Jueves, 18 Junio 2020 09:22

Reportajes UCO - Voluntariado Educativo Solidario: el compromiso de los futuros docentes con el Derecho a la Educación

Escrito por G.C. / M.J.P.
Alumno de Educación Infantil trabajando en casa durante el confinamiento Alumno de Educación Infantil trabajando en casa durante el confinamiento

Adaptación y resiliencia han sido dos de las palabras más oídas durante el confinamiento y el periodo de alerta sanitaria, pero pocos sectores como el de la educación han tenido la oportunidad de vivirlo de forma tan directa y experimentarlo en primera persona. Cuando apenas llevaban cinco días de prácticas en sus centros educativos, los alumnos de 4º curso de la Facultad de Ciencias de la Educación vieron sus prácticas suspendidas. Tras el lógico desconcierto inicial, la Facultad esperó instrucciones de la Consejería y habilitó el llamado Voluntariado Educativo Solidario (VES), una oportunidad para seguir cooperando de forma telemática con los tutores y centros de prácticas durante el confinamiento. Más de 80 alumnos dieron el paso y dijeron sí. Durante el mes de mayo han trabajado codo con codo con sus tutores, ofreciendo recursos, acompañamiento, dedicación, compromiso y una demostración incontestable de que la educación es una vocación de vida. Esta es la historia de 5 alumnos y alumnas de Ciencias de la Educación voluntariosos, que han decidido probarse a sí mismos y dar lo mejor de su vocación docente para dar una respuesta educativa de calidad a niños de primaria, pequeños de 3 años, alumnos de educación especial y niños de barrios desfavorecidos. 

“Decidí apuntarme al Voluntariado Educativo Solidario (VES) porque hemos tenido la mala suerte de que la última experiencia de prácticas que íbamos a tener en el Grado nos pillara en esta etapa, y consideraba que esta situación era muy buena para ponernos a prueba como futuros docentes y saber si realmente estábamos preparados para dar respuesta a las necesidades educativas en el contexto actual”. Quien así de convencido habla es Mariano Núñez Flores, estudiante 4º curso Educación Primaria, que ha realizado su VES de forma telemática en el CEIP Salvador Vinuesa, guiado por su tutora de prácticas, Raquel Mérida. Mariano tiene un claro compromiso con la educación y una madurez sorprendente para su juventud que demuestra en esta declaración de intenciones: “Considero que existía una demanda social y como docentes tenemos la obligación de dar respuesta a esa necesidad. La educación es un derecho básico y se la tenemos que garantizar al alumnado”, afirma. “Sentía esa necesidad social de aportar mi granito de arena, ya que se nos estaba brindando la oportunidad y, en la medida de lo posible y con los medios y recursos que teníamos, garantizar que ningún alumno perdiera su proceso educativo”. Así, se puso manos a la obra y, mientras estudiaba para los exámenes finales y preparaba su TFG, ha tenido tiempo y voluntad para crear recursos en inglés en forma de retos para alumnado de 3º de primaria. “Al principio se trataba de avanzar en contenidos, pero luego salió la instrucción del 23 de abril, en la que todo cambió, y ya no se instaba a esto, sino a repasar y a trabajar la evaluación continua”, explica. 

Mariano es uno de los 81 alumnos voluntarios del VES. “Desde el momento en que las prácticas de los alumnos de 4º curso se vieron suspendidas, la Facultad de Ciencias de la Educación inició conversaciones con la Delegación Territorial de Educación, Deporte, Políticas Sociales y Conciliación con el objetivo de que el alumnado pudiera seguir en contacto virtual con los centros educativos, colaborando en las tareas que debían realizar los docentes en la singular situación sobrevenida”, explica Rafael Bracho, vicedecano de Prácticum y Empleabilidad de la Facultad de Ciencias de la Educación. “La participación en el programa ha sido totalmente voluntaria por ambas partes, alumnado y centros educativos, y tanto la disponibilidad a colaborar por parte del profesorado, como el interés de los estudiantes han sido extraordinarios”, detalla. “Así, se ha podido contar con 81 estudiantes y otros tantos docentes, que han podido desarrollar una colaboración muy fructífera de cara a la atención de niños y niñas y familias, procedentes de diferentes ámbitos y con distintas necesidades”.

