Miércoles, 15 Abril 2015 17:58

El traductor no tiene que ser un antibiótico de amplio espectro, sino que debe especializarse

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Varias decenas de traductores e intérpretes participan en las IV Jornadas Ciencia y Traducción de la Universidad de Córdoba

 

“El traductor no tiene que ser un antibiótico de amplio espectro, sino que debe especializarse en una materia”
Varias decenas de traductores e intérpretes participan en las IV Jornadas Ciencia y Traducción de la Universidad de Córdoba
Unos doscientos traductores e interpretesparticipan desde hoy, 15 de abril de 2015, en las IV Jornadas Ciencia y Traducción de la Universidad de Córdoba. El encuentro está enfocado este año hacia la construcción de puentes interdisciplinares y la transmisión del conocimiento científico. En ese sentido, el rector de la UCO, José Carlos Gómez Villamandos, ha recordado que “la universidad necesita buenos traductores para transmitir de forma clara y diáfana qué es la ciencia si queremos seguir en la transmisión del conocimiento científico”. Los retos de los traductores científico-técnicos han centrado la primera sesión de las jornadas, que abordará, además de la relación de la traducción y la difusión del conocimiento científico, las especificidades de esta disciplina en los sectores biosanitario, tecnológico y agroalimentario.
En este sentido, la catedrática de Traducción e Interpretación en la Universidad de Granada Pamela Faber ha señalado que la especialización es clave para el traductor científico-técnico. “No tiene que ser un antibiótico de amplio espectro, sino que necesita tiempo apara alcanzar un nivel de experto en una materia concreta”, ha subrayado.
Para Faber, lingüista hispanoestadounidense, los encargos más dificultosos para un traductor científico-técnico están relacionados con las revisiones y las traducciones de artículos y otros textos científicos. “El encargo de la revisión es más difícil muchas veces que el de la traducción”, ha apuntado. Esto es así porque, según Faber, “el autor suele pensar que sólo con cambios superficiales es suficiente para adecuar el texto a las necesidades de las revistas donde se pretende publicar, pero muchas veces suele conllevar cambios más profundos en la estructura y los términos empleados”.
Para Faber, “el científico no sabe escribir de forma general, y no sólo eso, sino que además no sabe que no sabe escribir”. Estos autores escriben de forma defectuosa porque “enfocan directamente los términos, por lo que pierden la perspectiva del discurso”. 
El otro encargo que suele llevar dificultades para los traductores es, precisamente, la traducción de un idioma a otro. “Aquí los problemas son de comprensión en la materia”. El lingüista debe familiarizarse con modelos de análisis lingüístico, técnicas de documentación o la búsqueda de información especializada para superar estos problemas”. 
El traductor se puede encontrar además con dos problemas más: deficiencias en la redacción del texto fuente e imprecisiones en el contenido. En este sentido, la especialista en Terminología de la Universidad de Granada ha ahondado en que “el traductor no tiene que traducir las equivocaciones del autor, sino corregirlas. Hay que ser fiel a un novio o un marido, pero no al texto del escritor si es incorrecto”. Para Faber, la fidelidad es al contenido y al conocimiento subyacente. Por ello, el traductor debe ser competente en terminología específica de cada materia, “lo que le permitirá modelar la realidad en consonancia a los esquemas cognitivos que están en el texto original”.

Unos doscientos traductores e interpretesparticipan desde hoy, 15 de abril de 2015, en las IV Jornadas Ciencia y Traducción de la Universidad de Córdoba. El encuentro está enfocado este año hacia la construcción de puentes interdisciplinares y la transmisión del conocimiento científico. En ese sentido, el rector de la UCO, José Carlos Gómez Villamandos, ha recordado que “la universidad necesita buenos traductores para transmitir de forma clara y diáfana qué es la ciencia si queremos seguir en la transmisión del conocimiento científico”. Los retos de los traductores científico-técnicos han centrado la primera sesión de las jornadas, que abordará, además de la relación de la traducción y la difusión del conocimiento científico, las especificidades de esta disciplina en los sectores biosanitario, tecnológico y agroalimentario.


En este sentido, la catedrática de Traducción e Interpretación en la Universidad de Granada Pamela Faber ha señalado que la especialización es clave para el traductor científico-técnico. “No tiene que ser un antibiótico de amplio espectro, sino que necesita tiempo apara alcanzar un nivel de experto en una materia concreta”, ha subrayado.


Para Faber, lingüista hispanoestadounidense, los encargos más dificultosos para un traductor científico-técnico están relacionados con las revisiones y las traducciones de artículos y otros textos científicos. “El encargo de la revisión es más difícil muchas veces que el de la traducción”, ha apuntado. Esto es así porque, según Faber, “el autor suele pensar que sólo con cambios superficiales es suficiente para adecuar el texto a las necesidades de las revistas donde se pretende publicar, pero muchas veces suele conllevar cambios más profundos en la estructura y los términos empleados”.


Para Faber, “el científico no sabe escribir de forma general, y no sólo eso, sino que además no sabe que no sabe escribir”. Estos autores escriben de forma defectuosa porque “enfocan directamente los términos, por lo que pierden la perspectiva del discurso”. 


El otro encargo que suele llevar dificultades para los traductores es, precisamente, la traducción de un idioma a otro. “Aquí los problemas son de comprensión en la materia”. El lingüista debe familiarizarse con modelos de análisis lingüístico, técnicas de documentación o la búsqueda de información especializada para superar estos problemas”. 


El traductor se puede encontrar además con dos problemas más: deficiencias en la redacción del texto fuente e imprecisiones en el contenido. En este sentido, la especialista en Terminología de la Universidad de Granada ha ahondado en que “el traductor no tiene que traducir las equivocaciones del autor, sino corregirlas. Hay que ser fiel a un novio o un marido, pero no al texto del escritor si es incorrecto”. Para Faber, la fidelidad es al contenido y al conocimiento subyacente. Por ello, el traductor debe ser competente en terminología específica de cada materia, “lo que le permitirá modelar la realidad en consonancia a los esquemas cognitivos que están en el texto original”.

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