La Etología en España: una visión retrospectiva

 

Luis Arias de Reyna Martínez

 

Década de los 70

 


       Luis Arias de Reyna

 


    Francisco Braza

 


     Tomás Azcarate

 

 

El que debemos considerar como el primer etólogo de España, Fernando Álvarez, prácticamente al tiempo que inicia su investigación en la Estación Biológica de Doñana (EBD) comienza una corta labor docente en la Universidad de Sevilla impartiendo, como Profesor Asociado, las asignaturas de Zoología II (Vertebrados) y Etología. Es en esta Universidad donde capta a varios alumnos, estudiantes de tercer curso de biológicas y comienza a formarles en Etología.

Esta labor de formación tiene como resultado la dirección de varias tesinas de licenciatura (la mía fue leída en 1974 y la de Francisco Braza Lloret en ¿1975?) y tesis doctorales pioneras en esta ciencia en España. Las primeras tesis se defienden en la Universidad de Sevilla en 1977 por Francisco Braza y por mí. Tomás Azcarate Bang la lee en 1978.

Francisco Braza continuó trabajando en la Estación Biológica de Doñana formando nuevos investigadores que, como indicaré al hablar de la década de los 80 han contribuido a la expansión de la Etología en España. Tomás Azcarate posteriormente se dedicó a la gestión del medioambiente ocupando diversos puestos dirigentes en la Junta de Andalucía primero y actualmente como Jefe del Servicio de Planificación de Espacios Naturales de la Consejería de Política Territorial y Medio Ambiente en la Viceconsejería de Medio Ambiente del Gobierno de Canarias.

 

 

Esta labor de Fernando Álvarez no quedaría completa si no se tiene en mente cual era, por una parte, la situación política en España, y por otra como era considerada la investigación en general y la de la Estación Biológica de Doñana en particular.

 

La década de los 70 se caracteriza por una situación política muy particular. Hemos de situarnos en las postrimerías del régimen franquista cuyos objetivos eran casi exclusivamente la búsqueda del continuismo, incluyendo también la finalización de este periodo con la instauración de la democracia, todo ello acompañado de una situación económica en recesión.

Como consecuencia de esta situación político-económica la investigación era “cosa de locos”. Los zoólogos eran considerados como entes reencarnados del siglo XIX a los que simplemente se les soportaba porque no se movían; los ecólogos, intelectuales pertenecientes a una nueva ciencia en crecimiento, eran algo así como ecologistas-conservacionistas que incordiaban y por tanto “rojos” contrarios al régimen y así podríamos seguir enumerando la concepción que se palpaba en el ambiente sobre la consideración de los investigadores de las distintas disciplinas científicas. Si bien el régimen cambió, no así el sentir general sobre la investigación que lo fue haciendo sosegadamente.

La Estación Biológica de Doñana, de reciente creación, reunía junto a su director a una serie de becarios-zoólogos y un número escaso de personal de administración y servicios, todos ellos ubicados en un chalet del barrio del Heliópolis (Sevilla) alquilado en su totalidad, así como en la planta baja de otro chalet frente al primero (en la planta alta vivía la propietaria). Allí se almacenaba parte de la colección zoológica (el aroma que nos inundaba era indescriptible) y las dos habitaciones restantes las ocupábamos Fernando Álvarez y los estudiantes que estábamos con él.

 

No se disponía ni del material más básico (ni tan siquiera lápiz y papel), aunque no sé cómo se las ingeniaba Fernando pero algunas veces conseguía que se comprara algún material. Por supuesto los ordenadores personales ni existían (gran parte de los análisis estadísticos de mi tesis doctoral los hice con una calculadora de mano de mi padre, la HP 55, que  ¡¡¡era programable!!! y que aun conservo como recuerdo). Los análisis multivariantes, mediante el paquete estadístico BMDP que utilice para mi tesis, los realice en el Centro de Cálculo de la Facultad de Matemáticas de la Universidad de Sevilla utilizando ¡¡¡fichas perforadas!!! ¡Cuantas veces al leerlas el ordenador las “escupía” lanzándolas al aire, con frecuencia doblándolas y siempre desordenándolas! La labor de duplicado y ordenación posterior era ímproba. Menos mal que los resultados de los análisis podían recogerse pronto, incluso a veces al día siguiente.

 

Los primeros viajes a la Reserva de Doñana (Huelva) los hacíamos en el SEAT 1500 de Fernando. Aún recuerdo que varios años después de que lo vendiera, en el camino de arena desde el Control de entrada hasta el Palacio, nos encontramos un pedazo de tubo de escape y un silenciador perdido durante uno de los viajes.

