El Logos como sexto género del ser en el Sofista de Platón

María del Rosario Zurro
Universidad Complutense de Madrid
Madrid, 2 de febrero de 2004

Desde el mismo comienzo del "Sofista" nos encontramos confrontados con el problema del lenguaje, ya que precisamente lo primero que allí se plantea es la relación existente entre ónoma y érgon/prâgma, así como la función del enunciado/definición (lógos) con vistas a aprehender su ti ésti, su ousía.

Una de las dificultades más patentes en numerosos diálogos platónicos es la de cumplir con la exigencia de definición de un eidos, exigencia que Sócrates plantea incesantemente a sus interlocutores pero que él mismo no es capaz de llevar a cabo; esta dificultad destaca en todos los diálogos llamados "aporéticos", aunque no sólo aparezca en ellos. La pregunta por el tí ésti de los eide (por ej. lo bello, lo bueno, lo justo, la areté, etc.) parece condenada a quedar sin respuesta. Sin embargo, Platón no va a renunciar ni a los eide ni a la exigencia de definición.

Es en el "Parménides" donde se suele considerar que hace crisis la Teoría de las Ideas y, con ella, la concepción del lógos. A pesar de que el joven Sócrates ofrece la Teoría de las Ideas como solución a las aporías que plantea Zenón, él mismo enuncia la máxima dificultad al afirmar que lo que de verdad le resultaría sorprendente sería que alguien fuera capaz de mostrar que los eide pueden mezclarse y discernirse (lo cual nos sitúa ante el problema de la "participación horizontal"); pero como no se puede definir un eîdos más que conectándolo con otros eíde, tal posibilidad de interconexión resulta imprescindible. Sin embargo, como sabemos, Platón va a expresar por boca de Parménides algunas de las muchas dificultades que entraña separar y distinguir ciertas Formas en sí y por sí, lo cual en último término desembocaría en su incognoscibilidad; la "participación vertical" parece hacer agua por todas partes. A pesar de todo, renunciar a las Formas supone la ruina del pensamiento mismo. Toda la larguísima e intrincada segunda parte de este diálogo parece dirigida a entrenarnos en el arte de la definición de los eide; es un ejercicio de "participación horizontal" tras el cual adivinamos –porque hemos leído el "Sofista"- un estudio de las condiciones de posibilidad de la predicación, una de cuyas especies será la definición.

El "Sofista" constituye una salida a algunas de las aporías que se nos plantean en diálogos anteriores y que culminan en la autocrítica del "Parménides". El problema de la participación vertical parece esfumarse y dejar paso a una concepción del lógos que permita llevar a cabo las mezclas y separaciones que tanto habrían admirado al joven Sócrates. El establecimiento del teorema de la koinonía entre los géneros máximos del ser constituye la condición de posibilidad de la definición de un eîdos, pero este teorema no podría establecerse si previamente no se hubiera admitido que el lógos es uno de los géneros máximos del ser, mediador universal entre lo sensible y lo inteligible.

Con todo ello vemos iniciarse un camino que va a culminar en Aristóteles –y que no podemos considerar de otro modo que como acta de nacimiento de la onto-logía- en el cual definición y ousía terminarán siendo correlativos.

Textos de Platón
  • Parménides, 129b-130ª.
  • Sofista, 218b-c.
  • Sofista, 259e-264a.