Festival de la Guitarra 2018: Bryan Ferry y Nat Simons

Una nada calurosa noche de martes de julio servía a Bryan Ferry para arrancar su nueva gira europea en la ciudad califal. Al final, es difícil saber si el Festival de la Guitarra es grande porque, entre otras cosas, trae grandes artistas o trae grandes artistas por lo grande que resulta para ellos tener su nombre impreso en sus carteles. Preludiaba al británico la anglosajona de alias, española de nacimiento, Nat Simons (Natalia García Poza), que con las dificultades propias de un escenario gigantesco para propuesta , casi de día, la muchedumbre entrando al recinto y sabiéndose convidada de piedra supo fajarse más que bien con su propuesta folkie- country- dylaniana, pasados por el tamiz de los noventa. Propuesta sencilla con dos guitarras, percusión y coros (su hermana, por cierto) para una música que gana en otros escenarios más intimistas.

 
Entró el cofundador de Roxy Music con sus maneras de dandy archiconocidas: huraño en lo comunicativo, incluso con su propia banda… no obstante, esto es ya un clásico en según qué artistas mayestáticos y, al fin y al cabo, fuimos allí a escucharle, no a abrazarle.
Cuando Dylan publicó su disco en el Budokan, en los 70 , se rodeó de una gran banda, vientos, dobles y triples guitarras, etc. Era consciente de que ya no podía llegar a los registros de antaño y decidió convertirse en el mejor versioneador de sí mismo. Sin llegar a ese extremo, Bryan Ferry se rodeó de unas agudas coristas, una saxofonista, un  teclista (función compartida con el británico) y una buena base a las cuerdas y percusión que hicieron que minimizara esfuerzos y centrara esfuerzos en la voz principal.

 
El repertorio, sin sorpresas. Habrá opiniones sobre lo que podría haber sobrado, pero en cuanto a lo que debió haber sonado la opinión es clara: no faltó nada. “More than this”, “Avalon”, “Love is the drug”, “Virginia plain” o “Let’s stick together”, que el respetable siguió desde el principio. Por supuesto, la imprescindible “Slave to love ” y un bis a cargo de uno de los artistas por los que más respeto ha mostrado abiertamente siempre, el “Jealous Guy” de John Lennon.