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Viernes, 05 de Agosto de 2011 10:47

Científicos de la UCO prueban el dominio de las ciervas en la elección de pareja y estudian sus preferencias a la hora de decidirse por un macho

G.C.- E.L.
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Científicos de la UCO prueban el dominio de las ciervas en la elección de pareja y estudian sus preferencias a la hora de decidirse por un macho G.C.
En un mes, el bramido de miles de ciervos inundará Andalucía. Desde las sierras de Jaén y de Córdoba hasta Doñana los machos se harán notar para llamar la atención de las hembras y hacerse con su propio harén. Septiembre es la época de celo, conocida popularmente como berrea, y el mes en el que el equipo de zoólogos que dirige el profesor Juan Carranza desde la Cátedra de Recursos Cinegéticos y Piscícolas volverá al campo para continuar con sus experimentos. Un proyecto de investigación que pretende aportar todas las claves sobre los ritos de apareamiento de los ciervos y, lo más importante, la selección natural que preside la evolución de esta especie.

En lo que respecta a los primeros, hace años que este grupo de científicos, que estudia el comportamiento de los ciervos desde mediados de los años ochenta, probó que son las hembras quienes dirigen todo el ritual y en los bramidos de los machos buscan antes la seguridad y la comida –los machos son territoriales y ocupan por tanto las mejores zonas de pasto- que al compañero perfecto. Sin embargo, recientemente han comprobado algo que ha sorprendido a la comunidad científica: a la hora de la verdad, cuando buscan al padre de sus hijos, las ciervas no prefieren siempre al macho más fuerte, sino al más distinto a ellas, al que genéticamente se encuentre más alejado. Una elección que, según constataron los investigadores cordobeses, está también relacionada con el sexo de la cría que van a producir tras ese apareamiento, algo no comprobado aún en ninguna otra especie animal.

Explicando a Darwin


El análisis genético llevado a cabo por la Cátedra de Recursos Cinegéticos y Piscícolas de la Universidad de Córdoba demostró que cuando una cierva elige al macho más fuerte aunque parecido a ella sus crías suelen ser machos fuertes a imagen y semejanza de sus padres. Esa “virilidad” es un valor si eres un ciervo que pretende dominar a los rivales, pero no sirve de nada si eres una cierva destinada a sacar adelante a un cervatillo cada año.
En el caso de las crías hembra, los científicos han comprobado que eran concebidas por padres radicalmente diferentes en su composición genética, lo que les garantiza unas cualidades fundamentales para sobrevivir y reproducirse como son la agilidad, la rapidez y, por supuesto, la fertilidad. Cualidades fruto de su riqueza genética.
Si las hembras del ciervo eligen por atracción de los polos opuestos (o por algo así como evitar el pecado del incesto) continúa siendo un misterio, que el equipo que dirige Juan Carranza pretende desvelar estudiando el comportamiento y las relaciones entre machos y hembras en condiciones más controladas en una finca de Ciudad Real y en el Parque Nacional de Doñana. Durante tres años, y gracias  a un proyecto financiado por el Plan Nacional de Investigación, analizarán cómo las hembras eligen a sus compañeros, si en ello influyen olores, actitudes… y cuáles son los resultados. Tratarán de entender la evolución de una especie y averiguar si los resultados son extrapolables a otras cercanas como el gamo y aportar su granito de arena a la teoría de la selección sexual que describió Darwin .

Entretanto, cuando arrecie el calor, en septiembre los machos volverán a lucir “palmito” por las sierras.