Acto de Apertura

Discurso de Alfonso S. Palomares - Medalla de Oro UCOVolver atrás

Discurso Alfonso S. Palomares

D. Alfonso S. Palomares
Medalla de Oro de la Universidad de Córdoba

   
   
INTERVENCIÓN

 

Hay ocasiones en que las palabras nos parecen incapaces para expresar los sentimientos. Este, para mí, es uno de ellos.

Y esa palabra es GRACIAS, cuyas siete letras quiero pronunciar con el sentimiento y la razón mezclándose.

Gracias Rector, Gracias Consejo de Gobierno por el dorado tatuaje con que me habéis marcado.
Sé que la Universidad tiene muchos desafíos y de ahí nacen los múltiples problemas que hay que resolver para dar respuesta a lo que de la universidad esperamos. Pero hoy no quiero echar a andar por este sendero, porque, después oiremos al Rector que nos dará una radiografía completa y su diagnóstico. Yo, voy a hablar, telegráficamente, de universidad y utopía. Lo primero que quiero decir es que hablo de la utopía realista, aquella que tiene relación con la realidad. Pero la utopía no tiene porque convertirse en realidad plena para provocar una tensión en el paisaje social e histórico. Aquel grito de Martín Luther King diciendo “yo tuve un sueño” y en ese sueño veía la integración de blancos y negros, en días de tensiones dramáticas. Puede ser el ejemplo de la utopía que posee la fuerza de irradiar la realidad para cambiarla. La utopía, y en esta expresión de Luther King, se ve con claridad que es la síntesis de lo racional y lo onírico..., y su objetivo es cumplir los desafíos de ese sueño utópico que debe producir un cambio profundo de la realidad. El camino es largo como estamos viendo, pero el camino existe y hay que andarlo, aunque nunca se llega a un final absoluto. Siempre hay que mantener una tensión dialéctica para alimentar la esperanza y convertir lo improbable en posible, cuando ese posible se sitúa en la construcción de la historia en un mejor entendimiento entre los hombres. Es un imperativo luchar por una sociedad menos conflictiva, y buscar una convergencia múltiple. Ante nosotros, aquí y ahora, tenemos la utopía realista de conseguir la armonización de verdadera igualdad entre hombres y mujeres.

Es difícil imaginar una sociedad moderna sin que la universidad sea uno de los motores para estimular los cambios positivos en la sociedad. La universidad debe contribuir a identificar las utopías que pueden conducir a los cambios reales y superar estas épocas de pasiones tristes que todo lo reducen a lo económico como un fin en sí, convirtiendo al hombre en unidimensional, y en sujeto único del utilitarismo primario.

En el ámbito universitario el hombre debe conocer la gran utilidad de lo inútil. Muchas cosas consideradas inútiles son la esencia de lo útil, son las que hacen a hombres y mujeres pluridimensionales. Hablo de humanidades, de cultura en un sentido genérico, de historia en geografías amplias, de filosofía. Pensar, saber pensar y definir el papel de lo humano y el humanismo es uno de los puntos de partida para mejorar la convivencia.

Todas las disciplinas que se cursan en nuestra universidad tiene una carga enorme de humanismo, ya que el objetivo final es mejorar las circunstancias de la condición humana. La universidad no es una institución es sí, y para sí, sino que su objetivo final son los otros, toda la sociedad. La Universidad, nuestra Universidad tiene que ser un factor esencial para mejorar la calidad de vida, en primer lugar en nuestro entorno. Para ello debe ser una universidad cosmopolita, conectada con los saberes y conocimentos que se producen en el mundo, aparte de responder a las coordenadas y directivas europeas. Los consejos sociales, esa casi reciente institución universitaria, tiene como objetivo articular sociedad y universidad, señalando las apuestas en el campo de la utopía realista.

Para matizar el sentido de la utopía, hay que distinguir, entre lo que se mueve en lo real con la tentación subversiva de mejorarlo, y la irrealidad absoluta. La irrealidad absoluta sería que la medicina tuviera como objetivo básico vencer a la muerte. Esa apuesta se saldaría con la derrota absoluta. La apuesta de la medicina es conseguir mejorar la calidad de vida en sus distintos tramos y en la lucha contra la enfermedad en donde está consiguiendo brillantes victorias parciales. Este es el mensaje optimista. Termino, porque seguir desgranando ideas sobre utopías para la universidad cordobesa sería una larguísima tesis.

Señor Rector, Consejo de Gobierno: GRACIAS. Gracias por esta cicatriz dorada con la que me habéis herido, una herida que marcará de orgullo agradecido el resto de mis días.

 

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