HISTORIA ANTIGUA

Lo que aquí se transcribe representa una pequeña parte de la Historia tal y como la concibió Dios, más o menos. No toda está aquí contada, ya que parte de los escritos originales están en paradero desconocido: algunos se han perdido con el paso del tiempo, otros se han traspapelado, otros han sido robados por servidores de Valafor, Príncipe de los Ladrones..., y sólo unos pocos se encuentran a buen recaudo, en los archivos privados del Gran Consejo Divino.

En cualquier caso, esperamos que lo que aquí se describe, tal y como lo recogió Yves (más o menos), les sirva para comprender un poco mejor este Universo y a las criaturas que en él pupulan.

1a. parte Desde los origenes hasta Jesucristo

 

Al principio, Dios concibió el Universo. Y ya que estaba en ello, aprovechó para crearse a Sí mismo.

Erase una vez

Había una vez, hace unos cientos de miles de millones de años, en la nada más absoluta, insípida e incolora... En ese no-espacio surgió una Idea, un Pensamiento que se alzó en medio de una explosión de silencio. Un Concepto tan poderoso tan poderoso, que creció desmesuradamente extendiéndose de un extremo al otro de Su propia creación. Y ahora mismo, mientras lees esto, sigue Su expansión.

Esta Idea, que ni siquiera tenía consciencia de su ser, sintió un día, más o menos tras unos cuantos miles de millones de años, la necesidad de existir. Tras haber creado el primero de los mundos, al que conocemos como Cosmos, donde se encuentran la Tierra y demás planetas conocidos (y desconocidos) por el ser humano, la Idea se percató de que aún no tenía Nombre ni Aspecto. Así que decidió crear seres poderosos y darles Nombre y Forma: los Ángeles.

Y así fue como la Idea concibió al primer Ángel, y a ese primer-nacido, le encomendó la tarea de darle Nombre y Forma. Este Ángel, no le dio un único nombre sino 100. Nosotros lo resumimos en uno: DIOS.

Y Dios llamó al Ángel Miguel, que significa "el que es como Dios". Y para devolverle el favor, también le dio numerosos nombres. Así es como Yves, Arcángel del Origen, nombre por el cual se le conoce e invoca, inventó a Dios después de que Dios lo creara a él.

Los Angeles

Pasada una docena de miles de años de creación caótica y desenfrenada, Dios decidió pasar a otra cosa. Mientras, el primer mundo creado seguía su evolución. Los planetas se enfriaban lentamente, y la vida aparecía en algunos de ellos mediante un proceso totalmente natural. Dios se dijo a sí mismo que había terminado la primera parte de su obra, y decidió pasar a la segunda, ya que, como era propio en Él, no podía estarse quietecito.

En el vacío de los Limbos, separado por una Marca Intermedia, Dios creó el segundo mundo, el Cielo, formado por un único planeta infinito, el Paraíso, con el fin de que sus futuros Ángeles mejor pudieran obrar para su Gloria. En una parte del Paraíso, Dios fundó la Ciudad Eterna, donde residirían Él y sus Ángeles (y, más tarde, algunas almas buenas, los "elegidos"). Alrededor del Paraíso concibió los Campos Eliseos, a modo de anillos concéntricos de acceso restringido únicamente a los Ángeles, para que éstos pudieran descansar.

Exceptuando la Ciudad Eterna, el resto del Paraíso era un lugar inexplorado, donde, en el futuro, descansarían las almas purificadas de los humanos que se hubiesen ganado el derecho a atravesar la Marca que conducía hasta el Cielo. Aquí, cada alma tendría su propio "Paraíso": todo lo bueno y magnífico que pudiera imaginar.

Dios creó entonces una amplia variedad de Ángeles más o menos a su imagen y semejanza (o, al menos, a la que le había dado Yves). Estos Ángeles serían los mensajeros de Su Palabra y ejecutarían su Voluntad por todo confín y todo lugar. Y como era ya costumbre, Dios les dio nueve nombres, a saber:

Para no quebrarse mucho la cabeza, Dios se quedó con el nombre de Ángel para referirse a todos ellos.
De entre los miles y miles de Ángeles creados, Dios eligió a la primera generación de Ángeles de Poder, destinados a llevar la carga de grandes e importantes responsabilidades.

