Córdoba. De la primavera al verano: vuelta a empezar. Por Ángel B. Gómez Puerto

La Encuesta de Población Activa del segundo trimestre y el dato de paro mensual de paro registrado en julio vuelven a servir de espejo de la cruda realidad de Córdoba. Volvemos a la real situación de nuestra tierra: desempleo estructural e histórico.

Entre los últimos días de julio y primeros días de agosto se han publicado los cíclicos datos en relación al desempleo en Córdoba. La EPA del segundo trimestre y el dato de paro mensual de paro registrado en julio vuelven a servir de espejo de la cruda realidad de Córdoba. Los brotes de la primavera se esfumaron en la canícula. Un espejismo. Volvemos a la real situación de nuestra tierra: desempleo estructural e histórico.

Hace no mucho tiempo publicaba en mi blog personal una serie de propuestas, para salir de la situación en la que nos encontramos desde al menos la década de los ochenta del pasado siglo. Pérdida masiva de empleo industrial que generó una crisis económica también en otros sectores de la actividad económica local y que nos convirtió una economía dependiente del sector servicios, y más en concreto, de la hostelería y turismo, con todos los problemas que está provocando, como se está poniendo de manifiesto a través del recientemente constituido “Foro por el Derecho a la Ciudad”, impulsado por una entidad vecinal del casco histórico a final de junio, al que tuve la oportunidad de asistir en representación de EtnoCórdoba.

Hablaba en esa propuesta de colaboración de todos los agentes de la ciudad, de definir estrategias conjuntas sobre un nuevo modelo de desarrollo para Córdoba con una especial implicación de la sociedad civil. En el tiempo transcurrido he observado que poco se ha avanzado en ese terrero de la unidad para la proposición y la acción conjunta. Seguimos sin mirar mucho al bien común y sí, en cambio, a la estrategia partidaria-electoral.

Exponía también varias propuestas relacionadas con la necesidad de romper la endogamia, mirando a otras experiencias cercanas, trazando alianzas con Sevilla, Málaga o Granada, aprovechando nuestra ubicación estratégica. Respecto a Granada, proponía, en concreto, la definición de un eje turístico Alhambra-Mezquita, aprovechando el gran impacto de estos dos extraordinarios elementos patrimoniales, con la posibilidad de una entrada única bonificada para que atraer a Córdoba la inmensa cantidad de visitantes que tienen los Palacios Nazaríes. Es un tema que creo debiera ser explotado.

Otro asunto propuesto era la actividad industrial, sector en el que Córdoba podría tener sin duda opciones de futuro planificando acciones de contacto con grandes empresas de producción industrial. Córdoba ha de venderse en el exterior para atraer esas importantes inversiones industriales que generen valor añadido y empleos relacionados.

Estratégico sin duda, era y sigue siendo, la necesidad de potenciar el contenido cultural de la Ciudad, más oferta a los que nos visitan. Desarrollar aún más el concepto estratégico de ciudad cultural para Córdoba, con independencia de posibles eventos de dimensión europea o nacional.

Por último, y no menos importante, es la potencialidad de nuestra Sierra. En este período sí se ha desarrollado, desde la ciudadanía, una propuesta de calado proponiendo mediante miles de firmas a la Junta de Andalucía que se declare el Parque Natural Sierra Morena de Córdoba. Se trata de poner en valor este extraordinario recurso natural que tenemos, se trata de conectar nuestro patrimonio cultural con el extraordinario patrimonio natural que atesora la Sierra, lo que supondría un cambio de paradigma en nuestro modelo de desarrollo económico local. Y ante esta petición ciudadana, en el Parlamento de Andalucía se aprobó en septiembre de 2016 la creación de una comisión al efecto, aún sin efectividad real. Gran asunto pendiente para nuestra tierra.

Todos estos son algunos de los asuntos pendientes para un nuevo modelo de desarrollo local para Córdoba. La mejora de la calidad de vida y la dignidad de los que aquí vivimos no sólo depende de las personas que nos gobiernan, también la ciudadanía tenemos nuestra propia responsabilidad. Desde la sociedad civil podemos, y creo que debemos, colaborar para generar posibles soluciones. Un concepto amplio de democracia implica no desentenderse del bien común entre convocatoria y convocatoria electoral. La experiencia nos dice que esto no es aconsejable, mejor tomar la iniciativa desde la ciudadanía, dada la inactividad y endogamia partidaria.

(*) Ángel B. Gómez Puerto es Profesor de la Universidad de Córdoba (Departamento de Derecho Público y Económico) y miembro de ETNOCÓRDOBA Estudios Socioculturales. Autor de libro “Aspectos jurídicos y administrativos de la protección del medio ambiente en los diferentes ámbitos institucionales (Ed. Dykinson, Madrid, 2008)

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