coches y presenta un código de buenas prácticas a las compañías y sus equipos creativos

La Semana Europea de la Movilidad dirige su campaña a sensibilizar sobre las consecuencias negativas de un uso indiscriminado del coche y los beneficios de modos de transporte más sostenibles. Sin embargo, actualmente los consumidores son bombardeados con un mensaje radicalmente opuesto. Los anuncios comerciales de coches suelen promover un uso irracional del automóvil en la ciudad, presentan a las personas que se trasladan a pie y en bicicleta como ciudadanos de segunda o muestran coches circulando por cascos históricos o a toda velocidad por autopistas.

Todo ello sin contar que la mayoría omiten información sobre las emisiones de C02 y otros contaminantes o la presentan con una tipografía tan pequeña que resulta ilegible. Igual que la publicidad de bebidas alcohólicas está muy regulada para evitar excesos, ¿no debería la publicidad de automóviles seguir, al menos, un código de buenas prácticas para fomentar comportamientos respetuosos con el medio ambiente?

Este es el planteamiento de un estudio realizado por un equipo de investigación de la Universidad de Córdoba, integrado por Gerardo Pedros, Pilar Martínez y Pilar Aparicio. El grupo ha realizado un análisis detallado sobre la publicidad de los automóviles en la prensa escrita y en la web, un tema sobre el que existe muy poca investigación. “Hemos detectado que, en general, no hay preocupación por hacer una publicidad responsable con el medio ambiente o por crear buenos hábitos entre los usuarios”, señala Gerardo Pedros, investigador principal del estudio. Aunque la información ambiental que muestran los anuncios es algo mayor que hace doce años, sigue siendo muy residual.

En base a este estudio, el grupo de investigación ha elaborado un código de buenas prácticas. Consta de siete recomendaciones generales y 28 artículos específicos de buenas prácticas. En ellos se plantean, por ejemplo, que los anuncios terminen con una advertencia que incite a usar el coche con moderación o a utilizar el transporte público cuando sea posible. También se hace referencia al tamaño adecuado para la información sobre las emisiones de contaminantes, a la necesidad de mencionar los impuestos ambientales y al respeto que estos anuncios deben mostrar hacia los usuarios de transportes colectivos, peatones y ciclistas.

El objetivo es que las administraciones tengan en cuenta este código y negocien con las empresas una publicidad responsable con el medio ambiente. “Si las marcas lo firmaran estarían asumiendo parte de su responsabilidad social como empresas”, afirma Gerardo Pedros.

Otra de sus propuestas es la creación de un observatorio de publicidad relacionada con el medio ambiente. España ya tiene órganos de este tipo que velan por el fomento de imágenes no estereotipadas de las mujeres y las personas inmigrantes. Su función sería la de supervisar los medios de comunicación, realizar análisis y clasificación de contenidos y promover directrices para asegurar un cambio positivo hacia la reducción de los efectos del cambio climático.

Hace algunos años, el Ministerio de Medio Ambiente encargó al grupo de investigación realizar un análisis de los sectores de publicidad que más influencia podría tener en el cambio climático y el ahorro energético. Aunque ya no les financia, el grupo ha querido seguir con esta línea de investigación. “Ahora nos estamos planteando profundizar en el estudio de la publicidad de los automóviles en Internet y en las redes sociales y analizar cómo afecta esto a los jóvenes”, desvela Pilar Martínez, otra de las investigadoras.

Estudio:Gerardo Pedros Perez, Pilar Martínez Jiménez, Pilar Aparicio Martínez. The potential of car advertising in pursuing transport policy goals: code of good practices in the Spanish context. Transportation Research Part D: Transport and Environment. DOI: 10.1016/j.trd.2019.05.010

Fuente:uco.es