La metáfora de los anillos imantados y la interpretación platónica de la unidad de la polis y la cohesión social (Ion 533d-535a, 535e-536d)

Javier Aguirre

Platón: Ion 533d-535a y 535e-536d: tradicionalmente, los trabajos académicos han subrayado el aspecto poético de la metáfora en el contexto de discusión del par de nociones téchne v/s enthousiasmós. Sin embargo, a mi modo de ver este es un aspecto secundario en relación a la lectura política que cabe hacer del uso de la metáfora platónica. La lectura que propongo pone frente a frente dos modos de entender la unidad política y la cohesión social: una, la de la poesía tradicional, caracterizada por su naturaleza IRRACIONAL, ALIENADA, HOMOGENEIZADORA y LITÚRGICA. Otra, la de la dialéctica, apoyada en una nueva poesía acorde con el gobierno de la razón, caracterizada por su naturaleza RACIONAL, AUTÓNOMA, DIFERENCIADA y PERMANENTE. El primer modo de unidad está descrita principalmente por medio de la metáfora de los anillos imantados presente en el Ion. La segunda, será desarrollada a lo largo de la República y las Leyes.

Texto:

“... Ion, voy a mostrarte lo que a mí me parece que es esto: en efecto, esto, hablar bien de Homero, no es un arte a tu alcance, como decía ahora mismo, sino una fuerza divina que te mueve, como en la piedra que Eurípides llamó magnética y la mayoría heráclea, pues también esta piedra no solo atrae los anillos de hierro, sino que infunde también una fuerza en su interior, de modo que ellos pueden ejercer eso mismo que la piedra, [533e] atraer otros anillos, de modo que, en algunas ocasiones, se forma una larga cadena de anillos de hierro que penden los unos de los otros; pero a todos ellos les viene de aquella piedra la fuerza que los sustenta. Del mismo modo, también la Musa, ella misma, crea inspirados, y por medio de estos inspirados se forma una cadena de otros que son presa de la inspiración. En efecto, todos los buenos poetas épicos recitan todos esos hermosos poemas no por un arte, sino inspirados y poseídos, e igualmente los buenos poetas líricos: del mismo modo que [534a] los que participan en los ritos coribánticos no bailan cuando están en su juicio, así los poetas líricos no componen esos hermosos poemas cuando están en su juicio, sino una vez que se han adentrado en la armonía y el ritmo, presas del furor báquico y poseídos, y tal como las bacantes sacan miel y leche de los ríos cuando están poseídas, pero no mientras están en su juicio, así trabaja también el alma de los poetas líricos, tal como ellos mismos afirman. Pues los poetas nos dicen, por cierto, [534b] que, tras tomar para sí sus cantos de los manantiales que destilan miel, en algunos jardines y valles de las Musas, nos los traen como las abejas, revoloteando también ellos del mismo modo. Y dicen verdad, pues el poeta es una cosa ligera, alada y sagrada, y no es capaz de poetizar hasta que no llega a estar inspirado, fuera de juicio y su mente ya no está en él. Y mientras posea su mente, le es imposible a todo hombre poetizar y dar oráculos. Así pues, dado que no es por un arte que los poetas dicen muchas cosas hermosas [534c] sobre diversos asuntos, como tú sobre Homero, sino por una asignación divina, cada uno de ellos sólo es capaz de componer correctamente en aquello para lo que la Musa lo ha dispuesto - uno ditirambos, otro encomios, otro hipoquermos, otro versos épicos, otro yambos-, mientras que en los otros géneros cada uno de ellos es mediocre. En efecto, no por un arte dicen estas cosas, sino por un poder divino, porque si por un arte supieran hablar correctamente sobre un asunto, también sabrían hacerlo sobre todos los demás. Pero la razón de que la divinidad, privándoles de su mente, los utilice como servidores, [534d] al igual que los que dan oráculos y los adivinos inspirados por los dioses, es la siguiente: para que nosotros, los que les escuchamos, sepamos que no son ellos, que están privados de su mente, los que dicen cosas tan excelentes, sino que es la divinidad misma la que habla, la que a través de ellos se dirige a nosotros. La mejor prueba a favor de lo que afirmo es Tínico de Calcis, que no compuso ningún poema que alguien consideraría digno de ser recordado con excepción del peán que todos cantan, acaso el más hermoso de todos los poemas líricos, “simplemente” -como él mismo afirma- [534e] “una invención de las Musas”. En efecto, a mí me parece que especialmente en este poema la divinidad nos muestra, para que no dudemos más, que estos hermosos poemas no son humanos ni pertenecientes a los hombres, sino divinos y pertenecientes a los dioses, y que los poetas no son otra cosa que mediadores de los dioses, cada uno poseído por aquel que lo posee. Para mostrar esto, la divinidad cantó adrede [535a] el más hermoso poema lírico por medio del poeta más mediocre. ¿O no te parece que digo verdad, Ion?” (Platón, Ion 533d-535a).

“¿Sabes, entonces, que éste, el espectador, es el último de los anillos de los que yo afirmaba que bajo la piedra heráclea adquieren la fuerza los unos de los otros? El del medio eres tú, [536a] el rapsoda y actor, y el primero es el poeta mismo. Y la divinidad, a través de todos ellos, atrae el alma de los hombres allí donde desea, haciendo depender la fuerza los unos de los otros. Y de igual modo que de aquella piedra, una cadena muy larga de coreutas, instructores y ayudantes de instructores están suspendidos de los anillos que cuelgan de las Musas. Y un poeta está suspendido de una Musa, y otro de otra -nosotros decimos que él está poseído, o, [536b] lo que es parecido, que depende de ella-, y de estos primeros anillos -los poetas- otros están a su vez suspendidos y participan de la inspiración, unos de Orfeo, otros de Museo, pero la mayoría están poseídos por Homero y dependen de Homero. Tú eres uno de estos, Ion, y estás poseído por él, y cada vez que alguien canta algo de algún otro poeta, te duermes y te quedas sin palabra, mientras que tan pronto se deja oír un canto de este poeta, al punto te despiertas, tu alma se pone a danzar y tienes mucho que decir, [536c] pues no por un arte ni por un conocimiento dices lo que dices sobre Homero, sino por una asignación divina y por una posesión. Del mismo modo que los que participan en los ritos coribánticos no perciben vivamente sino aquel canto que proviene del dios por el que están poseídos, y siguen aquel canto con abundantes figuras de baile y fórmulas rítmicas, mientras que por los otros no se interesan, así también tú, Ion, cuando alguien hace mención de Homero, tienes mucho que decir, mientras que de los otros no tienes nada que decir; [536d] y la razón de eso que me preguntabas, Ion, de por qué tú tienes mucho que decir sobre Homero, pero no sobre los otros, es que no por un arte sino por una asignación divina eres un hábil ensalzador de Homero” (Platón, Ion 535e- 536d).

Bibliografía básica:

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