 

Una visión humanista de la educación

“Los retos que hemos elaborado en este voluntariado no han sido meramente académicos, sino que hemos intentado sacar la vertiente más humanista de la educación y trabajar con los sentimientos y que el alumno sea capaz de canalizar su propia emoción ante esta situación”, relata Mariano Flores. Por eso, en este camino, se han encontrado respuestas muy emotivas por parte de los niños. “El reto 2 fue muy impactante. Lo llamamos Concurso Imaginarium y consistía en que el alumnado tenía que seleccionar 5 profesiones que considerasen más importantes en esta situación de alerta y confinamiento, y luego tenían que elegir una, plasmarla en un dibujo y escribir un pequeño párrafo”, rememora. “En esos textos que ha escrito el alumnado nos hemos dado cuenta de cómo le estaba afectando esta situación. Una de las que nos impactó fue el dibujo de un niño, cuyo padre es militar, y que lamentaba no poder verlo. Esto es algo que hemos visto en forma de mensajes virales en las redes sociales, pero cuando lo personalizas en un niño concreto ha sido muy impactante. O el mensaje de otro niño que decía cómo su madre llegaba a casa todos los días muy cansada porque trabajaba en el Hospital Reina Sofía”, comenta. 

 

En este salto casi sin red que ha sido el confinamiento y la educación de los niños, los profesionales de la docencia han agradecido el compromiso de estos estudiantes en prácticas. Tan valiosa ha sido la aportación de recursos creativos para los niños y adaptados a la teledocencia, como el soporte emocional. Así lo relata Raquel Mérida, docente de primaría en el CEIP Salvador Vinuesa y tutora de Mariano. “Me ha aportado frescura, muchísimos conocimientos digitales, muchas ganas de que los chicos aprendieran divirtiéndose”, indica. “Sobre los objetivos curriculares Mariano ha ido diseñando actividades que luego anclábamos en normativa, pero todo el diseño ha sido suyo”, explica. “También me ha aportado mucho acompañamiento, porque los maestros hemos estado muy solos en toda cuarentena. Además, tanto él como la otra estudiante de prácticas han sido muy pulcros y han respetado muy bien la privacidad de cada familia. Lo han llevado todo con una profesionalidad excepcional para ser alumnos de prácticas”, relata. “Hemos aprendido todos los docentes, pero ellos también se lo han llevado por delante. De primeras ni siquiera yo misma sabía cómo afrontar la situación. Ellos han sido súper respetuosos. Estoy muy contenta con haber podido compartir esta experiencia con ellos. Me han dado mucho ánimo y apoyo desde el respeto y desde el cariño”, explica emocionada Raquel. 

Y es que, donde otros han visto obstáculos, miedo al cambio e incertidumbre, Mariano y sus compañeros del VES han visto oportunidad de aprendizaje, y hay que tener la cabeza muy bien amueblada para afrontar esta etapa con esa actitud. “Consideraba que iba a ser una experiencia enriquecedora y que me iba a permitir ponerme a prueba y saber si realmente tengo las herramientas y las competencias necesarias o tengo que seguir formándome en algunos ámbitos, algo que como docente considero que es clave. He llegado a la conclusión de que tengo carencias y que todo docente debe hacer una autorreflexión de su propia práctica docente”, explica Mariano. “En la vertiente personal también he aprendido mucho. Como persona que también ha vivido el confinamiento, esta etapa me ha permitido crecer y canalizar mis propias emociones al mismo tiempo que estaba trabajando con la docente. Laboralmente, me ha permitido hacerme con una cantidad de recursos y materiales, así como otra forma de ver la educación y afrontar los procesos educativos”, explica satisfecha este futuro docente que transmite pasión por la educación en cada frase que pronuncia.