Así se presentaron ante su Divina Presencia Lucifer, Gabriel, Roque, Kronos, Andromalios y Dominic, y junto a Yves y bajo su dirección, formaron el primer Consejo Divino.

Muy pronto se les unieron Andrialfo, Jorge, Malfás, Matías, Baal, Bifrón y Jesús, todos ellos Ángeles de Poder en La Ciudad Eterna. Se expandieron por los mundos existentes (Cosmos y Cielo) y juraron trabajar en armonía. ¿Cómo hubiera podido ser, si no?

Y Dios descansó

Tras crear la Ciudad Eterna y poblarla de Ángeles, Dios decidió tomarse unas vacaciones y dejar los mundos en las manos bondadosas de sus criaturas, serias y trabajadoras.


Dibujado por Dan Smith. Coloreado por Jeff Koke, Derek Pearcy y Richard Meaden

En la Tierra, la evolución seguía su curso desde las primeras bacterias hasta los dinosaurios, llegando finalmente al momento estelar: la aparición del ser humano. O al menos algo parecido. La verdad es que no era gran cosa ni tampoco pensaba gran cosa, pero tenía tal potencial que había logrado que todos los Ángeles tuviesen los ojos puestos en el primer mundo, incluido Dios, que tras estudiarlo detenidamente decidió otorgarles alma, para que viviesen eternamente hasta el final de los tiempos, impresionado por la perfección alcanzada por estas criaturas.

Especialmente interesado estaba Lucifer: le encantaba observar cómo esas personitas se peleaban, descubrían cosas nuevas, sobrevivían. Por contra, Yves era el más reservado, como si supiera en qué terminaría todo. Y probablemente, lo supiera.

Así, a trancas y barrancas, el ser humano evolucionó lentamente bajo la mirada de los Ángeles. Sus rasgos e inteligencia se perfilaron. Las tribus siguieron con sus batallitas, y aquellos que un día peleaban se unieron para ir más lejos; y así consiguieron domesticar los animales.

Y éste fue el momento en que Dios terminó sus vacaciones. Aunque el viaje de retorno era lento, mientras que los humanos evolucionaban rápidamente. Nació el asesinato, la violación, la guerra... la Civilización.

Y Lucifer vio en la Humanidad inmensas posibilidades. Dios dejaba que los humanos se auto-exterminasen, estaba dejando morir a su más hermosa creación, por supuesto no tan hermosa como los Ángeles, pero con mucha más libertad individual. Y las mujeres...¡eran tan hermosas!

Hoy no es mi dia

Fue entonces cuando a Lucifer se le ocurrió un innovador proyecto. Y el plan de Lucifer fue la causa de su caída, o más bien La Caída. Convocó al Consejo Divino en sesión extraordinaria, con Dios sentado en su trono. Su idea era: si los hombres son libres pero débiles y los Ángeles son poderosos pero no tienen lugar en la Tierra, por qué no hacer que los Ángeles cohabiten con los humanos; de esta forma se tendría una raza fuerte, poderosa, mágica, para mayor gloria de Dios.
Lucifer
La respuesta negativa de Dios sorprendió a todo el mundo por su dureza. Se rumorea que esta respuesta tan tajante se debió a que surgiese de un Ángel y no del propio Dios. Que Dios rechazara la idea de Lucifer de forma tan absoluta y humillante fue una auténtica bofetada en el rostro del Ángel más orgulloso de la Ciudad Eterna. Este reunió a sus partidarios más fieles entre los Ángeles y junto a algunos Ángeles de Poder que le apoyaron decidió ignorar la prohibición de Dios y atravesar la Marca Intermedia que unía el Cielo con el Cosmos, el mundo donde habitaba el hombre. Y cohabitaron con las hijas del ser humano... De esta unión anti-natura nacieron los primeros Íncubos (machos) y Súcubos (hembras), hijos e hijas de los Ángeles de Lucifer, los cuales tenían parte humana y parte divina, pero carecían de alma como la de los seres humanos.

