La pasada semana he tenido la ocasión de visitar Génova, no era
la primera vez que visitaba esta ciudad portuaria. Es una ciudad
ecléctica, llena de contrastes, nacida en torno al puerto que la
hizo rica y célebre, al que rodea un laberinto de pequeñas callejas
que conforman un centro medieval que, a raíz del comercio marítimo
moderno, le dio, en gran parte, ese derroche de palacios, pizzas y
portales. He contemplado la ciudad de Colón bajo la
perspectiva de cordobés, es decir he visitado la ciudad sabiendo que
este año ostenta el título de capital europea de la cultura
--contemporáneamente a Lille al norte de Francia-- y no he podido
dejar de imaginarme a Córdoba en el 2016. Génova, conocida por su
pasado marítimo, está muy vinculada a la navegación, y por eso
algunas de las actividades previstas para este año tienen esa
característica. Se han elegido tres recorridos temáticos: Génova,
ciudad del arte, un viaje a través de la historia y el patrimonio de
la ciudad, que termina con la exposición "La edad de Rubens";
Génova, capital del mar, un modo de ver la cultura ligada al mar y a
la navegación y Génova, ciudad contemporánea, un recorrido a través
de la relación que se establece entre la arquitectura, la pintura,
el teatro, la música y la literatura. Muchas son las actividades
programadas y también la infraestructura que las alberga; más de
seis teatros, decenas de museos, palacios, iglesias y un gran
etcétera de comunes culturales que hacen de ésta una gran ciudad de
la cultura. Uno de los aspectos que más me ha impactado de esta
ciudad es su gran número de librerías (algunas hasta de 4 plantas
como la de Mondadori) en las que se descubrían mutuamente infinidad
de libros y de seducidos lectores. Si hay algo que testimonia el
ambiente cultural de una ciudad es su número de librerías y su
calidad. Por ahora Córdoba no cuenta con demasiadas, tampoco
teatros. ¿Cambiará la cosa el 2016? Esa debe ser la apuesta.
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