 

El desafío de la educación infantil

Si la teledocencia ha sido un desafío para todos, para un docente de un grupo de infantil de 3 años ha sido el mayor desafío de su carrera laboral. Y para los pequeños, perder el contacto con sus compañeros y sus maestros, en una etapa crucial en la que aprenden socializando, no ha sido nada fácil. Los docentes lo saben y han intentado de la mejor forma posible suplir la necesaria presencialidad y contacto humano en una edad tan temprana. Este es el caso de Lucía Saiz Vargas, estudiante del Grado de Educación Infantil, que ha desarrollado el VES en el CEIP Los Califas, tutorizada por Rafael Ravé del Moral. Ella, otra docente vocacional, habla siempre de Rafael como “mi maestro”. En eso se nota se lleva el proceso enseñanza-aprendizaje en la sangre. “Me sentí muy cómoda en la clase durante los cinco días que estuve con los niños y con mi maestro. Lo viví muy intensamente, por eso me quedé con el mal sabor de boca de no haber terminado lo que empecé. No me resigné a que se acabara tan pronto”, explica Lucía. “Además, sabía que algunos de los niños lo estaban pasando mal con el confinamiento, con problemas de ansiedad, insomnio, familias con dificultades económicas... Y para mi maestro no fue nada fácil tampoco. Entonces, me dije: ¿por qué no aportar algo para que esos niños sigan aprendiendo y también desconecten y se diviertan? No me costaba nada. Aunque no hubiera existido el VES, si mi tutor necesitaba ayuda, se la hubiera ofrecido”, relata orgullosa Lucía. “Al haber compartido cinco días antes con los niños, ya sabía para quiénes iba a estar destinado mi trabajo y quería aportar mi granito de areno. Estaba muy ilusionada. ¡Se me ha hecho corto!”, afirma. 

Lucía, impulsada por su compromiso, buscó y adaptó recursos para los pequeños, que el tutor ha ido colgando en un blog de centro para las familias. “He trabajado actividades de psicomotricidad fina y gruesa, educación artística, narraciones, manualidades, recetas, etc. Busqué muchos recursos y los adaptaba también para los niños con Trastorno del Espectro Autista. Todos los recursos tenían que ser inclusivos. Los que no se usaban se reciclaban para la siguiente semana”, explica. “Sobre todo, hemos buscado muchas actividades e ideas de juego, para que los alumnos no perdiesen el hábito de la rutina, pero se hace complicado con niños más pequeños, especialmente para el maestro, que multiplica su trabajo”. Efectivamente, Rafael Ravé, docente de infantil y su tutor de prácticas, ha vivido este periodo con una intensidad agotadora. “Hemos gestionado todo a través de email, pormenorizando familia por familia, porque los niños son muy pequeños y sus padres, lógicamente, no saben. Habilitamos un blog para trabajar actividades día a día para las familias, guiando paso a paso a los padres”, comenta. “Trabajamos doce horas al día... Hemos tenido casos muy particulares, desde familias en las que los progenitores eran sanitarios y militares, hasta otras que han tenido un bebé durante el confinamiento, niños con ansiedad, etc. Al menos, el resultado ha sido espectacular”. Lucía puede estar más que orgullosa de su trabajo, porque Rafael asegura que las familias han notado el trabajo de Lucía y están muy agradecidas. “Lucía ha dado la talla, la calidad de su trabajo ha sido excepcional, de verdad. Nos lo ha puesto muy fácil. Los materiales que ha ideado rozan la excelencia. Se ha implicado de una manera sorprendente. Las familias nos han dado un feedback muy positivo y la repercusión del trabajo de Lucía en 44 familias ha sido brutal. Cómo ha conocido a los niños… el poco tiempo que estuvo presencial fue increíble, tiene tal nivel de empatía, tanta vocación…”, comenta Rafael. 