Dios se enteró y, furioso, convocó al Consejo y a Lucifer, y se le exigió que reconociese sus errores y se humillase ante Él. Lucifer se negó y la ruptura fue un hecho irreparable. Dios no podía permitir que se cuestionase Su Palabra, que era y debía seguir siendo Ley, ni podía dar su brazo a torcer, por lo que fue contundente.

La caida de Lucifer

Entre los Ángeles surgieron dos bandos, que se enfrentaron en La Ciudad Eterna, en la que se denominaría más tarde la Primera Gran Guerra. Ante la gravedad de la situación que aumentaba combate tras combate, Dios intervino: alzó levemente Su Mano, y la guerra fraticida fue instantáneamente detenida. Dios creó un mundo, el tercer mundo, el Infierno, con un único planeta infinito, (también llamado Infierno), y a él exilió a Lucifer y sus legiones como castigo (lo que se conoce como la Caída de Lucifer).

La caida


Allí donde no había nada, sólo la oscuridad y el frío, en una parte de aquella inmensidad inexplorada, el ex-Ángel de la Luz construyó en tan solo 7 años su reino: la Ciudad de Dite, donde residirían el propio Lucifer y sus Demonios. La Caída había marcado a Lucifer y a sus Demonios. Los menos mancillados conservaron sus alas, que ya nunca serían blancas, sino negras como la noche. A los otros, les crecerían alas membranosas, sombrías y terribles.

En el resto del Infierno, las almas de los hombres condenadas por sus pecados purgarían sus culpas, sufriendo los más horribles horrores y dolores. Cada alma tendría su propio Infierno, representado por sus peores pesadillas, maximizadas hasta sus extremos.

Pero también fue entonces cuando Lucifer descubrió que nunca había sido tan poderoso. Allí, en ese lugar que ahora podía llamar suyo, su poder no tenía parangón, excepto quizá con Dios. Y se dio cuenta de que El Divino, pese a castigarlo con el exilio, le había dado como presente ese poder, haciéndolo prácticamente su igual. Pero era dolorosamente consciente de que lo que Dios da, también lo puede quitar.
Y así fue como comenzó el gran juego, el colosal pulso entre las fuerzas del Bien y el Mal sobre la Tierra. Y la apuesta a ganar se llama Hombre.

¿Y de postre?¿Manzana?

En la Tierra, los seres humanos se organizaban. Surgió la Agricultura y las primeras religiones, y tras unos miles de años, las canciones, las leyendas, la escritura...

Sobre el -6000 (y pico) Dios observó Su Obra; y vio que era el momento adecuado para darles a conocer una verdadera religión, aunque ¿eran realmente dignos? Ellos solos se mataban, fornicaban, violaban... y se las daban de independientes y sabios. Pero Dios decidió que el ser humano nacía bueno, y que era la sociedad la que lo pervertía.

Así que Dios ideó un experimento: cogería entre ellos a un hombre y a una mujer con un alma y una mente totalmente vírgenes e incorruptas, y los pondría en unas condiciones ideales. Pues para que la experiencia fuera perfecta, hacía falta que estuvieran en un ecosistema familiar; y Dios creó el Jardín del Edén, una zona de acceso completamente restringido dentro del Paraíso. El acceso no estaba permitido a los Demonios bajo ningún concepto. Es más, aún sin el permiso de Dios, los Demonios no pueden acceder al Jardín del Edén, así como tampoco pueden hacerlo a La Ciudad Eterna, ya que desconocen el camino a través de las Marcas Intermedias que les conduzca desde su mundo (el Infierno) hasta el Cielo.

Dios cogió, pues, a un hombre y a una mujer, les llamó Adán y Eva, por ponerles algún nombre, y los trasladó directamente al Jardín del Edén. Al principio todo fue bien: Dios quería a Adán y Eva, claro está. Eran su pequeño experimento, la cosa funcionaba y estaba contento. Cambió el código genético de sus mascotas para que fueran muy superiores a los otros humanos que vagaban sobre la Tierra. Los hizo inmortales, más fuertes, más hermosos, más inteligentes, más de todo. En suma, los hizo un poquito como "Él".

