Jueves, 19 de Octubre de 2017 18:46

Ignacio Molina: “La solución de Cataluña es la ambigüedad”

G.C.-A.M
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Miguel Agudo,Manuel Torres e Ignacio Molina Miguel Agudo,Manuel Torres e Ignacio Molina

El investigador del Real Instituto Elcano y el constitucionalista Miguel Agudo concluyen las jornadas sobre “El laberinto catalán” de la Cátedra Unesco

Un eventual referéndum en Cataluña no resolvería el conflicto territorial, sino que lo prolongaría, debido a la ajustada división de la sociedad, según teorizó esta tarde Ignacio Molina, investigador principal del Real Instituto Elcano, en una conferencia pronunciada en la Universidad de Córdoba organizada por la Cátedra Unesco de Resolución de Conflictos. “La solución es la ambigüedad”, zanjó. “La cuestión catalana no tiene solución para ninguno de los dos lados. Es una cuestión de conllevanza. Mi hija seguirá oyendo hablar del problema catalán cuando sea mayor”.

Siguiendo este argumento, también aventuró que el “tema quebequés no va a desaparecer nunca” porque, según señaló, se enquistarán como sentimientos “defensivos e identitarios” tanto en Canadá como en Cataluña. Ignacio Molina cifró la horquilla nacionalista entre el 33% y el 50%, tal como se deriva del análisis de las elecciones autonómicas, y puntualizó que su pujanza electoral, contra lo que se suele esgrimir, se mantiene estable en el tiempo. “Lo que sí ha pasado es que se ha radicalizado”, adujo, sobre todo a partir del año 2010 cuando una parte sustancial del catalanismo se desplazó hacia el independentismo.

¿Por qué el nacionalismo mutó al secesionismo?, se preguntó. Molina fijó varios motivos diferenciados. El primer factor, bajo su óptica, ha sido la globalización y la ruptura de la dependencia del mercado interno que hasta los ochenta representó una ventaja económica indudable para Cataluña. En segundo lugar, se refirió al control de la educación y la comunicación, fundamental en la creación de “una idea más clara de nación” a partir de la transición democrática.

Otros elementos más próximos han sido el referéndum de Escocia, que surgió como un modelo para el nacionalismo catalán, la austeridad y la sentencia del Tribunal Constitucional de 2010, que, en su opinión, fue “espantosamente mal gestionada por los magistrados” aunque jurídicamente era “sostenible”. En todo caso, Ignacio Molina no cree que el fallo del TC fuera la “espita” del “procés”, como comúnmente se acepta, ya que incluso en 2011 Artur Mas fue investido president de la Generalitat con el apoyo del PP. El investigador se inclina por argumentar que se produjo una “competición entre élites catalanas” por exhibir músculo nacionalista.

Ignacio Molina sostiene que una eventual y quimérica independencia de Cataluña chocará con la realidad del nulo reconocimiento internacional, salvo algún país aislado sin peso específico en el mundo. “España ha conseguido el apoyo de los líderes internacionales a su unidad como país. Y eso no es fácil. A Canadá le costó muchísimo convencer a Clinton para que apoyara su unidad territorial. Y Francia anunció que reconocería a Quevec al día siguiente”. Y añadió: “Sin el apoyo internacional y con la fuga continua de empresas, el independentismo está en una encrucijada. Nadie reconocerá a Cataluña fuera y además no logrará controlar el territorio y sus fronteras. Eso es imposible”.

Miguel Agudo, catedrático de Derecho Constitucional de la Universidad de Córdoba, se centró en examinar los distintos modelos de Estado, desde el federal, el confederal y el de las autonomías, propio de España. Agudo se mostró partidario de reformar la Constitución del 78 para dar acomodo a las nuevas realidades territoriales en un sistema federal. “La Constitución ha tocado techo en el Estado de las autonomías”, subrayó. En su opinión, las reformas deben ir orientadas a reconocer las “identidades” del Estado “en el respeto a la unidad y la solidaridad”. En ese sentido, defendió la conveniencia de que cada autonomía se autodefiniera conceptualmente como quisiera y no de la forma rígida que marca actualmente la Carta Magna. “¿Qué es una nacionalidad?”, se preguntó, refiriéndose a la denominación que se pactó en 1978 para Cataluña, País Vasco, Galicia y Andalucía. “Es un eufemismo de nación”, se respondió.

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