Para Lucía, como para el resto de alumnado de Ciencias de la Educación, las prácticas son la mejor parte del Grado. Los sitúa en contacto directo con el alumnado y con la profesión. El VES, aunque virtual, le ha enfrentado con la necesidad constante de adaptación y aprendizaje que requiere la docencia. “Me sorprende mucho cómo están trabajando los docentes en esta etapa y he aprendido cómo lo enfrentaría yo si me pasase a mí. No es nada fácil enseñar a niños tan pequeños sin poder estar con ellos, a esa edad necesitas un contacto mucho más cercano”, explica. “Personalmente se me ha propuesto un reto y he hecho todo lo que he podido, he crecido y he aprendido que no tienes que agobiarte por una situación así porque todos podemos y hay que adaptarse. He crecido como maestra”, subraya con agradecimiento.

 

Capacidades diferentes: que nadie se quede atrás

Si creemos que la docencia virtual con niños de 3 años es complicada, con alumnado con necesidades educativas especiales supone ya un triple salto mortal. Hablamos de niños cuyo mayor recurso y apoyo es el propio docente. Cuando no se puede físicamente estar al lado de estos niños, la complejidad de su aprendizaje se multiplica. A esto han hecho frente Sara Carrillo Tejero, estudiante de Educación Primaria con mención en Necesidades Educativas Especiales (NEE) y su tutora de prácticas, Verónica García Romero, especialista en Pedagogía Terapéutica en el CEIP Torre de la Malmuerta. De forma similar al proceso realizado con los niños de 3 años, los docentes han tenido primero que enseñar a las familias a trabajar con una metodología concreta para que luego ellas pudieran transmitírselo a sus hijos. En este proceso, la aportación de recursos educativos por parte de Sara ha sido clave para hacerlo más fluido. Ella misma lo explica. “He creado materiales siguiendo metodología TEACCH, que se basa en la enseñanza estructurada y lo que pretende es crear un ambiente de aprendizaje estructurado, por ejemplo, a través de agendas visuales, que suponen para el niño una planificación y anticipación de lo que se va a hacer durante el día. Mi profesora ha tenido que mostrarles a las familias este tipo de aprendizaje y para ello ha tenido que hacer vídeos en los que yo he participado. Hemos tenido que enseñarles a las familias primero cómo se trabaja con esta metodología en el aula. Mi función luego fue editar materiales manipulativos fáciles de usar y que los niños pudieran hacerlo en casa, todo con materiales reciclados. He creado vídeos, fichas para trabajar de forma manipulativa números y letras, etc. A las familias le ha venido genial este material y además les ha servido para comprobar lo complejo que es trabajar con niños con necesidades educativas especiales y el esfuerzo que esto supone”.

               

Así lo confirma su tutora, Verónica García. “Ha sido un aprendizaje y al principio fue muy agobiante. Había familias con situaciones muy extremas. Con el tiempo nos hemos adaptado, pero los niños con TEA nos necesitan de forma presencial y te da la sensación de que se quedan un poco atrás. Hemos tenido que enseñar a las familias como trabajar con ellos. Hemos tenido una relación muy bonita con las familias. ¡Yo he hablado más con ellas que con mi propia familia!”, dice entre risas, Verónica, ahora más relajada después de las primeras semanas de incertidumbre. “Sara ha aportado mucha entrega. Ha tenido que aprender muy rápido. Me ha ayudado con material y me ha liberado bastante. Da una imagen muy bonita de calidad, decirles a las familias: Mira, tengo mi alumna de prácticas que está haciendo unos vídeos de gran calidad para vuestros hijos. Sara, como todos, ha aprendido el sentido de la palabra adaptación: apertura y versatilidad a la hora de buscar recursos. Los alumnos de prácticas aportan frescura e innovación, siempre aprendo algo de ellos”, comenta. 

