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Martes, 03 de Diciembre de 2013 12:15

Foro Synthesis. Luis López Bellido reflexiona sobre el futuro de la producción de alimentos

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Luis López Bellido Luis López Bellido

El futuro es incierto para la seguridad alimentaria mundial, en un contexto marcado por un fuerte crecimiento en el consumo mundial de alimentos, alta volatilidad de los precios agrícolas, cambio climático y bajas reservas mundiales de alimentos. Uno de los más importante desafíos con el que se enfrenta la sociedad actual es como alimentar a una población en torno a los nueve mil millones prevista para mediados del siglo XXI. Para satisfacer esta demanda se ha estimado que es necesario producir el 70% más de alimento respecto a la producción actual.

 

La agricultura es un sector específico al que no pueden aplicarse las mismas reglas y mecanismos de otros sectores económicos. Es una actividad expuesta a múltiples riesgos económicos, políticos y ambientales, que son a la vez exógenos y endógenos al sector. Entre los que figuran el clima y el mercado, éste con bruscos cambios de precios, hipervolátilidad, opacidad, etc…, que socavan la supervivencia económica de los agricultores y la seguridad alimentaria de millones de consumidores. La magnitud y el impacto de estos riesgos requiere la acción de los Gobiernos, al ser la agricultura un sector clave para la seguridad alimentaria, el desarrollo económico y social y la estabilidad y geopolítica de los Estados. Debe ser un sector económicamente estable y eficiente, que pueda afrontar los riesgos climáticos y las crisis de precios, asegurando un ingreso estable a los productores.

 

En el marco de la Unión Europea (UE) la PAC a partir de la década de los 90, no ha favorecido con sus mecanismos de ayuda la sostenibilidad y eficiencia de los sistemas agrícolas europeos, con el desacoplamiento de la producción y los precios y el desmantelamiento de los instrumentos de regulación. Entre otros efectos negativos de la PAC hay que resaltar la creciente dependencia alimentaria de la UE, que casi ha duplicado su importaciones agrarias en una década, lo cual equivale a la producción de más de 35 millones de ha de tierra agrícola (aproximadamente la superficie de Alemania).

Retos para la agricultura

Entre los retos más significativos para el desarrollo de la futura agricultura hay que destacar los métodos más sostenibles de uso del suelo, la eficiencia productiva y el fomento del flujo de información entre científicos, profesionales y políticos. En un contexto de recursos limitados y altos costes de inputs, es esencial asegurar un fuerte crecimiento de la productividad en el sector agroalimentario, con el fin de responder con éxito al incremento, de la demanda de alimentos cada vez más diversificada. El crecimiento de la productividad ha sido objeto de una renovada atención a medida que los recientes desarrollos de los mercados agrícolas han reforzado las preocupaciones sobre la seguridad alimentaria global, sostenibilidad y sobre otros retos derivados del cambio climático. Tres son los componentes que intervienen en el crecimiento de la productividad: el cambio tecnológico, la eficiencia técnica y la eficiencia de escala. Tales componentes son frecuentemente usados para medir la innovación, la creación y la difusión.

 

Eco-eficiencia es “alcanzar más con menos”; es lograr más outputs agrícolas en términos de cantidad y calidad con menos inputs de tierra, agua, nutrientes, energía, mano de obra o capital. El concepto de eco-eficiencia abarca tanto las dimensiones ecológicas y económicas de la agricultura sostenible. En este contexto se enmarca el término “Intensificación ecológica de la agricultura” que pretende la producción de más alimentos por unidad de uso de recursos a la vez que se minimiza el impacto de la producción de alimentos en el medio ambiente. Para ello se requiere mayor precisión en el uso de inputs y reducción de las ineficiencias y pérdidas. También se requiere una visión más holística de la agricultura.

 

Las estrategias claves para la eficiencia productiva sostenible de la agricultura del futuro se fundamentan en: (i) manejo del suelo (ii) incrementar la diversidad de cultivos (rotaciones); (iii) mejora de la fertilidad del suelo (uso eficiente de fertilizante); (iv) utilizar técnicas eficientes de riego; y (v) manejo integrado de plagas.

 

La I+D es la principal fuente de nuevas tecnologías y del crecimiento de la productividad de la agricultura en el largo plazo. Los beneficios estimados de la I+D de la agricultura generalmente exceden con creces sus costes (la tasa interna anual de retorno puede varios entre 20 y 80%). Sin embargo, los beneficios de la I+D en la agricultura son frecuentemente subestimados y ello puede derivar en más falta de inversión.

 

Por último, otro nuevo aspecto de suma importancia a considerar es la relación entre los cultivos alimentarios y la salud humana. Datos recientes sobre la composición de los alimentos indican una tendencia descendente del contenido mineral de los mismos, sugiriéndose que las prácticas intensivas de cultivo de los últimos años han podido inducir un agotamiento de los minerales del suelo. Los elementos que suelen mostrar carencias son: hierro, zinc, cobre, calcio, magnesio, yodo y selenio; que pueden generar deficiencias subclínicas y predisponer a ciertas enfermedades y a la pérdida de calidad de vida. El Informe FAO de 2013, denominado “Sistema alimentario para una mejor nutrición” pone de manifiesto que actualmente 2000 millones de personas sufren carencias de micronutrientes; lo cual supone altos costes económicos y sociales y representa un gran desafío de máxima prioridad mundial en materia de nutrición: incrementar el contenido de micronutrientes de los alimentos básicos con la finalidad de obtener alimentos enriquecidos.

Se conoce por “biofortificación” el proceso para mejorar el valor nutricional de las partes comestibles de las plantas mediante el uso de prácticas agronómicas, principalmente la fertilización; y en menor grado también la mejora genética convencional y la biotecnología. La “Agricultura biomédica” es un nuevo paradigma, que con un enfoque transdisciplinar, involucra a científicos, agrónomos y biomédicos; y tiene como objetivo identificar, desarrollar y producir genotipos específicos de cultivos alimentarios para constituir un modelo de dieta que reduzca el riesgo de enfermedades crónicas (cáncer, enfermedades cardiovasculares, diabetes tipo II y obesidad)

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