Un trabajo de investigación que emplea áridos reciclados procedentes de residuos de construcción y demolición (RCD) y agua carbonatada consigue dosificar un hormigón que secuestra un 181% más de dióxido de carbono que el hormigón convencional mejorando sus propiedades mecánicas. Esta nueva tecnología podría utilizarse en la fabricación de elementos de hormigón no estructurales, como adoquines, bordillos, bovedillas y mobiliario urbano