Durante el invierno de 1919, por invitación de la asociación
libre de estudiantes de Munich, Max Weber pronunció varias
conferencias en un ciclo que se proponía servir de guía a una
juventud recién licenciada del servicio militar y profundamente
trastornada por las experiencias de la guerra y la posguerra, para
orientarles acerca de las diferentes formas de actividad basadas en
el trabajo intelectual. Una de las citadas conferencias, que tenía
por título Politik als Beruf --La política como profesión
--, fue más adelante editada junto con otra --La ciencia como
profesión -- y traducidas ambas al castellano bajo el título de
El político y el científico .
En esa conferencia Weber analiza la política como un arte
vocacional "para el cual vivir" y no "del cual vivir"; es decir,
compara dos formas de hacer de la política una profesión: o se vive
para la política o se vive de la política. Sólo la primera de ellas
parece una actividad responsable. También Weber distingue, en el
ámbito de la acción política, entre la ética de la responsabilidad y
la ética de la convicción y añade: "Cuando las consecuencias de una
acción realizada conforme a una ética de la convicción son malas,
quien las ejecutó no se siente responsable de ellas. Quien actúa
conforme a una ética de la responsabilidad... se dirá siempre que
esas consecuencias son imputables a su acción". Parece que en
Cataluña la clase dirigente jamás leyó a Weber y tal vez no oyó
nunca hablar de él, puesto que ignora lo que es responsabilidad
política. Lo cierto es que cuando Maragall dice que es
necesario "dejar reposar el suflé", y cuando añade "si no es así
todos acabaremos perdiendo", parece que no se acuerda que los
damnificados del Carmelo ya han perdido. Parecería prudente, pues,
que, en este caso, algunos políticos que sólo "viven de la política"
--y no quieren dejar de hacerlo-- "acaben también perdiendo", o al
menos indemnizando, y, si puede ser, de su propio peculio.
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