Se preparan a partir de cultivos en cámara alantoidea de huevos embrionados con posterior inactivación con formol o betapropiolactona.

A partir del cultivo pueden obtenerse dos tipos de vacunas, las vacunas totales purificadas, que poseen los virus completos inactivados y purificados por centrifugación zonal, y las vacunas fraccionadas o "split vacunas", en las que tras tratar el virus con éter o detergente se obienen los antígenos superficiales (espiculas de hemaglutinina y neuramidasa) "Subunit vaccine" como componentes antigénicos inductores de anticuerpos neutralizantes.

Aplicando cualquiera de estos tipos de vacunas se producen anticuerpos tanto séricos como locales (lgA secretora) frente al subtipo de hemaglutinina y neuraminidasa que posea el virus que contenga la vacuna, por ello en la actualidad se emplean vacunas con virus tipo A y B y que contengan los subtipos de hemaglutinina y neuraminidasa que se encuentran en circulación y que anualmente son recomendados y suministrados por la O.M.S.

El poder inmunógeno o capacidad para inducir la producción de anticuerpos es similar en las vacunas totales y fraccionadas, sin embargo estas últimas presentan, debido a su alto grado de pureza, menos poder reactógeno o lo que es lo mismo la práctica ausencia de efectos secundarios.

En ambos casos se aplican vía subcutánea profunda o vía intramuscular.

Son vacunas vivas, en las que por procedimientos como (mutantes adaptadas a temperaturas bajas, mutantes termosensibles, mutantes resistentes a los inhibidores) se consigue la atenuación de su poder patógeno manteniendo su poder imunógeno.

Poseen ventajas como su fácil aplicación (instilación nasal o aeroso) y su alto poder imunógeno, sin embargo tienen una serie de inconvenientes aun no bien resueltos como la inestabilidad genética de las mutantes producidas o la dificultad de preparar estas mutantes con rapidez suficiente cuando aparecen nuevas variaciones, razones entre otras que hacen que no se empleen de forma generalizada.