Los años pasaron y todo iba como la seda. Y luego pasó lo que pasó: lo de la manzana y todo eso. Un Ángel renegado se adentró en el Jardín del Edén y logró que las criaturas mimadas de Dios cayesen en el pecado. Y Adán y Eva fueron expulsados del Jardín; despojados de su inmortalidad fueron trasladados a la Tierra con el resto de seres humanos. El Jardín, abandonado, adoptó una forma bastante más clásica, y el conocimiento de su acceso se perdió en la memoria de los tiempos. La pareja no se quedó precisamente sola, como nos insinúan las Escrituras (la tentación es muy fuerte...), sino que se unieron rápidamente con el resto de la humanidad, que no había interrumpido su lenta pero constante evolución. Era el año -5000 (y pico).

Adán y Eva tuvieron hijos, y estos a su vez tuvieron hijos... Y así, el potencial divino se fue difuminando, transformando... Hoy en día, los descendientes de Adán y Eva están repartidos un poco por todas partes. Y por cosas del azar y las leyes de la Genética, de vez en cuando resurge un poquito de la esencia divina y un pobre humano se encuentra de pronto dotado de poderes... estos humanos tan especiales son conocidos en el universo de INS/MV con el nombre de Psis. Menos poderosos que los Ángeles o los Demonios, la Historia guarda la memoria de los épicos combates librados entre ellos, empeñados en demostrar su humanidad masacrándose alegremente.

El poder de los sueños

Tras las primeras tribus llegaron las primeras civilizaciones. Y en ellas, los shamanes, ya fueran con uno u otro nombre, se dedicaban a narrar las Maravillas. Mezclando un poco de tradición con un poco de viejas creencias, leyendas y con lo sobrenatural y mágico que veían a su alrededor, inventaron unas historias fantásticas: Dragones, Íncubos, Súcubos, criaturas celestiales, Ángeles y Demonios en su verdadera apariencia. Y todo esto se lo metían a la gente en la cabeza. Cuando llegaba la noche, la gente soñaba, y todos soñaban con esas historias.

Sueños
Así fue como, con un poco de ayuda por parte del Arcángel de los Sueños y el Príncipe de las Pesadillas, se creó el cuarto mundo, el Mundo de los Sueños y de las Pesadillas, donde los durmientes dejan su huella, el único mundo cuya creación no fue obra del barbas. Es por ello, que este mundo está revestido de un cierto aire de ilegalidad dentro de las esferas celestiales. Por supuesto, la mayor parte del tiempo no era más que un débil rastro, un recuerdo que se desvanecía a los pocos segundos...

Pero la fuerza de los sueños de las gentes, noche tras noche, consolidó esos sueños y el rastro de los sueños no se disolvió, tomando consciencia. Y por fin esa quimera, fruto del inconsciente de los seres humanos, portadora de todo el peso de sus fantasías, agrandó cada defecto y cada virtud, hasta crear cosas que ya no eran hombres por ser demasiado humanos.

Con el tiempo, estas criaturas nacidas de los sueños y las pesadillas lograron crear sus propios planetas, el planeta de los Sueños, controlado por el Arcángel de los Sueños, y el planeta de las Pesadillas, controlado por el Príncipe de las Pesadillas. Así pudieron seguir nutriéndose de los sueños de los hombres y comunicarse con algunos de ellos.

Entre estos dos planetas existe una Marca Intermedia, conocida y utilizada únicamente por el Arcángel y el Príncipe Demonio, que la utilizan para perjudicarse mútuamente, como enemigos aférrimos que son. Así, el Arcángel de los Sueños intenta inmiscuirse en las pesadillas de los hombres para hacerlas más placenteras, mientras que el Príncipe Demonio se adentra en los sueños más agradables y los convierte en horribles pesadillas, de esas de las que te despiertas gritando, empapado en sudores fríos...