Tras estas semanas, Sara tiene claro que la docencia online no es la docencia del futuro “y menos con niños NEE. Si los privas de una persona cualificada a su lado su educación se va a ver muy disminuida. La programación para estos niños durante la pandemia se ha visto muy mermada. Es muy difícil que un niño NEE pueda solventar todas estas problemáticas de manera no presencial. Estos niños no prestan atención a la maestra en una pantalla, no se concentran, por eso debemos tener como intermediarias a las familias”, explica. “No obstante, he aprendido muchísimo. Creo que he desarrollado mucho mi creatividad. Esta es una situación de reinvención educativa, porque es una prueba que te pone el sistema educativo: ¿estás preparada para ser profesora en cualquier situación?”, reflexiona. “Pues mira, al principio estaba algo perdida, pero gracias a la oportunidad que me ha brindado el VES he podido aprender muchísimo y he podido estar en contacto directo con los niños, las familias y mi tutora en esta situación. Agradezco de corazón esta oportunidad. Ahora me siento mucho más preparada si vuelve a pasar algo parecido, ha sido una oportunidad de aprendizaje con mayúsculas. Yo quería vivir el momento, ver cómo es la docencia ahora, quería estar ahí. Hemos sido muchos alumnos los que hemos dado el paso al frente, casi 90, y ahí se ve que Magisterio es una carrera vocacional. En 4º estamos muy liados con el TFG, exámenes finales, etc. Pese a ello hemos participado en el VES y enriquecernos de él”, afirma con orgullo.

 

Aprender Jugando en casa

Editar una revista educativa sobre ciencia en forma de retos, juegos y actividades lúdicas y hacerlo muy bien, tiene su recompensa. Tal es el éxito de Aprender Jugando, que así se llama el proyecto del que hablamos a continuación, y que llega semanalmente a puntos tan lejanos como la Asociación de Españoles Residentes en Qatar. Se distribuye a todos los colegios de primaria de la provincia e incluso a algunos de secundaria. Parte de este éxito se debe a una de las integrantes del equipo editor, Ángela Revuelto Carrasco, estudiante de 4º curso de Educación Primaria, y que ha realizado -y actualmente sigue colaborando- su VES en esta revista. Las prácticas de Ángela se desarrollaban en un lugar peculiar: la Ciudad de los Niños y las Niñas. Un espacio que, además de ser un parque lúdico, “es un laboratorio en vivo para estudiar o demostrar las ciencias experimentales”, en palabras de Juan José Carrillo, maestro de Ciencias, educador en el citado parque y tutor de prácticas de Ángela. Gracias al convenio de colaboración entre la Universidad y el Ingema -entidad que gestiona el parque-, nació el proyecto la Ciudad de los Niños y las Ciencias, que después se transformó en Aprender Jugando, y que cuenta con la colaboración de la Facultad de Ciencias de la Educación, asociaciones educativas y docentes en activo. Así, los alumnos de la Facultad tienen la posibilidad de hacer sus prácticas en este singular espacio por cuyos talleres educativos pasan unos 2.000 alumnos de primaria al año. Una de las estudiantes de Educación que llevaba haciendo sus prácticas desde enero es Ángela. “Al llegar el confinamiento se anularon todas las actividades presenciales en el parque”, explica Juan José. “Por eso, yo les propuse a los alumnos de prácticas desarrollar una herramienta que pudiera ser de ayuda para las familias y para que los niños puedan seguir desarrollándose y aprendiendo en casa”. Así nació la revista Aprender Jugando durante el confinamiento.

“Yo ya llevaba dos meses de prácticas cuando llegó la alerta sanitaria. Conocía muy bien tanto el proyecto como la metodología y nunca he perdido el contacto con mi tutor”, explica Ángela Revuelto. “Cuando salió la revista, me pareció muy interesante porque era darle una alternativa a los niños que estaban en casa para que pudieran trabajar y aprender temas de ciencia de una forma divertida. Yo me he encargado de la sección Mujeres en la Ciencia. Mi TFG está vinculado a ese tema, por eso he trabajado con mucho sentido”, relata. “Juanjo nos da mucha libertad a los alumnos de prácticas. Desde el momento que llega un grupo trabajamos directamente con él la hora entera que está allí. Aprendemos muchísimo. Creas tu propia planificación y la pones en práctica. Desarrollas muchos aspectos que una clase normal no te permite. Por la Ciudad pasan niños de todos los cursos de primaria. Diseñas y adaptas el taller a cada curso y es muy buena experiencia”, explica. 