 

Quizás pueda dar una idea de cuál era la situación en aquel momento lo que sucedió durante mi primera estancia en el Palacio, visita que hice junto a Fernando. De los tres días que íbamos a estar trabajando en la Reserva de Doñana el primero de ellos, por orden de José Antonio Valverde, como aportación a Doñana y compensación por el uso gratuito de una habitación del Palacio compartida con Fernando, me mandó plantar de tifa (Tifa latifolia), durante todo el primer día, la orilla de la laguna del Palacio (es decir, coger una a una plantas de tifa de grandes montones colocados junto a la orilla, introducirme hasta las rodillas en el agua y hundir las raíces con el pie en el barro), actividad que amablemente compartió conmigo Fernando. La verdad es que aún ahora, cuando ocasionalmente veo la laguna rodeada de tifa me digo con vanagloria: ¡¡¡esa la plantamos Fernando y yo!!!

Mas adelante, y gracias a dos actuaciones generosas que nunca olvidaré pude comenzar mi formación doctoral. En primer lugar, a la grandeza de mi hermano Juan que me compró un coche de segunda mano con el primer dinero que ganó, vehículo que sobrevivió hasta casi la finalización de mi Tesis Doctoral. Y en segundo lugar a que, durante mi estancia en las prácticas de las milicias universitarias en cabo Prioriño del Ferrol, Fernando por su cuenta me solicitó una beca del Plan de Formación del Personal Investigador. Afortunadamente me concedieron la beca y gracias a ello pude sobrevivir los tres siguientes años a mi licenciatura (la cuantía de la beca era de 7.500 pesetas por mes durante el primer año, 10.000 el segundo y 15.000 el tercero).

 

 

 

 

 


      Jordi Sabater

 

De forma independiente y sin que yo conozca la razón, en el año 1971 comienza a impartirse la asignatura de Etología en la Facultad de Biológicas de la Universidad de Valencia.

A finales de la década también comienza a impartirse la Facultad de Psicología de la Autónoma de Madrid la asignatura de "Psicología Comparada" de en los antiguos planes de Estudio de Psicología y que dio lugar a la actual asignatura de Etología.

También en 1977 y sin relación con ambos grupos, se incorpora como profesor en la Facultad de Psicología de la Universidad de Barcelona el psicólogo Jordi Sabater Pi que había venido realizando estudios sobre el comportamiento de primates en África.

 

 

Desde el curso académico 1976-77, es decir un año antes de la lectura de mi Tesis Doctoral, comencé a impartir la asignatura de Etología en la Facultad de Ciencias Biológicas de la Universidad de Córdoba, actividad que sigo desarrollando ininterrumpidamente ahora en colaboración con Pilar Recuerda Serrano. Fruto de este contacto con estudiantes universitarios comencé, siguiendo los pasos de Fernando Álvarez, a captar “adeptos” a la Etología, formando así mi propio grupo de investigación. Como resultado de esta labor, en la década de los 70 se presentó la Tesina de Licenciatura de Pilar Recuerda en 1979.

 

 

Como suele suceder, fue la casualidad la que determino mi incorporación a la Universidad de Córdoba. Los alumnos de la primera promoción de la rama de zoología de Ciencias Biológicas de la Universidad de Córdoba solicitaron al Decano de la Facultad (Guillermo Paneque Guerrero), y éste accedió, que se incluyera la Etología como asignatura optativa en el plan de estudios de Ciencias Biológicas y que ésta fuera impartida por Fernando Álvarez. Como Fernando no podía hacerlo propuso a Francisco Braza, a quien se contrato como Profesor Asociado. Sin embargo, los avatares determinaron que Francisco Braza se marchara a Venezuela, lo que obligo a sustituirlo, labor que recayó en mi persona. Así, durante el primer año, al tiempo que concluía mi Tesis Doctoral, viajaba al menos una vez por semana a Córdoba y de forma intensiva daba las clases.

 

Una vez leída la Tesis, en el curso académico 1977-78 fui contratado como Agregado Interino, me trasladé a vivir definitivamente a Córdoba y reinicié una nueva vida como docente e investigador en esta ciudad.

 

 


      Vicente Ena

 

En 1979 Vicente Ena Álvarez, en la Universidad de León, de forma autodidacta y dirigido por Jacinto Nadal Puigdefabregas, presenta su Tesis Doctoral en la que incluye aspectos etológicos de la graja. Animado por los trabajos de comportamiento comienza a formar un grupo de investigación en Etología en dicha Universidad.

 

 

A finales de la década de los 70, la Etología comenzaba a calar entre los jóvenes recientemente licenciados tanto de las licenciaturas de Biología como de Psicología lo que dio origen a que éstos buscaran donde formarse en este campo. Así los escasos grupos que existían en España recibíamos solicitudes de todo el territorio español para integrarse en nuestros equipos. De igual forma esta ansia de formación llevó, a algunos de ellos, a desplazarse a otros países con mayor tradición en Etología para completar su formación. Tras finalizar ésta algunos regresaron a España y se instalaron de forma autónoma en distintas universidades y centros de investigación españoles en la década de los 80.

 

                                                       Introducción  

                                                       Década de los 80  

                                                       Década de los 90  

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