Los Otros Dioses

Además de los planetas de los Sueños y de las Pesadillas, en este mundo surgió otro planeta más: el planeta de los Dioses. Surgidos también del mismo modo, los Dioses fueron el resultado de una fusión descontrolada de sueños y pesadillas, que escaparon al control que ejercían tanto el Arcángel como el Príncipe Demonio. Fueron acumulando más y más poder hasta conseguir crear su propio planeta, llamado Valhalla por los Vikingos y Olimpo por Griegos y Romanos. Aunque tanto el Arcángel como el Príncipe Demonio hicieron todo lo posible por tenerlos bajo su control, su independencia fue imposible de evitar, y los Dioses se convirtieron en estables.
Los planetas de este mundo, lejos de ser infinitos, poseían fronteras, y aquél que las traspasara sin conocer el emplazamiento de las Marcas Intermedias que los unía caería en el abismo. Los habitantes de este planeta, que se bautizaron a sí mismos con el nombre de Dioses, se comunicaban con los seres humanos mediante los sueños. Las sacerdotisas no eran más que sonámbulas dormidas poseídas por su dios, que hablaba por boca de ellas.

Jesusito de mi vida

Un buen día, Jesús, Ángel de Poder como otros, tan Hijo de Dios como los demás, decidió un bonito día atravesar las Marcas Intermedias que separaban el Cielo de la Tierra (previa autorización por parte de Dios), para reorganizar las comunicaciones divinas.
Cruz
En contra de lo que dicen las Escrituras, María no dio a luz a Jesús (todo fue un embarazo ficticio provocado por Gabriel, durante la misión con nombre clave "Anunciación"), ya que los Ángeles no se encarnan en seres humanos, sino que el propio Jesús adoptó forma humana (la de un bebé recién nacido) y sus Ángeles se ocuparon del resto (simular el alumbramiento y todo el resto).

Y Jesucristo "nació" sobre el 7-6 antes de sí mismo. Jesús tuvo el destino que ya sabía. Expuso tranquilamente su manera de ver las cosas. A pesar de todo, Jesús tuvo que abandonar su cuerpo humano y regresar al Cielo, simulando su muerte en la cruz en el 30 después de él. Como diría después: "No estuvo tan mal".

Ante la sorpresa de todos (excepto la suya propia) la "palabra de Cristo" se expandió a millares y decenas de millares de personas. Y Dios se dijo que a partir de ahora estaría con los cristianos, impresionado por el buen hacer de Jesús.

Ahora, Dios tenía un nuevo campo de pruebas. Pero para poder manipular a las personas hacía falta intervenir más directamente...; y tal y como hizo Jesús, ¿por qué no hacer lo mismo con los Ángeles, fijando unas reglas para ambos bandos?

Dios se frotó las manos ante las nuevas posibilidades. Pero había que hacer cambios...
Los Ángeles de Poder pasarían a llamarse Arcángeles (los fieles al Señor) y Príncipes Demonio (los que habían sido arrastrados en la caída del Maligno). Serían los únicos con derecho a bajar a la Tierra con su forma original o bajo el aspecto que más gustasen, para mejor mezclarse con la población.

Los Ángeles y Demonios comunes, por su parte, tendrían que pedir permiso a su superior para poder atravesar las Marcas Intermedias y adoptar apariencia humana en la Tierra. Cualquiera que osara infringir estas normas sería fulminado de inmediato.

El escenario de juego sería el primer mundo creado, Cosmos, donde las fuerzas de Dios y las leales a Lucifer llegarían a través de las Marcas Intermedias que lo unen con el segundo mundo, el Cielo, y con el tercer mundo, el Infierno.

Separando el Cosmos del Cielo y el Infierno, Dios diseñó una Marca Intermedia especial, el Purgatorio, para que sirviese de antesala de acceso a estos dos mundos a las almas inmortales de aquellos seres humanos que hubiesen muerto al servicio de uno u otro bando. Desde aquí, las almas serían conducidas a su destino, pues desde el Purgatorio no hay posible vuelta atrás: la comunicación entre el Cosmos y el Cielo o el Infierno a través del Purgatorio es de un sólo sentido.

Pero hacía falta que Lucifer aceptase el desafío.

Y Lucifer aceptó...

 

[MARCA INTERMEDIA] [HISTORIA ANTIGUA (Y II)]

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