Esa sensación de autonomía y responsabilidad, combinada con un engrasado trabajo en equipo, ha sido clave a la hora de editar la revista. “La respuesta de los alumnos de prácticas ha sido estupenda. Mantenemos videoconferencias de forma regular, todas las semanas. Yo les propongo temas y ellos los trabajan, lo ponemos todo en común y lanzamos semanalmente la revista”, explica Juan José Carrillo. Ángela, acostumbrada a los retos y tras haber hecho prácticas anteriormente en el Aula Hospitalaria o en colegios para adultos, saca un aprendizaje valioso de este VES. “Tengo la satisfacción de poder haber seguido publicando la revista, a pesar del confinamiento, y llegar a los niños de otra manera, de una forma lúdica”, comenta. “También me quedo con la cohesión del equipo de trabajo, tanto entre los otros alumnos de prácticas como con los profesores de la UCO implicados y mi coordinador de prácticas. Además, creo que he aprendido a estar preparada por si vuelve a pasar algo parecido. Ya conozco y me manejo mucho mejor con recursos y plataformas digitales para poder seguir en contacto con los niños en un contexto distinto al aula. En principio, podría parecer que estas prácticas habrían sido un obstáculo para nosotros, pero yo lo he visto como un aprendizaje”, indica. 

No es la única satisfecha. “Los alumnos de prácticas, Ángela entre ellos, han aportado motivación absoluta. La respuesta ha sido fantástica. Si yo pudiera ponerles nota les pondría un cum laude, porque se lo curran muchísimo. Estoy súper contento”, afirma rotundo su tutor, Juan José Carrillo. “Han aprendido a adaptarse a las TIC, la organización por tiempo y saber cumplir plazos, capacidad de planificación eficaz, trabajo en equipo, habilidades de investigación… Estos alumnos han ganado en todo con el VES”.

 

La educación es un derecho para TODOS

Javier López Fuentes es un dedicado estudiante de último curso de Educación Primaria, con mención en Educación Física. Los fines de semana trabaja en hostelería y lo compagina con sus estudios y la preparación del TFG. El confinamiento le dio un respiro en su agitado ritmo de vida. Pese a que tenía unas semanas de tranquilidad por delante para preparar los finales y el TFG sin tener que trabajar en el bar, el compromiso que tiene como futuro docente le pudo y dijo sí al VES. Así, sus prácticas solidarias las ha realizado en un centro de Educación Compensatoria, el CEIP Antonio Gala, ubicado en el barrio de Las Moreras. “Tengo una visión social de la educación. La educación es para cambiar las cosas. Por eso no me gusta un cole normal en el que los niños me hagan caso, me gusta la metralla y por eso elegí ese centro”, confiesa entre risas Javier, que ya había hecho prácticas anteriormente en este colegio y ya conocía a los niños. “Los chiquillos quieren mucho al profe Javier”, nos comenta su tutor de prácticas y docente de primaria, Rafael Sillero.

Si la labor educativa con niños de este barrio, uno de los más deprimidos de España, es ya un desafío diario, durante el confinamiento ha sido el reto de los retos. “Ha sido un voluntariado educativo atípico, porque está dirigido a un alumnado con diferente capacidad económica, no todos tienen móvil o equipos informáticos, su formación en TIC es mínima...”, explica Javier. “Estos niños necesitan otro tipo de formación: se trata más educar que enseñar contenidos. En todos los colegios es un poco así, pero en este más.  Por eso el voluntariado educativo también ha sido diferente. Lo que perseguimos es que ese niño se desarrolle, que ayude en casa, mantenga una rutina…”, relata. “Mi labor ha consistido en hacer vídeos de Educación Física para 6º primaria. Se trataba de que los niños hicieran vida activa y ejercicio con material que se pudiera tener en casa, por ejemplo, con rollos de papel higiénico”.  

       

La dificultad de teletrabajar con un alumnado en riesgo de exclusión social puede llegar a ser algo difícil de asumir para un docente en prácticas. “Los niños me tenían que enviar los vídeos en los que reproducían los ejercicios que yo les proponía. La respuesta ha sido escasa”, confiesa Javier. “Es un alumnado al que le cuesta hacer las cosas. No están acostumbrados a hacer tareas en casa, pero hay que tener en cuenta el contexto en el que están. Al final es reconfortante que al menos unos cuantos respondan y te manden el vídeo”, relata. 

Su tutor, Rafa Sillero, ya sabe lo que es trabajar en un contexto tan especial. “Javi ha hecho vídeos con muchas ganas y creatividad. Eran muy didácticos, sencillos y divertidos”, indica. “Yo le daba el aspecto real, pero al mismo tiempo positivo: es la realidad que tenemos y con la que trabajamos. Es normal que muchos alumnos no respondan. Sin embargo, Javi no desfallecía e intentaba motivarles en cada vídeo”, explica. “Date cuenta de que estos alumnos han estado muy desestructurados en cuanto a horarios. El colegio los cuadra y el confinamiento los ha descuadrado. No podemos llegar a muchas familias. Los padres no tienen capacidad de ayuda, ya sea por falta de formación, recursos o voluntad. Lo que han hecho los niños lo han hecho completamente por sí solos”. Rafa valora muy positivamente el trabajo de Javier. “Me ha aportado frescura, savia nueva. Lo que él ha aprendido es lo que hemos aprendido todos: adaptación rápida a las circunstancias. Este periodo ha sido un salto al abismo, pero su adaptación ha sido muy positiva”.

Javier reflexiona sobre este voluntariado tan atípico y es consciente de que estos niños necesitan la presencialidad. “Mi relación con mi tutor ha sido perfecta y el profesorado del Antonio Gala es magnífico. Hacen un trabajo increíble con estos niños. Imagina que uno de mis alumnos no tenía ni casa, vivía en un local. Muchos de esos alumnos tienen trastornos de conducta por lo que tienen en casa. En esta época de teledocencia no se ha tenido en cuenta a estos alumnos”, nos cuenta con tristeza. “Además, tenemos que enfocarnos mucho más en la brecha digital que hay entre el alumnado. Lo difícil de la educación es sacar la gente adelante y con la brecha digital existente es aún más complicado sacar a estos alumnos de donde están. Esto no se soluciona tampoco con facilitarles un equipo y ya está. Hay que estar con ellos, necesitan la guía de un maestro y esto debe ser presencial. Es absolutamente imprescindible en este tipo de centros”. Con este nivel de compromiso como el que demuestra Javier, podemos tener esperanza en una educación más inclusiva y mejor para todos.

 

Volver a poner la educación donde se merece

Estas cinco historias de vocación docente son solo una muestra. Hay 76 más en el Voluntariado Educativo Solidario (VES). “El VES ya nos ha dado muchas satisfacciones que han justificado su implementación en un complicado momento en el que los docentes han estado desbordados por la finalización del curso en estas circunstancias, y los estudiantes de 4º, próximos a su graduación, han estado inmersos en plena faena de elaboración de sus memorias de Prácticum y trabajos de fin de grado. Sin duda, el 20-21, se presenta como un curso con retos importantes educativos, en los que estamos pensando que la continuidad del VES tendrá especial sentido”, subraya Rafael Bracho.

“Aunque como país, la educación ha sido la gran olvidada, para mí el VES ha mostrado la verdadera esencia que tienen los periodos de prácticas en los centros educativos”, resume Mariano Flores. De la misma opinión es Ángela Carrasco. “Las prácticas durante el confinamiento han sido de las experiencias que más me han servido en mi formación. Ha sido realmente útiles. No sabía que estaba tan bien preparada para poder adaptarme a esta situación tan rápido. Crear o adaptar tus propios contenidos a estas circunstancias es una destreza que deberían tener todos los docentes”, considera.

Y finalizamos este reportaje con una sentida reflexión de Sara Carrillo: “Realmente ha sido un proceso muy bonito, tanto para profesores como alumnos, y esto demuestra que la Universidad de Córdoba es una muy buena universidad que da respuesta a sus alumnos y los tiene en cuenta. Esto es importante hacerlo saber”.

Gracias futuros docentes. La educación de nuestros niños está en muy buenas manos.

 

 

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